Iván Massagué (Barcelona, 1976) está en un momento muy dulce, como el cine catalán. Ahora vuelve a la gran pantalla con Escape Room, película dirigida por Joel Joan y basada en la obra de teatro que arrasa en Barcelona y Madrid.
El filme es una comedia con tintes de thriller que no deja de lado la situación política de Cataluña. Ya desde el cartel lo dice todo: "La comedia catalana del año. Tal vez la única". Crónica Directo aprovecha para hablar al respecto de esta situación con Massagué y para repasar también sus últimos proyectos, que no son pocos.
--Pregunta: ¿Cómo le llegó el papel y cómo es meterse en una película basada en una obra de teatro de gran recorrido?
--Respuesta: Yo estaba haciendo El hoyo, me llamó Héctor Claramunt para decirme que había hecho la obra de teatro y había pensado en mí para hacer de Rai. Somos muy amigos, pero le tuve que decir que no, por otros proyectos. Y cuatro años después me llamó para la peli y me dijo: “No me puedes decir que no”. Y, claro, me tuve que poner a estudiar porque tanto Paula [Vives], Mónica [Pérez] como Joel ya habían hecho hace un tiempo la función. Y se da el caso típico de que ellos vienen del teatro, el texto se modificó un poco y los gestos también se han de reducir para el cine. Yo, en este sentido, llegué un poco más fresco, lo que agradecieron. Aunque me tuve que aprender el texto en dos semanas y media. Lo sufrimos y lo disfrutamos todos por igual y así nos llega.
--Para quien no conozca la obra, ¿cómo definiría Escape Room? ¿Es una comedia, un thriller...?
--El cartel lo indica: “Tal vez la única comedia catalana del año”, por desgracia. Pero también hay expresiones de terror y comedia en el cartel, y que es esa línea fina muy conseguida. Es un Escape Room diferente porque además de las pistas del juego, cada personaje empieza de una manera y acaba de manera absolutamente diferente porque se hace un escape room interno de cada personaje. Se descubren amor, traiciones y el personaje se desnuda y la fachada se va a la mierda.
--Y los espectadores que vieron la obra, ¿encontrarán diferencias más allá de la gestualidad?
--Sí. Si te gustó la obra, la peli igual, o más. En teatro son 40 metros cuadrados, en la peli 200, y con la cámara que juega al detalle, se acerca, se aleja y puede jugar mucho más. Esto lo hace también más interesante.
--¿Cómo definiría a su personaje, Rai?
--Es un director de cine al que le va muy bien, es un muy fachenda y vacilón, pero poco a poco se desgrana y vemos sus mierdas. Va con su pareja, que es Mónica Pérez, con la que cree que tiene una relación perfecta e igual no lo es tanto.
--Y más allá de esto están las bromas políticas.
--¡Hombre! La escribió Joel Joan, quieras que no... (ríe). Se tocan temas como el machismo, el feminismo, la política en un momento muy concreto de Cataluña, que es donde ahora se estrena la película, aunque esperemos que se internacionalice y que el conflicto tenga una visibilidad más. Pero en el fondo es una comedia de situación muy universal, que quieras que no, lo entiendes. Y si estás atento a la actualidad sabrás de lo que hablan y si no, puedes pasar un buen rato igual.
--Y ya hay una declaración de intenciones desde el cartel: “Tal vez la única comedia en catalán del año”.
--Gracias al Oso de Oro de Berlín, con Carla Simón y Alcarràs, el cine catalán está viviendo un momento muy dulce. Esperamos que sea un hilo del que poder tirar y que la lengua no sea un problema, que no debería ser. Ya con las plataformas pasa. Con una cámara y si eres un poco hábil lo sabemos hacer. Mamamos todos de la misma fuente. El único hándicap puede ser la lengua y me parece absurdo, absolutamente.
--¿Y sólo se estrena en Cataluña?
--Sí. Por el momento, solo se estrena a nivel local y luego si alguien quiere comprarla, ya se verá. Es muy difícil levantar y distribuir una película también.
--¿Está realmente difícil poder acceder a hacer una película en catalán, también? ¿Tan complicado es tener un productor que apueste a hacerla?
--Es difícil hacer una peli, en general. Intentamos romper eso. Sí que, a priori, hay quien dice “igual si la hacemos en catalán no funcionará”. Venimos de eso. Yo acabo de rodar una peli en Cadaqués, muy local, que se llama Esperando a Dalí y podía haber sido en catalán, pero siempre hay un productor que espera que… algo. Eso es lo que hemos de cambiar, que uno cuando reciba un buen guion, tenga buenos actores, una buena historia y tenga una buena peli la haga en catalán, si está hecha aquí si se justifica, y si es en castellano no pasa nada. Estamos en un momento delicado y hemos de romper con eso del doblaje en catalán o no, cuando somos superconocidos a nivel internacional.
--Me habla de un nuevo proyecto. Y si el cine catalán dice que vive un momento dulce, ¿usted también?
--Sí, tengo Escape Room, Esperando a Dalí, otra que no te puedo contar y Asombrosa Elisa, de Sadrac González-Perellón, que también rodamos aquí. Creo que es un momento dulce, sí, porque estoy haciendo lo que quiero: películas pequeñas, pequeñas joyas en las que creo y con un talante que va muy ligado con lo que quiero hacer y aprender. Luego está que se estrenen, funcionen… el trabajo trae trabajo. Ahora ruedo una película para Netflix que se llama Fenómenas con Belén Rueda, Toni Acosta y Emilio Gutiérrez-Caba y en septiembre ruedo la segunda temporada de una serie. Este año bien, con mucho trabajo, que es lo raro.
--Intuyo cierta predilección por las películas pequeñas. ¿Qué le atrae de ellas?
--Si te digo la verdad, esto va como va. A todos nos gustaría hacer películas grandes porque pagan más. Es así, queremos pelas porque la vida no está para ir de chulo. Sí sale trabajo y apenas digo que no a nada. No he recibido algo que no fuera conmigo para decir que no. Pero sí, de repente, haces Netflix cuando vienes de hacer dos pelis pequeñas en cuanto a producción, luego vete a saber. Es divertido ir de un sitio al otro. Te pone en tu sitio.
--¿Es eso lo que le atrajo de la actuación?
--Este trabajo llega cuando llega. Yo me encontraba en un momento muy provisorio, salieron cosas y es un descubrimiento en sí mismo. Yo nunca elegí ser actor, nunca lo supe. No me siento actor y tampoco sé si te has de sentir actor. Yo no me despierto por la mañana, loco por querer hacer un texto que quiero, pero inconscientemente estoy constantemente en trabajo, en hacer. Ahora tengo una propuesta de colaborar con un guion, porque me gusta escribir y dirigir. Es súperbonito, porque pasan los años y vas adquiriendo conocimiento. La vida es un juego y es divertido, porque te metes donde te metes porque crees que te has de meter.
--¿La actuación es como un juego, como dicen los ingleses?
--Totalmente. Al final la vida es un juego macabro, pero o juegas o mueres. Y yo soy muy cagado, aunque lo intente trabajar. Siempre hay miedo a si lo sabes hacer y, sin ser el mejor actor el mundo, sale más o menos, lo haces y la gente te llama. Eso significa que alguna cosa tienes, te lo has de creer y disfrutar del viaje porque mañana te atropella un autobús y se acaba.
--Siente mucha pasión por lo que hace, ¿no?
--Todos los actores y actrices la tienen. Alguna vez oí que quien realmente no es actor no seguirá, no tendrá esa necesidad de expresarse. Esto es importante, la necesidad de subir a un escenario y expresarte. Si no la tienes, ponte a un lado, que otros sí la tienen.
--Y dice que también siente necesidad de escribir. ¿Veremos algún trabajo escrito por usted?
--Bueno, escribo, tengo esa necesidad, pero mucha paja también. Estoy intentado aprender a escribir porque es muy difícil y siempre encuentras a alguien que sabe más que tú y te lo revisa. Es algo muy místico también, el hecho de estar ese momento contigo, ordenar las palabras y ver que te haces mayor. Hay proyectos, sí. Me cuesta ponerme, pero cuando viene la inspiración la has de aprovechar.
--Por cierto, su carrera parece más dirigida al cine y la televisión que al teatro. ¿Es también porque surgió así o se siente más cómodo?
--Me gusta trabajar. Tiene huevos la cosa, la frase, pero me gusta tener trabajo, realizarme. Eso que dicen que dignifica, a mí a veces sí, cuando algo sale bien me pone contento. Y en teatro es verdad que soy bastante selectivo. Tampoco es que me llamen tanto de teatro. Lo último que hice fue Aquella nit con David Selvas de director en La Villarroel, que acabamos antes de confinarnos. Puede que salga algo para 2023, pero realmente el teatro es un texto que dirás cada día y es importante el texto, la compañía y te ha de apetecer mucho. Es un sacrificio muy bestia y tengo una gran admiración por la gente que lo hace.
--Además el audiovisual vive un boom. ¿Teme que esto puede llegar a estancarse?
--No, estancarse no, porque hay mucha necesidad de contenidos. Cada vez sale una plataforma nueva. Han visto un filón. Petará, sí, porque todo lo hace en esta vida, todo es un ciclo que se reinventa. Producciones hay. Viene una tirada de directoras muy buenas, muy potentes con ganas de explicar muchas cosas y es su momento para hacerlo, y siempre. Se ha de vivir, disfrutarlas y escucharlas. A veces piensas que ya está todo inventado, pero no. Si tienes paciencia, encontrarás el qué.