Clara Roquet (Malla, Osona, 1988) es una guionista curtida y reconocida por su trabajo en films como 10.000 km o Els dies que vindran. Además, ya hizo su incursión en el corto con El adiós y Les bones nedes. Pero su debut en el largo no ha podido ser mejor.
Libertad, como se llama su última película, fue seleccionada en la semana de la crítica del festival de Cannes y ha sido nominada a seis Goyas --incluido mejor película y dirección novel-- y cuatro premios Feroz.
Trama
La historia versa sobre una familia acomodada que pasa sus veranos en la Costa Brava. Con ellos, está Nicolle, la mujer que les ayuda con el cuidado de la abuela y el resto de quehaceres de la casa. La llegada de la hija de esta, Libertad, trastocará la aparente normalidad que parecen vivir. Con un tono relajado y tranquilo, la mirada de la joven recién llegada y de su madre cogen protagonismo y pone en evidencia unas diferencias que la pequeña de la familia parece no ver. Tampoco el cine.
La directora señala la importancia de hablar de esta realidad que apenas se ve en el cine, de la ficción que se da en la realidad de la inexistencia de clases. Lo hace de forma natural, alejada del cine social y sus clichés. Crónica Directo habla con ella en el marco del festival L’Alternativa, donde la cineasta presentó su film.
--Pregunta: ¿Cómo vive este salto del guion a la dirección y además en un largometraje?
--Respuesta: Ha sido muy natural. Por un lado, porque hice algunos cortos antes. Aun así yo, sobre todo, me considero más guionista que directora. De hecho, he escrito ya otro guion y me gustaría seguir haciéndolo. Pero hay ciertos proyectos que son personales, muy míos y que no sé si otros querrían hacer (sonríe). Han salido de mí y la consecuencia lógica es que los dirija. De ahí nace Libertad. Por suerte, he estado rodeada de gente con mucha experiencia que me lo han hecho todo muy fácil. Me siento muy afortunada.
--No hace falta que lo diga. Está Vicky Peña, Nora Navas… ¿ha sido todo fruto de sus trabajos como guionista en otras películas, fue por casting?
--Fue un mezcla. Hay actrices que me vinieron recomendadas por compañeras, a Nicolle la encontré en un casting que hicimos en Medellín… Con Nora Navas siempre quise trabajar y se lo pedí directamente. Hay gente que sí, que conocía del guion y del corto. Y con Vicky fue: no, quiero a Vicky.
--Dijo que la historia es muy personal, ¿tiene algo de autobiográfico?
--Sinceramente, no. Hay elementos de mi vida, como esos veranos en la costa brava, pero por desgracia para mí no hubo ninguna Libertad en mi vida. Todo sale cuando estaba haciendo El adiós, mi primer corto, que está basado en cuidadoras de mis abuelas y que ha conocido a lo largo de mi vida. Hice casting a cuidadoras y a preguntarles por su vida. Y un factor común que las unía era el dolor de haber dejado a sus hijos en su país de origen. Me pareció una metáfora brutal del privilegio y, sobre todo, de la falta de privilegio. Me tocó mucho una historia y quise contarlo, mezclándolo con esos veranos de adolescencia.
--Es curioso porque parece que ya no se hable de clases, sino de privilegios. ¿Desaparecieron las clases?
--Nos han vendido que ya no hay clases sociales y que todo el que quiera puede acceder a lo que quiera. No es así. Tu origen y las posibilidades que tendrás en tu vida están completamente atadas a tu privilegio.
--Lo hace de forma sutil. La mirada de Nicolle, sobre todo, es algo que apenas se muestra pero está allí presente. ¿Era su objetivo no hacer una típica película de cine social?
--Mi objetivo es que la denuncia fuera sutil. Hacer una película de personajes que cada uno tiene diversas caras, son complejos y no haya buenos ni malos. Quería que se pudiera empatizar de un modo u otro con cada uno de los personajes. Incluso Teresa, que igual en otra película podría ser vista como la opresora, pero no creo que se así, todas ellas son víctimas de un sistema, donde se heredan ciertos prejuicios y posiciones y parece que tu vida ya esté determinada por lo heredado.
--En este sentido, ¿la película es en castellano porque es la lengua de los pijos?
--(ríe). No, qué va. Lo hicimos porque la relación principal de la película es en castellano, aunque también tiene sentido porque es el idioma de los pijos (ríe). Sobre todo fue porque nos quedaba un porcentaje de la película hablado en catalán y se tendría que doblar luego en los dos idiomas. ¡Odio doblar! ¡No soporto las pelis dobladas! Escogimos un idioma y que luego sólo fuera doblado a un idioma.
--Y todo, enmarcado en el seno de la familia, algo recurrente también en sus guiones. ¿Qué relación tiene su cine con el de la familia?
--No sé si tiene. Simplemente escribo sobre lo que conozco y la familia es el deseo, la verdad más universal. Creo que fue Spielberg quien dijo, todas las películas hablan sobre la familia. Tal vez, al final, todo es sobre la familia.
--Usted se centra por eso en las mujeres de una familia en particular. ¿Eso sí es un deseo expreso? ¿El de hablar sobre el peso de las mujeres en la familia?
--Las razones por las que se hacen las cosas son más misteriosas. No hice la película con la voluntad de hablar de las mujeres, es porque las historias son más cercanas a mi. En las primeras películas hablamos de lo que es más cercano.
--Sí, pero es curioso. El día del estreno de su película, se estrenaba 'Pan de limón con semillas de amapola' de Benito Zambrano, y también versa de la familia y las mujeres de una familia. Y de un tiempo a esta parte hay una reivindicación al respecto desde el cine, parece. La mujer está en el centro del cine, como absoluta protagonista sin la necesidad de un rol masculino. Chavalas, es otro ejemplo.
--Me parece muy bien. ¡Se han de hacer más películas protagonizadas por mujeres! Ya está bien que exista este cambio. Yo soy muy optimista y creo que las cosas van a mejor y es fruto de muchos años de lucha de muchas mujeres que han trabajado para que esto fuera así. Ahora, abrimos puertas para que a las generaciones que vengan les resulte más fácil hacer películas.
--En este sentido, ¿cuáles fueron sus referentes?
--Lucrecia Martel, Víctor Eríce, Carlos Saura y Bergman, sin sonar pretenciosa (ríe).
--¿Y cómo vivió que su primer largo fuera seleccionado para el festival de Cannes?
--¡Imagínate! Estábamos muy emocionadas. Cannes es una gran plataforma y creemos que ayudará a que la vea más gente. Al final, hacemos películas para que la gente las vea. Además, luego vinieron más festivales.