Joseph Beuys, cien años de arte extraño
El artista alemán, padre de la ‘escultura social’, de cuyo nacimiento se cumple el primer siglo, protagoniza una exposición en el Centro de Imagen del Palau de la Virreina
18 marzo, 2021 00:00Se cumple este año el centenario del nacimiento de Joseph Beuys (1921-1986) que, autodefinido como escultor, fue –y sigue siendo– un artista esencial no solo para comprender un nuevo concepto del arte, sino la vida en todos sus aspectos. Fue un creador que, a pesar de las adversidades, encontró un motivo en el que proyectar su razón de ser: la creación. La vida de Beuys, y consecuentemente su obra, se vio marcada por el contexto histórico que le tocó vivir.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial supuso un antes y un después en su trayectoria. Tenía tan sólo diecisiete años cuando fue reclutado por las juventudes hitlerianas, Más tarde combatió como piloto de la Luftwaffe. Durante la guerra, además de estar en varias ocasiones en prisiones británicas, vivió un acontecimiento que le cambió la vida; en marzo de 1944, el avión que pilotaba se estrelló cuando sobrevolaba una aldea cerca de Crimea. Estuvo a punto de morir, pero por suerte fue rescatado por un grupo de tártaros, quienes recogieron el cuerpo y lo embadurnaron con fieltro y grasa animal para mantener su temperatura.
Joseph Beuys / ENRICH PULS
Los nómadas lograron que el piloto sobreviviera. Del amor al odio hay un paso y de la guerra al arte, otro. Tras el accidente, Beuys retornó a su casa y tardó casi una década en recuperarse de las heridas, tanto físicas como mentales, que la guerra le había provocado. Durante esos años,ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Düsseldorf e inicia su etapa creativa, que le convertiría en uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
En sus obras Silla con grasa (1964) y La manada (1969) usa los mismos materiales que los tártaros utilizaron para salvarlo. Silla con Grasa muestra una silla de madera a la que el artista da un uso diferente al habitual; ya no es un objeto para sentarse, es una cuña. La grasa –un material maleable y orgánico– representa los procesos de digestión y defecación del cuerpo humano. Estos materiales –que para él tenían una función protectora– se convirtieron en un rasgo de estilo. Su obra La manada (1969) está hecha con una furgoneta Volkswagen y veinticuatro trineos que salen de las puertas traseras. Cada uno de los trineos contiene lo que Beuys consideraba un kit de supervivencia: grasa animal, fieltro y una antorcha.
La manada (1969) / © Joseph Beuys
Beuys no se ponía límites. Pensaba que todo ser humano es un artista y cualquier actividad era un proceso artístico. En 1979, durante una charla de varios días en los que debatió con un grupo de jóvenes estudiantes sobre qué es el arte, declaró: “Mis objetos son para ser vistos como estimulaciones para la transformación de la idea de escultura, o del arte en general. Deberían provocar pensamientos sobre qué puede ser la escultura y cómo el concepto de esculpir puede ser extendido a materiales invisibles usados por todos. Las formas de pensar: cómo modelamos nuestros pensamientos; las formas de hablar: cómo transformamos estos pensamientos en palabras; todo esto da lugar a una escultura social: cómo modelamos y damos forma al mundo en el que vivimos; la escultura como un proceso evolutivo”.
Para Beuys, el arte estaba presente en cada aspecto de la vida. Su obra debe entenderse como arte integral; sus propiedades deben ser analizadas en su conjunto, no a través de sus partes. Esta concepción global del arte procedía de uno de sus referentes: el filósofo Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía, una disciplina buscaba elaborar una teoría global del hombre y del mundo. Para Beuys, el arte no consistía en crear una obra para exponer en un museo o una galería y ser admirada. Lo trascendente es el proceso de creación. Aún más: este proceso no termina nunca porque los materiales pueden descomponerse, romperse, perder intensidad, cambiar la forma con la temperatura o desintegrarse.
La barrida (1973) / © Joseph Beuys / VG Bild Kunst (Bonn) / LA VIRREINA
Estas ideas cristalizan en el movimiento artístico alemán Fluxus –que significa tanto fluido como lo que fluye”. Su manifiesto artístico data de 1963 y su autor es George Maciunas (1931-1978). Fluxus estaba formado por un grupo de artistas que reaccionaban contra todo y que, en palabras de Beuys “tiene como objetivo el ablandamiento de estructuras endurecidas”. Su objetivo era fusionar al artista con su propia obra a través de performances.
En 1965, Beuys, con la cara embadurnada de miel recubierta de pan de oro, cogió a una liebre muerta en brazos y se sentó en una silla de galería Alfred Schemela de Düsseldorf para explicar qué era el arte. El artista susurraba en la oreja del animal muerto provocando la estupefacción del público. Incluso un animal sin vida –creía el artista– podía tener más sensibilidad artística que las personas.
Acción Panganese, una de las obras del Centro de la Imagen La Virreina de Barcelona / © Joseph Beuys / VG Bild Kunst (Bonn) / Foto: Bernd Jansen
El arte conceptual no desechaba las ideas políticas. En 1974 el artista alemán crea Me gusta a América y a América le gusto yo, una performance que comienza con Beuys cogiendo un vuelo de Alemania a Nueva York. Al llegar, el artista se envuelve en una manta de su material fetiche –de nuevo, el fieltro– y es conducido en una ambulancia hasta una galería en la que, durante tres días, se encierra en una habitación con un coyote salvaje –animal sagrado para los indios norteamericanos– y un ejemplar del Wall Street Journal, símbolo del capitalismo en el que el animal hace sus necesidades. Esta obra es una crítica a la dureza con la que el hombre blanco había tratado a los nativos americanos. Beuys se muestra en estas obras como un chamán con poder para precisamente curar a una sociedad que –para él– estaba muerta.
Alemania despliega una serie de actividades culturales para conmemorar a uno de sus artistas más importantes que van desde exposiciones a la redacción de una Biblia de Beuys, donde cincuenta creadores reflexionan sobre sus obras. Museos de todo el mundo recordarán su centenario. El Centro de Imagen La Virreina, en Barcelona, abrió a comienzos de este mes una exposición comisariada por Valentín Roma –Joseph Beuys. Pedagogía radical, democracia directa y plástica social– con algunos de sus trabajos de las décadas de los años setenta y ochenta que muestran obras menos conocidas y reflejan su preocupación por la educación, la política y cuestiones sociales como el ecologismo. “Todos los artistas están comprometidos con la utopía y Beuys fue uno de los más consecuentes”, ha escrito el historiador Götz Adrian.