Toda argumentación y todo enredo dilatorio por parte de la Generalitat de Cataluña a propósito de los bienes artísticos de Sijena han quedado desautorizados.
La entrevista de Laura Fàbregas --estupenda, como todo lo que escribe-- al abogado aragonés Jorge Español que publicó esta semana Crónica Global no tiene desperdicio. El perseverante abogado viene luchando desde hace años para que Aragón recupere los bienes artísticos del monasterio de Sijena de los que la Generalitat de Cataluña se apropió --con las mejores o las peores intenciones, esto ahora da igual-- y, un año después de que se pronunciase el Tribunal Supremo, ha visto refrendadas sus tesis por el Constitucional. Causa finita est.
Hace un año, después de hablar con el abogado Español y con fuentes de la Generalitat, lo advertí yo mismo en este digital (Los bienes de Sijena son... de Sijena). Y lo reiteré en un diario de Madrid, donde me puse --lo veo ahora, a toro pasado-- un poco estupendo: "Es posible que el primer ensayo de desobediencia activa de la Generalitat no venga a cuenta de Asuntos Exteriores, de Hacienda propia o de otras iniciativas que ya han sido impugnadas o lo serán... sino a propósito de un conflicto de patrimonio cultural".
Me cegaba mi vaga inclinación de diletante a los temas de cultura y patrimonio. Me parecía simpático que el larvado, latente conflicto del prusés, siempre a punto de pavorosa erupción pero que en el momento de la verdad siempre se retrae prudentemente, reventase ya de una vez... a cuenta de la posesión de unas cuantas obras de arte medieval. ¡Vamos de una vez a la guerra contra la pérfida España, pero que sea por amor al arte!
En nombre del 'prusés'...
De Santi Vila, a quien atribuyo notable inteligencia oportunista y un talento dialéctico claro e indiscutible, muy por encima de sus compañeros de partido, no espero un sacrificio: él ya entregó a Aragón, aunque a regañadientes, lo que se le dijo.
Pero a Lluís Puig, el flamante conseller de Cultura, muy conocido en los aplecs de sardanas, y en las ferias de botijos, y figura destacadísima allí donde se levante, airoso, un castell, mejor si amb folre i manilles... le convendría legitimarse con un poco de heroísmo sacrificial.
Confiemos en que se resistirá al diktat del Constitucional, provocando, en defensa de los bienes de Sijena, una buena algarabía y una reacción feroz del Estado que será muy útil para llamar la atención del International Herald Tribune, aquel periódico que con tanta gracia vendía, por las calles de París, Jean Seberg, en À bout de souffle.
¡A chirona, Lluís, a chirona, en nombre del prusés y de Cataluña!