Rob Riemen (Países Bajos, 1962) habla con pasión y cita a sus grandes referentes, siempre con Thomas Mann a su lado. Ensayista y fundador y presidente del Nexus Institute, un foro independiente con vocación internacional, Riemen reivindica el legado intelectual de Occidente, con todos los valores espirituales y morales que han ayudado al hombre a vivir y a considerar que vale la pena vivir. Riemen, en esta entrevista con Letra Global, tiene claro que algo ha pasado con esa acumulación de conocimiento y experiencias, y señala que la izquierda, la que ha creido en la justicia social, ha dejado de lado cuestiones sustanciales: “La izquierda ha renunciado a los valores espirituales, es una lengua que ya no se conoce”, asegura.

Al frente del Nexus Institute, Rob Riemen fomenta el debate filosófico y cultural y la reflexión intelectual. Es autor de un libro fundamental, como Nobleza de espíritu. Una idea olvidada (Taurus), y también de otra obra notable: Para combatir esta era (Taurus). Ahora ha publicado El arte de ser humanos, cuatro estudios, en la misma editorial en España, que constata algo que puede sumir en la perplejidad cuando se toma distancia: hay un legado, las obras de pensadores y escritores están al alcance de todos, el arte y la música no son muros infranqueables, pero quedan lejos. Los instrumentos los tenemos, pero la vida se ha organizado en torno a otras cuestiones, con requisitos como la eficacia económica, la producción, lo cuantificable y la línea de progreso intelectual, de conocimiento, dejó de ser ascendente desde hace ya unas décadas.

Riemen escribe en su libro que Estados Unidos es hoy “la versión contemporánea de la República de Weimar”. Cuando se le pregunta por ello, por el posible descalabro de la democracia norteamericana, el modelo que fue para incipientes democracias en todo el mundo, Riemen se pone serio: “Cuando Trump se presentó como candidato a la presidencia de Estados Unidos les dije a todos mis amigos que ganaría la nominación. Y también cuando se presentó frente a Hillary Clinton. Gané una apuesta. Y es que si ha habido un país donde la estupidez y la mentira se ha incorporado en la sociedad y especialmente en la educación en un nivel superlativo ese es Estados Unidos”. 

El libro de Rob Riemen

El ensayista añade que su libro se ha rechazado por distintas edtoriales norteamericanas porque lo consideran “demasado difícil para los lectores”. Es el resultado, a su juicio, de una sociedad que “está completamente enfocada a la noción de utilidad y no en los valores, en la cantidad y no en la calidad, y en lograr el máximo dinero posible”. Pero, ¿Sólo sucede en Estados Unidos esa degradación? Para Riemen en Europa el camino no es muy distinto: “Europa no está muy atrasada, si antes estábamos unos 20 años por detrás, ahora estamos a menos de dos años de todas las cosas que suceden allí, como si hubiéramos retrocedido, a través de las redes sociales, a la caverna de Platón, en la que sólo se ve lo que se quiere ver, o sólo se escucha lo que se quiere escuchar. Se vive en el propio ámbito egoista y sólo pendiente de esas redes sociales”.

Ese fenómeno mundial ha implicado que se deje de leer a Thomas Mann, a Robert Musil, a Zola, o a Bulgákov, que son algunos de los autores que analiza Riemen en su libro, a través de sus propias experiencias y sufrimientos. Y es de carácter transversal, algo que molesta especialmente a Riemen, aunque querría que todo el espectro ideológico fuera consciente de que el hombre no puede ni debe renunciar a la belleza, a la religión, a la palabra, a la emoción de un poema, a lo trascendente. “La izquierda ha renunciado a esos valores, a los valores espirituales y morales y lo ha reducido todo a problemas políticos y económicos. Es una lengua que ya no se conoce. Y el problema es que la derecha utiliza esos valores en la defensa de un conservadurismo por el que no quiere cambiar nada. Luchar contra la injusticia no es parte de su lengua, combatir el cambio climático no es parte de su lengua, tampoco lo es pensar que la humanidad es una unidad y que al lado de la Ciudad de Dios, está la ciudad de los hombres y que tenemos una responsabilidad”.

El libro de Benedetto Croce

Rob Riemen reivindica, entonces, autores como Benedetto Croce y su libro sobre la historia de Europa en el siglo XIX, al defender un movimiento de emancipación para dar a cada ser humano “la libertad de vivir su propia vida con dignidad”, y la posibilidad de que los distintos pueblos puedan lograr una Europa unida. De nuevo a aparece Thomas Mann, al que Croce dedica el libro porque sabe que “era el brazo contra el fascismo”.

En El arte de ser humanos, Rob Riemen toma la palabra de Kafka para señalar qué papel debe ocupar la literatura, qué rol deben tomar los intelectuales y los escritores que desen mantener el poder de la palabra. Es lo que pedía Kafka en su carta del 27 de enero de 1904 a su amigo Oskar Pollack:

“Si el libro que leemos no nos despierta como un puño que nos golpeara en el cráneo, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices? Dios mío, también seríamos felices si no tuviéramos libros, y podríamos, si fuera necesario, escribir nosotros mismos los libros que nos hagan felices. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentir desterrados a las junglas más remotas, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado que tenemos dentro. Eso es lo que creo”.

Autores capaces de enfrentarse al autoritarismo, de defender al ser humano, de atacar la falsedad, de rastrear para salvar, como hizo Zola, a un hombre como Dreyfus, atacado por conveniencia, como chivo expiatorio. Eso es lo que es necesario recuperar: “la valentía de los intelectuales”, como señala Riemen.

Uno de los aspectos centrales del libro versa sobre la religión, sobre el poder de la fe para aguantar y sobrevivir frente a experiencias extremas y dolorosas. “La religión es una parte fundamental de la psique humana, es nuestra conciencia de nuestra naturaleza espiritual. Mi gran héroe, Thomas Mann, dijo que la esencia de la religión es ser conscientes del rito de la vida. El rito de la vida es nuestra conciencia de que somos mortales, de que podemos morir y nos enfrentamos a esas preguntas, ¿de dónde vengo? ¿Cuál es el destino de mi vida? ¿Qué es lo que tengo que hacer para que mi vida sea valiosa, para ser la persona que somos?”, señala Riemen.

Lo que expone este ensayista, que quiere dignificar la figura del intelectual, es lo que ya señalaba Sócrates, y que es el motor de su reciente libro: “Ser humano es un arte, y esa fue la convicción de Sócrates, que amaba la sabiduría. Sus dos grandes preguntas deben movernos hoy: ¿Cuál es la mejor manera de vivir? y ¿en qué consiste una sociedad justa?”

Esas cuestiones, lo trascendental, la vida, con todo lo que se ha analizado sobre ello, con un legado valioso que parece que ya no se tiene en cuenta, es lo que Rob Riemen quiere poner de nuevo sobre la mesa. Lo que se ve, sin embargo, “es la estupidez, los debates identitarios, lo individual a través de las redes sociales”.