'Succession': pijos, poder y la reinvención del statu quo
La serie de HBO manifiesta que las quejas de la generación millennial devienen de las malas prácticas de los baby boomers, aunque las mantienen y refuerzan
10 diciembre, 2021 00:00Saturno se comió a sus hijos según cuenta Ovidio. Goya dibujó el mito del poeta en una de sus pinturas, quizás, la que más conocemos en nuestro imaginario colectivo hoy día. Shakespeare, en el Rey Lear, relató cómo se dividiría el reino entre sus hijas. Mientras, en Succession, la serie de HBO, un magnate de los medios divide sus dubitaciones para saber a quién de sus hijos, menos imbécil, deja su legado.
Succession vuelve a resurgir al mito de Ovidio. La serie, creada por el escritor de comedia británico Jesse Armstrong, relata a una familia: los Roy y su círculo más íntimo. El patriarca, Logan Roy, fundó uno de los conglomerados de medios más grandes del mundo, Waystar Royco, una especie de guiño-burla al imperio del Ruppert Murdoch, ese que casi se va al garete fuera de la ficción, mientras sus hijos intentaban quedarse con la compañía en 2018 hasta que el magnate no se decidiera por Walt Disney Company al cerrar un acuerdo de más de 71.000 millones de dólares.
El imperio de los Roy se parece más al de Murdoch que al de un tímido Jaume Roures, no solo porque incluye varios tipos de medios de comunicación y productoras de películas sino porque va más allá y posee parques temáticos y líneas de cruceros. Los hijos de Logan, Kendall, Siobhan, Roman y Connor, compiten por el afecto y la atención del padre, que nunca llega a buen puerto. Los hermanos Roy lo tienen todo, por eso quieren lo que no pueden tener: que Logan los nombre dignos para ejercer el poder supremo de la compañía. Pero, ¿quién será? es la gran pregunta que va hilando y nos va enganchando en cada episodio de la serie.
Hijos versus padres: la gran lucha de poder
El piloto de la serie comienza con Kendall Roy rapeando en un automóvil de Waystar Royco, mientras se dirige al ochenta cumpleaños de Logan, momento en el que Kendall cree de que su padre lo nombrará director ejecutivo de la empresa. Sin embargo, esta escena del piloto está muy lejos de la apertura de la temporada más reciente, la tercera, que comienza, sin elipsis, justo donde terminó la anterior, con Kendall recobrando la compostura, después de una conferencia de prensa en donde le ha declarado la guerra a su padre.
Al comienzo de la serie Kendall se presenta como el heredero aparente, pero pronto queda claro que él no está hecho para el trabajo, así como tampoco lo están sus hermanos hambrientos de poder. Siobhan es posiblemente la más completa, una astuta operadora política; Roman es un nihilista ardiente con problemas de erección; y Connor, el hermano más blandengue, es un libertario tonto que desea alzarse con la presidencia de Estados Unidos sin tener carrera política. En el círculo intimo de los Roy también hay otros candidatos como Tom Wambsgans, el adulador y torturado esposo de Siobhan, que también trabaja en Waystar, y Gerri Kellman, una abogada madura con un lado bastante travieso. Quizás, el personaje más extraño y, por lo tanto, más sorprendente, es el primo Greg, un ingenuo arribista que comete más errores que el resto de los personajes por no haber crecido en un circulo de tanto dinero y poder.
La gran trama que mueve a todos los personajes es el poder. Shiv ejerce poder sobre su marido. Gerri sobre Roman y viceversa, Kendall sobre Logan y Logan sobre casi todos los personajes. Cada uno de los hermanos apuntala a los otros cuando Logan decide mirar y no insultar. El juego es un todos contra todos, la mayor parte del tiempo, con capas que desvelan las desigualdades más básicas hasta los malos tratos tan propios que se generan en ambientes donde coexisten el ego, el dinero y la ceguera del poder.
Es quizás por esta desigualdad y la reminiscencia del gran mito de Ovidio, que la serie goza de gran éxito, porque cuantas veces no nos hemos visto en la tesitura de pasar un mal rato por un jefe déspota o, tenerle miedo, las contestaciones de una madre o un padre castrador, o simplemente, la superioridad moral de un colega que tiene más poder dentro del status quo social, cultural o económico.
Meritocracia y otras estupideces
Si algo deja claro Succession es que el concepto de meritocracia quedó anclado en la cultura norteamericana y mundial en los años 90. Es por ello que Logan nunca ve en sus hijos un sucesor porque ninguno tiene realmente la experiencia para hacerlo. Son niños pijos que creen que se lo merecen todo sin esforzarse por nada.
Logan ve a sus hijos como el propio escritor de la serie los muestra, como imbéciles. Quizás esta es la estrategia de Jesse Armstrong, escritor de la serie, que a través de la parodia demuestra cómo el siglo XXI se contrapone al siglo XX: por el poco esfuerzo que se le exige a la generación de internet, donde la democratización ha hecho que todo parezca más fácil, pero no es así.
Los hijos Roy no entienden de eso. De hecho, el episodio seis de la tercera temporada desvela cómo Kendall entiende lo estúpido que ha sido al generar una guerra con su padre, porque en el fondo, todo lo que propone no tiene sentido alguno y merma sus propios beneficios --obtenidos por el solo hecho de ser hijo de Logan-- dentro de Waystar. Además, lo que más le importa y lo más básico, no lo tiene: el amor paterno.
De todas formas, las prácticas de Logan no se quedan atrás. Si algo sabe el diablo por viejo que por diablo o Saturno por miedo a sus hijos, es que para mantener el poder hay que jugar con ventaja y tener a los aliados cerca. Logan toma decisiones a dedo, la meritocracia ni las formas son lo suyo o quizás una parte muy risible. El patriarca visibiliza que no solo el esfuerzo y el sacrificio van de la maano, también con herramientas terribles para prosperar y ganarse tu atención. Desde abusos de poder hacia subalternos, actos de corrupción hasta manipulación mediática al Presidente de Estados Unidos desde una de sus empresas de medios.
Si algo ha hecho Succession es visibilizar que las quejas de la generación millennial devienen de las malas prácticas de los baby boomers, sin dejar a un lado, que las nuevas generaciones con poder, como las que muestra la serie, siguen perpetuando las mismas formas despóticas y corruptas que la generación anterior, esa que tanto desean tumbar.
Succession es una serie que no solo expone los abusos del poder y la riqueza desde la comedia dramática, ya que si algo sabemos de Jesse Armstrong es que es genial al utilizar el humor negro británico para hablar del poder, sino que nos golpea en la cara con una verdad absoluta: los juegos de poder existieron, existen y seguirán existiendo, perpetuando así desigualdades y falta de libertades de cualquier ámbito, duélanle a quien le duela.