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Hugh Bonneville es uno de esos actores británicos cuyo físico resulta muy adecuado para interpretar papeles de aristócrata, mayordomo o pastor de la iglesia anglicana (no olvidemos que el hombre se doctoró en teología en la universidad). En España se le conoce principalmente por su participación en la serie Downton Abbey, donde daba vida a un noble ligeramente tronado cuya obsesión consistía en conservar la mansión familiar del título, aunque también habría estado muy creíble como mayordomo o asistente espiritual de la familia.

Ideal para historias de época, dado su aspecto rollizo y anticuado, a veces le toca enfrentarse a temas de la más rabiosa actualidad, de los que suele salir bastante bien parado, aunque, yo, personalmente, no recuerde ni una sola interpretación memorable de este buen hombre.

Tampoco lo es la de Douglas is cancelled, miniserie en cuatro capítulos de Sky Showtime a la que le habría sentado muy bien un protagonista con más carisma y mayor vis cómica que el señor Bonneville, que se limita a cumplir, pero puede dejar al espectador pensando en que todo podría haber salido mejor con Gary Oldman o Richard E. Grant en el papel principal de esta propuesta sobre ese tema de la mayor actualidad que es la cancelación social de quien se sospecha que se ha portado mal en algún asunto espinoso o que ha dicho algo que no debía sobre otro tema de esos con los que hay que andarse con cuidado.

Un tipo muy popular

Douglas is cancelled se salva (y se disfruta) gracias al guion de Steven Moffat, uno de los mejores escritores de la actual televisión británica, al que debemos, entre otras joyitas, el Sherlock ambientado en época actual y protagonizado por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman (serie que lo mantuvo ocupado entre 2010 y 2017 y en la que, por cierto, se otorgó el papel del siniestro hermano de Holmes, Mycroft, siempre intrigando a favor de la Corona desde los salones del Club Diógenes).

Una imagen de la miniserie 'Douglas is cancelled' Sky Showtime

Pasándose a un inusual tono humorístico, el señor Moffat ha afrontado el fantasma de la cancelación (a veces merecida, a veces no en los tiempos que corren) a través de Douglas Bellowes (Bonneville), popular presentador del noticiario televisivo Live at six (En directo a las seis) a medias con su supuesta y joven admiradora Madeline Crow (Karen Gillan). Douglas es un tipo extremadamente popular en el Reino Unido (yo diría que está ligeramente inspirado en el glamuroso cotilla Piers Morgan) hasta que se le cuela una inesperada piedra en el zapato: durante una boda, y hallándose en un avanzado estado de ebriedad, alguien le escuchó un comentario vulgar susceptible de ser tachado de sexista.

Y ese alguien publicó un tuit al respecto que habría pasado desapercibido si no llega a ser por Madeline, que lo retuitea para sus dos millones de seguidores, aparentando que está de parte de su compañero de trabajo, al que considera incapaz de haber emitido un comentario semejante.

Se le va la mano pimplando

Comentario que, por cierto, nadie sabe de qué iba. Parece que era sexista y tirando a misógino, pero ahí se acaba la información. Douglas no recuerda lo que dijo porque había bebido. Madeline hace como que está de su parte, pero su contribución a la propagación del sindiós parece apuntar a una cierta mala intención encaminada a eliminar a su socio y quedarse con Live at six para ella sola. Y para acabarlo de arreglar, el productor del programa, Toby (Ben Miles) es un liante de nivel cinco que solo piensa en cuál es la mejor manera de sacarle partido al incidente, sea cierto o no.

Imagen de 'Douglas is cancelled' Sky Showtime

Sátira amable del delirio woke, Douglas is cancelled podría hacer más sangre de la que hace con los excesos de la corrección política, quedándose más cerca de P.G. Wodehouse que de Evelyn Waugh (o Tom Sharpe), pero constituye una divertida reflexión sobre las tendencias inquisitoriales mostradas recientemente por nuestra querida sociedad y con las que corremos el riesgo de conseguir que paguen justos por pecadores. Puestos a buscarle pegas, creo que al guion del señor Moffat le habría sentado bien un poco más de mala baba, y que un actor menos pantuflista que Hugh Bonneville le habría sentado de perlas a la miniserie. Pero, tal como está, Douglas is cancelled constituye un eficaz entretenimiento para alegrar cualquier fin de semana.

Aunque nunca lleguemos a saber qué dijo exactamente el bobalicón de Douglas en esa boda en la que se le fue la mano pimplando.