'Köln 75': verdad y leyenda del histórico concierto de Keith Jarrett
'Köln 75': verdad y leyenda del histórico concierto de Keith Jarrett
Ido Fluck recrea los avatares de la organización del mítico concierto del pianista norteamericano en Colonia medio siglo después de su celebración en una películamodesta pero muy recomendable
El 24 de enero de 1975 es una fecha para la historia de la música del siglo XX. Esa noche, Keith Jarrett dio un concierto de piano solo en la Ópera de Colonia. En noviembre de ese año la discográfica ECM sacó la grabación en formato de doble elepé, que se convirtió en un fenómeno en el mundo del jazz y traspasó sus fronteras. Las ventas superaron los cuatro millones de copias. Se cumple ahora el cincuentenario de ese evento legendario, tanto por la belleza de la música como por las circunstancias que lo rodearon. Sumándose a las celebraciones, se estrena la película alemana Köln 75, escrita y dirigida por Ido Fluk.
El momento culminante de esta cinta es la celebración del concierto, pero lo que explica es cómo se llegó a celebrar con todo en contra. Aunque Jarrett (interpretado con convicción por John Nagaro) tiene cierto protagonismo en el tramo final, la figura en la que se centra es Vera Brandes, la chica de dieciocho años organizadora de ese evento (a la que la actriz Mala Emde convierte en una rebelde dotada de encanto y determinación).
La auténtica Vera -que aparece al final en un breve cameo- tiene ahora 69 años y ese concierto la catapultó en la escena musical alemana hasta convertirse en productora y fundadora de su propia discográfica. Había dado sus primeros pasos como promotora siendo todavía menor de edad. Cuando tenía dieciséis años, el saxofonista británico Ronnie Scott -cofundador de un famoso club de jazz en el Soho londinense que lleva su nombre- quedó prendado del descaro de esa chica y le pidió que le organizara su próxima gira por Alemania. Sin cortarse un pelo y sin ninguna experiencia previa, Brandes, que todavía estudiaba en el instituto, se colaba en la consulta de dentista de su adusto padre y utilizaba el teléfono para contratar bolos a Scott.
'Köln75'
Salió más que airosa del envite y se convirtió en la promotora más joven de Alemania y probablemente del planeta entero. Entonces escuchó a Jarrett en un festival de jazz berlinés y decidió que tenía que traerlo a Colonia. En 1975 Alemania vivía en plena década contestataria y contracultural, y Brandes era una chica de estética hippy, con amigos con ínfulas revolucionarias y unos padres conservadores, empeñados en que siguiera la tradición familiar y estudiara odontología.
La confrontación generacional de Vera con su padre es una de las dificultades que debe enfrentar Vera para llevar a buen puerto el concierto en el que se juega todo su capital y su futuro personal. Köln 75 narra lo sucedido con fidelidad, aunque se toma alguna que otra licencia. Por ejemplo, la invención del personaje de un crítico de jazz llamado Michael Watts (Michael Chermus) que nunca existió y está inspirado en varios críticos de la época.
Este personaje, empeñado en entrevistar a Jarrett, sirve para propiciar algunas declaraciones del pianista y también para explicar al espectador lego la relevancia de sus improvisaciones pianísticas. Esto último lo hace rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose didácticamente a la pantalla; un recurso delicado de manejar, pero que está muy bien resuelto. También el personaje de Vera se permite al principio dirigirse al espectador para aclarar que la escena que acabamos de ver no sucedió exactamente así. Este juego irónico es interesante, porque apunta la diferencia que puede haber entre lo sucedido y lo recordado (y acaso mitificado).
Lo sucedido en relación con el célebre concierto de Jarrett es lo siguiente: en 1975 el pianista estaba realizando una gira europea por once ciudades, con final previsto en París. En Colonia tocaba en la ópera, a horas intempestivas -las once y media de la noche- porque lo habían tenido que programar después de una representación de Lulú de Alban Berg.
'Köln 75'
Jarrett viajó a la ciudad directamente desde Lausana, donde había tocado el día anterior. Él y su productor, Manfred Eicher (interpretado por Alexander Scheer), que lo acompañaba en la gira, hicieron el trayecto por carretera durante toda la noche en el destartalado Renault 4 de Eicher. Iban solos; es falso que, tal como aparece en la película, los acompañara un crítico de jazz. El músico no pegó ojo, porque entonces ya sufría dolores de espalda, que su manera de tocar -encorvándose mucho sobre el piano- empeoraba. Para aliviar las molestias, usaba un corsé.
Jarrett ya empezaba a dar muestras de su temperamento y sus malas pulgas (Nagaro hace una interpretación magnífica, porque logra transmitir estas actitudes sin convertirlo en un cretino detestable), Con molestias dorsales y sin dormir, el artista no apareció en Colonia con el mejor estado de ánimo. Y cuando llegaron a la ópera para probar el piano, estalló. Él y Eicher habían pedido por contrato un Bösendorfer Imperial y con lo que se encontraron fue con un piano de media cola de los que se utilizan para los ensayos.
No era adecuado para proyectar la música en la inmensa sala y para colmo estaba desafinado y algo destartalado (con respecto a esto varían las versiones: que la sonoridad de los agudos era lamentable, que fallaba un pedal, que algunas teclas se atascaban, que alguna cuerda estaba rota). Se convocó de urgencia a dos afinadores para ponerlo a punto, mientras Vera intentaba localizar un Bösendorfer imperial en Colonia. Lo consiguió, pero no pudieron trasladarlo, porque no disponían de los medios para hacerlo con garantías de no deteriorar el preciado instrumento y tener que abonar una fortuna por el destrozo.
¿El cambio de piano fue un error de la ópera o una maldad del director al que lo de programar en ese templo de la música clásica un concierto de jazz le daba cien patadas y solo aceptó por el dinero que estaba dispuesta a pagar la joven promotora? Lo cierto es que ese día no había nadie localizable al que preguntar dónde demonios estaba el piano contratado.
'Köln Concert'
Jarrett se negó a tocar si no le traían el instrumento requerido, pese a que estaba vendido todo el aforo y Eicher había pagado al técnico de sonido Martin Wieland para que grabara el concierto. Vera Brandes tiró de encanto y de su precario inglés para decirle al pianista que si no actuaba esa noche la iba a hundir. Finalmente, el músico aceptó a regañadientes, con esta sentencia dirigía a Vera: “De acuerdo, tocaré, pero recuerda siempre que lo hago por ti”.
Lo sucedido esa noche fue apoteósico: Jarrett, sin apenas haber podido dar una cabezada en el hotel y de un humor de perros, se plantó ante el piano de media cola que los afinadores habían puesto a punto entre bambalinas, mientras se representaba Lulú. Y aconteció la magia: brotó una música improvisada bellísima, electrizante, apabullante.
El artista, sin embargo, mantiene una relación complicada con este concierto, porque todo el mundo lo asocia a él y cree que ha dado otros mucho mejores. Por eso no solo no ha participado en la película, sino que al parecer se ha negado ceder los derechos de la música que tocó esa noche. Solo esto explica la extrañísima decisión que toma el director en la parte final. Cuando Jarrett empieza a tocar no lo oímos a él, sino que se superpone la versión de Nina Simone de To Have Somebody mientras Vera descubre que el maldito Bösendorfer imperial había estado todo el día detrás del escenario, tapado con una lona, sin que nadie lo viera.
En esa época, Jarrett estaba haciendo historia. Después de tocar en el cuarteto de Charles Lloyd, había alcanzado la gloria soñada por cualquier intérprete de jazz al incorporarse al grupo de Miles Davis para tocar los teclados. Eran tiempos de fusión con el rock y Davis estaba en plena etapa psicodélica. En aquel entonces parecía que el futuro para un joven músico era transitar por la senda de la fusión, como hicieron compañeros de generación como Chick Corea. Sin embargo, tras dejar la banda de Miles, Jarrett optó por un back to the basics a contracorriente: tríos y cuartetos acústicos y piano solo.
Facing You
Tenía por delante una potencial carrera en Estados Unidos, con contratos con sellos como Atlantic e Impulse!, con los que sacó varios discos. Pero decidió marcharse a Europa en busca de respeto y libertad. Era una operación de riesgo: Manfred Eicher estaba dando los primeros pasos con su sello ECM, con sede en Múnich, y ya había atraído a algunos artistas americanos como el excelso pianista Paul Bley. Lo primero que grabó Jarrett para ECM fue el disco de piano solo en estudio Facing You. Después vino lo que parecía un suicido comercial: el triple elepé Solo Concerts Brenen/Laussane, grabado en directo. Pero funcionó; había espacio para la improvisación pianística. Y la culminación llegó con el Köln Concert.
El músico estaba rompiendo las barreras del jazz y creando pura música improvisada en la que cabían desde ecos de Bach a toques de blues, desde la atonalidad al gospel. Cada concierto era una creación única, porque partía de cero, se vaciaba y canalizaba la música que fluía por sus manos en una suerte de arrebato místico. Desde entonces ha grabado en directo una larga lista de discos de música improvisada al piano. Destacan obras como La Scala, Río, The Carnegie Hall Concert, A Multitude of Angels, La Fenice…, que permiten documentar la evolución de su forma de abordar la improvisación. En 2018 Jarrett sufrió dos infartos cerebrales que le afectaron a la movilidad de un brazo. Desde entonces no ha vuelto a tocar en público, pero Eicher tiene mucho material grabado y cada año aparecen un par de nuevos álbumes.
En Köln 75, una película modesta pero muy recomendable para cualquier admirador de Jarrett, el crítico le pregunta durante el viaje a Colonia sobre su modo de tocar improvisando. “¿Alguna vez temes fracasar?” A lo que el pianista responde: “Cada noche”. Aunque la escena es apócrifa, es un perfecto resumen de su modo de crear música, asumiendo el vértigo en busca de lo sublime.