La serie de Ryan Murphy Feud se centra, como su nombre indica, en enemistades rayanas en el odio, como la que mantenían las actrices Bette Davis y Joan Crawford y que centró la primera temporada de esta interesante propuesta. Para la segunda, Capote vs. The Swans (Capote contra los cisnes), el señor Murphy se ha fijado en la peculiar relación que entabló en los años 60 el escritor (y chismoso profesional) Truman Capote con unas señoronas, ya de una cierta edad, del Upper East Side neoyorquino, de las que se empeñó en convertirse en su mejor amigo gay, espléndidamente recibido por las marquesonas porque todas tenían maridos ricos que les ponían los cuernos de manera despiadada y Truman era para ellas una mezcla de amigo, hermano y peluchón que les venía muy bien para ser escuchadas y aconsejadas y disfrutar de un poco de diversión durante sus almuerzos en La Côte Basque y otros comederos para ricachones del alto Manhattan.
Como todos sabemos, la amistad de Truman con sus cisnes, como él las llamaba, acabó como el rosario de la aurora cuando éste las presentó bajo una luz no muy favorecedora en La Côte Basque, un relato publicado en la revista Esquire como adelanto de Plegarias atendidas, ese libro del que Capote se pasó hablando durante años y que dejó inconcluso porque el alcohol y las pastillas le impedían trabajar a un ritmo razonable, lo cual desesperaba a su editorial, Random House, que le había adelantado un pastón y veía cómo iba pasando el tiempo sin recibir la versión definitiva del texto prometido. Ese es el material de Capote vs. the Swans, repartido en ocho capítulos que pueden verse en HBO Max y que han sido escritos por el dramaturgo Jon Robin Baitz, que es en quien ha delegado Murphy a la hora de afrontar el tema (el grueso de la dirección lo lleva Gus Van Sant). Sabia decisión, por cierto. A diferencia de Murphy, que siempre barre para casa siguiendo su agenda gay, el señor Baitz, que también es homosexual, elude cualquier tipo de activismo y se centra brillantemente en el factor humano del asunto, consiguiendo un resultado sensible, emotivo y enternecedor sin rozar jamás la cursilería (los diálogos, como corresponde a un autor teatral, son especialmente buenos).
Baitz ha trabajado poco en televisión (participó en series como Alias y El ala oeste de la Casa Blanca y creó Brothers and sisters) y espero que lo haga más a partir de ahora, pues Capote vs. The Swans es una magnífica serie de autor cuidada hasta el último detalle, tanto en el contenido como en la ambientación (la Nueva York de Mad Men resulta totalmente creíble). El reparto, asimismo, no puede estar mejor elegido. Tom Hollander borda el papel de Capote y lo mismo puede decirse de quienes interpretan a los cisnes, Naomi Watts (Babe Paley), Diane Lane (Slim Keith), Calista Flockhart (Lee Radziwill, la hermana frívola de Jackie Kennedy/Onassis) y Demi Moore (Ann Woodward, a la que Truman empujó al suicidio con sus chismorreos criminales). Las apariciones de Jessica Lange como la difunta madre del escritor son tan formidables como las del padre de Hamlet.
Vista con displicencia, la relación de Capote con sus cisnes puede despacharse como la típica historia de ricachonas aburridas a las que distrae un homosexual cargado de ingenio y mala uva que trata de olvidar en su compañía sus orígenes white trash en un poblacho de Alabama. Baitz se empeña (y lo consigue) en enfatizar el lado humano de esa relación, esforzándose en ver en Capote algo más que un chafardero indomable y en los cisnes unas supervivientes que han hecho con su existencia parasitaria lo que han podido, cobrándose en joyas los cuernos que les ponen sus maridos, pegándose a su costa la vida padre y, lamentablemente, descuidando la educación de sus hijos, carne de nannies y sirvientas negras.
¿Había amor o solo conveniencia entre Truman y sus cisnes? Las dos cosas, viene a decirnos Baitz, que hace sangre con mucha elegancia y altas dosis de empatía. ¿Por qué lo echó todo a perder Truman con su relato en Esquire? ¿Porque era una maricona mala, como él mismo se describe en un momento dado? ¿Porque la absoluta sinceridad era imprescindible para que Plegarias atendidas fuese la obra maestra que quería ser y que, junto a A sangre fría, situaría definitivamente a su autor en el olimpo de la literatura norteamericana del siglo XX? Probablemente, las dos cosas.
Fibra sensible
Capote pagó su sinceridad literaria (o sus chismorreos de maricona mala) con el ostracismo al que fue sometido por los cisnes durante sus últimos y catastróficos años de vida, que los pasó borracho, empastillado, acostándose con gañanes que lo zurraban y desatendiendo los cariñosos consejos de su ex novio Jack Dunphy (Joe Mantello, ex compañero en la vida real de Jon Robin Baitz), que hizo todo lo posible y más para sacarle del círculo infernal en que se había metido. A Truman no le perdonó ni su cisne favorito, Babe Paley, quien se moría de ganas de hacer las paces con él (y de cáncer), pero su orgullo era mayor que sus sentimientos. Finalmente, Capote fracasó por partida doble: perdió a sus amigas y dejó unas Plegarias atendidas que apenas llegaban a borrador de lo que podrían haber sido.
Capote vs. The Swans es una historia muy triste explicada con suma sensibilidad y empatía, dos cualidades que a Ryan Murphy no le sobran (aunque tiene otros méritos, sobre todo en lo relativo al gore y al grand guignol, como se demuestra en su estupenda serie American Horror Story). En ese sentido, ha sido un gran acierto por su parte delegar en Jon Robin Baitz, que ha encontrado el tono adecuado para explicar esta desdichada historia que no es para todo el mundo, pero puede tocar la fibra sensible de cualquier espectador aburrido de otras ficciones más rutinarias y en absoluto emotivas.