![Imagen de 'La colina de los perros'](https://a1.elespanol.com/cronicaglobal/2025/02/07/letraglobal/cine-teatro/922417889_14085089_1024x576.jpg)
Imagen de 'La colina de los perros'
'La colina de los perros': sordidez polaca
La miniserie resulta un thriller de arte y ensayo en el que más importante que la resolución de un crimen parece ser una cierta reflexión sobre la miseria moral de la existencia
También vemos: El mundo de Philomena Cunk
Otra peculiar rareza en Netflix: La colina de los perros, miniserie polaca de cinco episodios, mezcla de thriller, crónica social y drama familiar para la que hace falta cierto estómago y bastante paciencia, ya que el ritmo no es precisamente trepidante y el entorno que nos muestra es francamente deprimente.
¿Merece la pena verla? Sin duda. Pero me parece oportuno avisar al posible espectador de que no es precisamente la alegría de la huerta, sino que destaca por su sordidez, tanto en lo criminal como en lo social.
Desde una óptica exclusivamente personal, les puedo asegurar que, si llegan al final del primer episodio, ya pueden tragarse tranquilamente los cuatro que faltan: no es un producto de fácil digestión, pero, a su extraña manera, engancha.
![Imagen de la serie 'La colina de los perros'](https://a1.elespanol.com/cronicaglobal/2025/02/07/letraglobal/cine-teatro/922417888_14085052_1024x576.jpg)
Imagen de la serie 'La colina de los perros'
Escrita y dirigida por Piotr Domalewski (sobre una novela de Jakub Zulczyk, inédita en España, que yo sepa), La colina de los perros aborda el regreso a su pueblo de Mikolai (Mateusz Kosciukiewicz), un joven escritor que ha cosechado un gran éxito con su primera novela, que no ha hecho ninguna gracia en su lugar de nacimiento porque demasiada gente se ha visto retratada en tal o cual personaje.
Encuentro familiar
Lo hace acompañado de su mujer, Justina (Jasmina Polak), una periodista de investigación que, sin pretenderlo, se va a encontrar con muchas cosas que investigar en esa comunidad ponzoñosa en la que su marido lleva años sin poner los pies. En parte por la mala relación con su padre, al que se le iba la mano a menudo con su difunta madre. Y en parte porque Daria, la novia adolescente de Mikolai, fue asesinada hace lustros sin que la policía local, tirando a corrupta, se matara a la hora de investigar el crimen.
El motivo de la visita al pueblo es el cumpleaños de Tomasz (Robert Wieckiewicz), el padre de Mikolai, que tiene una nueva esposa y otros dos hijos pre adolescentes, pero, aunque el encuentro familiar es desastroso, la pareja de recién llegados alarga su estancia en vez de volverse corriendo a Varsovia, que es lo que haría cualquiera en su sano juicio, aunque en ese caso nos quedaríamos sin miniserie.
Postales amenazantes
Como descubrirá pronto Justina, el pueblo de su marido es un pozo de corrupción en el que la alcaldesa está liada con constructores turbios (quieren erigir un hotel de lujo junto al lago, en un terreno que ocupa el sector más desgraciado de la población, que ha plantado ahí su campamento), con gánsteres romaníes cargados de anillos y pistolas y ropa de macarra y con cualquiera del que se pueda extraer algún beneficio personal.
El jefe de la policía también está en el ajo, cobra por ello y no ha emprendido una investigación seria en su vida. Mikolai, por su parte, sigue obsesionado por el asesinato de Daria y no quiere volver a Varsovia sin averiguar quién quitó de en medio a la pobre chica y por qué. Coinciden así dos pesquisas: las de Mikolai (que ha dejado recientemente el alcohol y las drogas) para pillar al responsable del asesinato de su novia de la adolescencia y las de Justina para desmontar la red de indeseables que controla la zona.
Mientras tanto, a Mikolai le van llegando unas postales amenazantes (y anónimas, claro) en las que se le urge a volver a Varsovia si no quiere verse metido en serios problemas (que incluyen, se entiende, un final tan triste como el de la pobre Daria).
![Imagen de 'La colina de los perros'](https://a1.elespanol.com/cronicaglobal/2025/02/07/letraglobal/cine-teatro/922417890_14085118_1024x576.jpg)
Imagen de 'La colina de los perros'
Puede que con estos mimbres los americanos o los ingleses hubiesen fabricado un thriller algo más trepidante, pero estamos en Polonia y aquí todo es triste, deprimente, desesperanzado y gris. El pueblo es feo hasta decir basta. La fotografía es oscura. No sale el sol en las cinco horas de metraje. A veces no se entiende qué ha visto Justina en Mikolai, que a menudo aparece como un pusilánime depresivo.
Peras con manzanas
El ritmo narrativo es lento no, lo siguiente. Y sin embargo…Lo dicho: una vez terminado el primer episodio, se ha superado lo más difícil y hasta acabas viéndole la gracia a esa historia deprimente a más no poder que parece querer introducir el alma eslava a lo Dostoievski en lo que podría haber sido una simple historia de mafiosos y asesinatos no resueltos.
La colina de los perros es algo así como un thriller de arte y ensayo en el que más importante que la resolución de un crimen parece ser una cierta reflexión sobre la miseria moral de la existencia. Rara avis del género policial, esta miniserie es una prueba más de la absoluta (y bendita) falta de criterio de Netflix, donde se mezclan peras con manzanas con una alegría ligeramente majareta.
Eso sí, como les digo una cosa, les digo otra: si se quedan fritos a mitad del primer episodio, no seré yo quien les afee la conducta.