Advertencia: la miniserie de hoy, The Continental (Amazon Prime) va dedicada, prácticamente en exclusiva, a los fans de John Wick, el personaje que se inventó hace unos años Derek Kolstad y cuya primera aventura cinematográfica fue eso que los americanos definen como un sleeper, o éxito inesperado, dando origen a una saga que ya lleva cuatro largometrajes, a cuál más desquiciado, violento, inverosímil, rozando lo majareta y, ¿para qué negarlo?, tremendamente divertido para todos aquellos que tengan la costumbre de darle una alegría de vez en cuando a su niño interior. Si a usted no le interesa el universo criminalmente coreográfico del personaje interpretado por Keanu Reeves (el papel de su vida, ideal para un actor que ya se apaña con una expresión y media, como le sucedió a Matt Damon con la saga del espía amnésico Jason Bourne), puede pasar de The Continental como de una visita al proctólogo, e incluso dejar de leer este artículo. Si, por el contrario, ha disfrutado de lo lindo con las cuatro entregas de las andanzas de John Wick y siente cierta curiosidad por saber cómo funcionaban las cosas en el hotel para criminales dirigido por Winston Scott (Ian McShane) y su fiel conserje Charon (el recientemente fallecido Lance Reddick), ¡bienvenido al Continental!
Miniserie compuesta de tres episodios (de noventa minutos de duración cada uno), The Continental es un viaje en el tiempo hacia una época anterior a la aparición de John Wick en el mundo del crimen internacional. Concretamente, a los años 70 del pasado siglo, cuando ese hotel en el que se alojan exclusivamente delincuentes y en el que lo único que está prohibido es matar a alguien dentro del establecimiento (su fachada, por cierto, es la de un célebre edificio de Nueva York, el Beaver Building) estaba controlado por un meapilas irlandés (valga la redundancia) llamado Cormac´Connor (Mel Gibson, perfecto en su papel de súper villano, aunque no sea irlandés, sino australiano), firmemente partidario del A Dios rogando y con el mazo dando. A su manera, está en una misión de Dios, como los Blues Brothers, y le reza al Señor para que le ayude a matar a quien le convenga, siempre que se atenga a las instrucciones de la Alta Mesa, club criminal de campanillas que, aparentemente, domina la industria del asesinato y el planeta en general.
Eficacia para entretener
Todo va bien en el mundo de O´Connor hasta que se cruza en su camino el joven Winston Scott (Colin Woodell), que empezó su carrera de delincuente juvenil a sus órdenes hasta que no pudo aguantarlo más y se fue a Inglaterra, de donde se verá obligado a volver y, ya puestos, a intentar derrocar al vil Cormac y a hacerse el amo del Continental. En esa toma del poder consiste toda la miniserie. De la misma manera que en las películas de John Wick la trama argumental es, por decirlo suavemente, simple, ligera y tirando a inexistente (lo importante son los tiros y los sopapos), en The Continental el, digamos, argumento es lo de menos, pues los fans de John Wick nos conformamos con conocer de jóvenes a Winston y a Charon y ver cómo se las apañan para derrocar a ese chiflado dañino que atiende por Cormac O´Connor. Los devotos del arte y ensayo (exceptuando a los más eclécticos, como quien esto firma) no van a encontrar mucha satisfacción intelectual en esta precuela de las andanzas de John Wick, pero los fans de la saga (entre los que, insisto, me cuento) se lo pasarán pipa con la ensalada de tiros permanente (sí, aquí también le vuelan la cabeza a la gente a tres centímetros de la nariz) de sus tres partes, marcadas por una simpleza propia de la casa que resulta de una gran eficacia a la hora del entretenimiento.
Pese a dicha simpleza, el espectador tradicional encontrará la típica estructura de exposición (aparición del joven Winston), nudo (planes para derrocar a O´Connor, que incluyen la seducción moral y empresarial de Charon, quien considera erróneamente a su jefe un benefactor) y desenlace (toma del poder a tiro limpio). Los responsables del asunto (también conocidos como showrunners) son Greg Coolidge, Kirk Ward y Shawn Simmons, fieles al espíritu del padre fundador, Derek Kolstad, y que se apoyan en una impecable reconstrucción de época (que incluye las canciones elegidas para la banda sonora), se han marcado una entretenida precuela que hará las delicias de los fans de John Wick y que, probablemente, solo sea la primera incursión en los antecedentes de nuestro héroe.
¿Estamos hablando de diversión descerebrada? Probablemente, pero los fans de James Bond, Jason Bourne o Ethan Hunt sabrán perfectamente de qué les estoy hablando. Siéntense, pues, en el sofá y disfruten de un trayecto en montaña rusa de casi cinco horas de duración que los dejará exhaustos y satisfechos: de vez en cuando, sienta bien darle un respiro al cerebro.