¿Qué desean los ciudadanos europeos? ¿Son conscientes de las políticas que adoptan sus dirigentes? ¿Y qué puede hacer la Unión Europea, sujeta a los gobiernos nacionales, que, a su vez, creen que pueden ser castigados por sus pueblos en las urnas? La información es lo que pueden ofrecer los periodistas, sin subterfugios, sin querer llevar a nadie a ninguna trinchera. Es la posición de la periodista irlandesa Sally Hayden (Dublín, 1989), que evita en todo momento ofrecer un categórico ‘esto es lo que se debería hacer’. Lo que sí quiere mostrar es su propio trabajo: Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos, un libro editado por Capitán Swing en España, que ha sido galardonado con el Premio Orwell de literatura política de 2022. La narración supone un golpe en el estómago al lector, que no es consciente de las decisiones que se toman día a día. Su relato sobre las rutas migratorias por el Mediterráneo, con una atención concreta en los campos de detención de Libia, es una llamada directa a la propia ciudadanía europea: "Los ciudadanos europeos deben saber lo que se hace en su nombre con las políticas de inmigración", asegura en esta entrevista con Letra Global.
Hayden se ha encontrado con una cuestión que ya la ha marcado para siempre. Se vio relacionada con los inmigrantes subsaharianos encerrados en centros de detención en Libia. En contacto con ellos, fue escuchando y comprobando sus informaciones, y lo que descubrió fue atroz. Las políticas de inmigración de la Unión Europea condenan a miles de jóvenes africanos en centros en los que acaban siendo esclavizados y apaleados. Esta peridosta irlandesa asegura que ya no podrá detener sus pesquisas y que sus reportajes y noticias sobre la inmigración irán a más, a pesar de las amenazas recibidas y las penurias sufridas. Su propia idea sobre el hecho migratorio ha cambiado. "Pensé que lo importante es que las autoridades gubernamentales pudieran actuar, que tuvieran toda la información para cambiar situaciones muy lamentables, que se pueden calificar de crímenes contra la humanidad, pero ahora pienso que lo importante es ofrecer toda esta información a la ciudadanía europea, directamente, para que sean los ciudadanos los que interioricen que es necesario un cambio, aunque pueda ser lento", asegura, con un añadido crucial: "Si es efectivo o no, lo veremos, porque todos los cambios son lentos, pero, en todo caso, debemos saber que estamos en el lado correcto de la historia", asegura en las instalaciones del IEMed (Institut Europeu de la Mediterrània) donde recibe a Letra Global, y donde Hayden ha pronunciado una conferencia esta semana.
¿Cuál es ese lado correcto? Los inmigrantes se ahogan en el Mediterráneo. Caminan miles de kilómetros desde países como Eritrea, Eitopía, o Sudán, hacia Libia, para tratar de llegar a Europa. Pero el destino es distinto. Lo que hacen es "huir de los centros de detención, lo hacen como pueden, se embarcan en el Mediterráneo de forma desesperada para salir de esos centros que el propio Papa ha calificado de 'campos de concentración'". Entonces, cuando están en el mar, "hay que salvarlos, no hay que pensar en otra cosa", reacciona Hayden, cuando se le hace notar que proyectos como el de Open Arms, --muy conocido en Cataluña y el resto de España-- son criticados porque se considera que, en el fondo, son como el eslabón que utilizan las mafias que trafican con inmigrantes, con la idea de que siempre habrá un barco de Open Arms para salvarlos en medio del Mediterráneo.
La periodista inicia su libro con un verso de Yeats muy ilustrativo, que se entiende a la perfección cuando en el largo texto --519 páginas-- se da voz a los cientos de inmigrantes con los que ha podido hablar y contactar Hayden:
"Como soy pobre, solo tengo mis sueños; y tan solo mis sueños he puesto a tus pies; pisa con tiento entonces, porque pisas mis sueños".
Un joven eritreo, Essey, incide en esa cuestión, en los sueños truncados. El ciudadano europeo que no desea inmigrantes, que no quiere que lleguen a sus playas, desconoce el transfondo de vidas como la de Essey, que, con su madre, llega a Etiopía, para no formar parte de un permamente ejército eritreo, uno de los países más autoritarios del mundo. Esa 'no vida', de jóvenes con talento, --él fue becado para estudiar en China, una beca que nunca pudo disfrutar en la práctica-- es la que lleva a soñar, a querer ir a Europa, o a países con ciertas perspectivas de futuro. Y lo que sufre es una detención, porque los que llegan a salir en embarcaciones suelen ser detenidos para volver a la costa de Libia, con la financiación europea. ¿Y qué pasa en esos centros de detención?
“Mis fuentes en Libia me cuentan todas las formas en que son tratados como animales. Han sido azotados, vendidos, apaleados, pastoreados, amontonados en vestíbulos, en salas pequeñas e incluso en jaulas. Han llegado a despreciar el olor de los demás. Sus mentes se desvanecen al arrebatarles la capacidad de pensar con claridad durante tanto tiempo. Se vuelven maleables, olvidan sus propósitos y valores. Temen no volver a confiar jamás”, señala Hayden en su libro.
Por ello, las miradas se centran en la Unión Europea, en las organizaciones no gubernamentales, en los gobiernos nacionales, que ponen sobre la mesa importantes recursos económicos con el objeto de que esos jóvenes africanos no lleguen a los países europeos. “Hay que saber que se impulsan políticas en nuestro nombre, pero debemos decir que no podemos aceptar que se hable en nuestro nombre practicando esas políticas en centros como los de Libia”, incide la periodista irlandesa.
Hayden se centra en gran parte en los centros de detención de Libia. Señala, cuando se le pregunta por la destrucción de Libia como estado, que las cosas no serían demasiado diferentes en el caso de que todavía estuviera al frente Gadafi, o alguien con esas características. Ahora las relaciones de la Unión Europea son con “otros dirigentes autoritarios o señores de la guerra”. El objetivo de las instituciones europeas sigue siendo el mismo, a juicio de Hyaden. “He hablado con muchos políticos, con dirigentes europeos, y lo que señalan es que deben detener la inmigración porque, en caso contrario, aumentará mucho el voto en sus países a la extrema derecha. Se prefiere apoyar a señores de la guerra. Pero, para mí, eso es pensar a corto plazo, por criterios electorales. No se dan cuenta que con esos centros de detención empeoran el problema. No se piensa en las raíces de la situación, no se piensa a largo plazo”.
El libro expone esas raíces del ‘problema’. Los países subsaharianos sufren distintas crisis al mismo tiempo, con guerras, con millones de desplazados y con los efectos del cambio climático. La periodista habla de Sudán, de Níger, de Somalia, Eritrea y Etiopía, del Congo, con diversas historias humanas, con inmigrantes que acaban llegando a países como Alemania, y que se enteran por Facebook de que sus hermanos han muerto en el mar. Las redes sociales son, en estos casos, de vital importancia. Hayden relata lo crucial que es tener un móvil, que se administra como si fuera un tesoro. Eso supone una gran paradoja, porque se pueden recibir informaciones, realidades de algo que los ciudadanos europeos desconocen por completo. Pero éstos apenas pueden actuar, es difícil cambiar nada, porque, además, lo que se pide a las autoridades es que se detenga la inmigración. Máxima comunicación, mínima acción para el cambio.
Hayden se refiere a una cuestión de fondo: “Europa necesitará capacidad de trabajo, mano de obra, pero se frustra, al mismo tiempo, los sueños de una población joven, con talento, con empuje. ¿Qué planes tienen para ellos? En todos esos países hay desesperación. Y en esos casos la gente intenta irse, como sea. La Unión Europea, conteniendo a esos inmigrantes en centros de detención que vulneran los derechos humanos, lo que hace es agravar el problema, porque provocan, todavía más, el deseo de salir de ahí”.
¿Una paradoja más? Cuando se insiste en el papel de los barcos que salvan vidas en el Mediterráneo, Hayden señala que éstos cubren una grieta, la que se establece entre lo que ha aprobado el Parlamento Europeo, para salvar inmigrantes en alta mar, y lo que implementa la Comisión Europea, con el pago para que esos centros de detención impidan el paso a Europa de miles de jóvenes subsaharianos.
Sally Haiden lo cuenta todo en un libro poderoso, con la convicción de que el periodismo debería tener algún sentido. Los artículos en los medios de comunicación son importantes, pero el formato del libro permite “detalles”, historias humanas, reflexiones profundas, contexto. Y es lo que debe ofrecer, a su juicio, un periodista. Ni más ni menos. Y que la propia opinión pública, los ciudadanos con poder real para cambiar la situación, obren, si así lo desean, en consecuencia.