La Llegada de Atenea, diosa de la sabiduría, regaló a los humanos la deliciosa aroma del amor a cambio del sueño húmedo favorecido por la sexualidad pensada en masculino, es decir, en términos de poder. La antigüedad helénica inventó la libertad ante el placer y, mucho después, el Renacimiento recolocó la misma libertad en las medidas del Hombre de Vitrubio, el canon de Leonardo, la figura antropomórfica, que descarta a la mujer. El Dios sobre la tierra ha sido la masculinidad, Tótem del patriarcado, el velo milenario subvertido por el feminismo militante en pleno auge de la identidad de género.
Betsabé García que publicó, en 2016, Con otros ojos: La biografía de Montserrat Roig, ofrece en su última entrega, Mundo hetero (Paidós), las prosas de la Roig en la que la autora de Tiempo de cerezas, La ópera cotidiana o Ramona, adiós, expresa sus casi desconocidos análisis sobre el feminismo. De la mano de Betsabé, Roig se reivindica de nuevo a través de su herencia intelectual y de su vocación irrenunciable de seguir la ruta del deseo. Combativa en el último cuarto del siglo pasado, la escritora fallecida prematuramente en 1991, conjugó la letra con la televisión para convertirse en la primera mujer intelectual mediática.
Las relaciones de poder no se limitan al circo parlamentario de la política sino que se articulan sobre la sexualidad. Nunca se ha tratado de una lucha de mujeres frente a hombres, entendida como batalla entre ”fecundado y fecundador”; Betsabé García, siguiendo a Roig, apunta al matrix que produce a mujeres y hombres, siguiendo el discurso con el que operó el franquismo que fue el mismo difundía el Partido Comunista: la hegemonía de la heterosexualidad.
El análisis de Roig en los años setenta y ochenta de la pasada centuria encaja en el feminismo contemporáneo, a casi dos siglos del sufragismo de Clara Tristán, que despertó al mundo, y del Segundo sexo de Simone de Beauvoir, publicado en 1949 por Gallimard. A criterio de Betsabé García, el escenario ha cambiado de forma trascendental, pero no la ideología dominante: el neoliberalismo, entonces incipiente y hoy dominador. La sociedad patriarcal sigue y la familia conserva su esencia involucionista. No es ninguna casualidad que la familia como simulacro esté esencialmente revalorizada hoy en los regímenes totalitarios y fundamentalistas.
Mundo hetero se presentó el pasado jueves día 13 de junio en la sala de actos de Global Media, en una entrevista a Betsabé García realizada por Manel Manchón, director de Letra Global, con un debate entre los asistentes y a través de intervenciones telemáticas. La autora trazó la trayectoria ultra católica que define la historia reciente de España desde el antecedente de la Dictadura de Primo de Rivera hasta desembocar en los años de posguerra en los que Montserrat Roig estudió en un colegio de Monjas, a la sombra de la ideología de Falange Española. Fue en el momento cumbre de la “ficción trascendental” del antiguo régimen como autocracia sin remilgos. En la actualidad, dice la biógrafa Betsabé, se mantiene la “estructura piramidal” de las unidades familiares, olvidadas por el feminismo blanco de los derechos de la mujer que consagran el éxito de minorías, pero que abandonan a las mayorías al yugo masculino.
En lo que comúnmente conocemos como la unión natural hombre-mujer, la virginidad hasta llegar al matrimonio -un caballo de batalla combatido por la Roig- ya no es un producto exclusivo de la imaginería social de la Iglesia, pero el patriarcado recoge hoy la supervivencia de la geometría heterosexual.
La biógrafa de Roig ha seleccionado los textos en los que la escritora reflexiona sobre qué es ser mujer esencialmente como significante producto de la cultura. Obviamente, no estamos en el tiempo en que el ejército producía hombres y la Iglesia educaba a mujeres. Pero a pesar de los cambios producto de las luchas sociales y de la extensión de derechos en las democracias avanzadas, “la institución sexocultural de dominación/sumisión sigue funcionando”. Roig solía decir que la sociedad es incapaz de generar comunidades más amplias que la familia, porque no hay ninguna otra relación que garantice el sistema de afectos y comprensión. La historia más reciente bloquea este principio, contradice a Roig, aunque las nuevas formas de familia grupal apenas han perdido parte de su adanismo después de un gran combate contra el patriarcado.
En un fragmento de su selección de textos de Roig, Batsabé García parodia el drama de la sumisión; utiliza la locuacidad y el humor para caricaturizar al machirulo inconsciente del dolor que produce su naturalidad. Echa mano de El tiempo de las cerezas, la novela de referencia de Montserrat Roig, para sumergir al lector en la casa de Silvia Claret -personaje del relato- durante la visita de tres amigas, Teresa, Dolors y Merche.
Las mujeres se reúnen en una sesión de Tapperware, en la que exhiben el muestrario de cajas de plástico y deciden compararlas. Llegan a casa de los Claret acompañadas de sus maridos. Estos se colocan en la biblioteca para charlar de coches, futbol, geopolítica, tabaco y brandy. Ellas en la cocina o en el salón sostienen una conversación sobre la comida encajonada en el plástico del Tapper; las damas se reencuentran y arden hasta llegar, con la ayuda del alcohol y la media luz, a un momento de desinhibición afectada y se desvisten en un clima de tolerancia y afecto, formando un cuarteto de esplendor simbólico, absolutamente tentador. Pero las mujeres se sienten prisioneras del envase de las sobras y del falo masculino. Una de ellas exclama de repente: ¡de ilusión también se vive!, ja, ja ja...el abracadabra con el que todo vuelve a la normalidad; se encienden las luces y regresa la cotidianidad de su papel como mujeres felizmente heterosexuales. El bajón las devuelve entonces al mundo ordinario, lleno de complejidades irresolubles. Es como si la belleza y la armonía de una escultura de Bernin o un cuadro de Fra Angélico transformaran la piedra en piel o el óleo en deseo; y después, de un plumazo, volviera todo a la quietud escultórica y pictórica. Suele ocurrir delante de una obra de arte, cuando la imaginación se apodera del que la contempla, pero al final del recorrido, el visitante no tiene más remedio que salir y afrontar la depresión que le produce la monotonía de la calle. Así se sienten las mujeres casadas de El tiempo de las cerezas. Cuando el manantial de su deseo comienza a brotar, ellas mismas se sienten impelidas a pisar el freno.
La mujer, dotada de inteligencia y valor
En el libro de Betsabé, esta inspiración novelada, situada en el capítulo titulado La heterosexualidad como problema, contrasta con otros momentos de la Roig más directos, como el que contiene Follar y amar (así en la cama como en el salón), donde el debate sobre el feminismo se convierte en combate contra el enemigo: “el binomio sexo-muerte como mercancía y las fantasías sexuales ligadas a un pasado a menudo cruel y violento. Las imágenes más turbias de nuestro subconsciente se reproducen en el deseo. No podemos olvidar que “somos hijos del fascismo".
En el desarrollo de Mundo hetero descubrimos otros dos apartados; uno de ellos dedicado al sexo como mero poder, titulado Un secuestro ontológico, y el debate con el eterno masculino, Feminismo: esa filosofía de segunda. El texto acaba con un balance aseverador, -Transhistórico- con arranque en la película Cambio de sexo, con el embrujo de la bella Bibi Andersen mostrando un pene rosado, largo y hermoso como un badajo de campana mayor de la catedral. En el estreno para iniciados abundan “todos mis genios locales, casaditos, padres de familia, fieles firmantes de cartas izquierdosas, atrapados en la telaraña de Bibi, la hermosa promesa”.....”la mujer no mujer sin sexo puro”....” la mujer que era el falo y ellos eran la mujer ¡Excitante simbiosis!”.
El orden expositivo de Betsabé, produce en el lector el efecto de conversar con la misma Montserrat Roig. Entramos en un juego de luces y sombras similar al que nos trasmiten las reposiciones del cine superlativo de Pier Paolo Passolini, un mártir de la verdad, expulsado del Partido Comunista Italiano por homosexual y repudiado tanto por la derecha como por la izquierda. Roig, fenomenal contadora de ficciones, se nos revela como rigurosa analista de su tema, el feminismo. Es el regreso memoralístico de la mujer dotada de inteligencia y valor.
Los textos reunidos en Mundo hetero fueron publicados por primera vez en 1980, en ¿Tiempo de mujer? Ahora han sido rescatados por Betsabé en la alacena de las letras para mostrar el “yo mujer” de la gran escritora, defensora del deseo y de su huella sobre nuestra piel. Montserrat Roig une a su empuje y a la verdad sanadora al descrédito de la masculinidad, la agonía de lo rotundo; el dulce elixir de la ambigüedad proclamada por Atenea, diosa de la sabiduría.