La imagen negativa de España en la historiografía ha tenido dos fases: en el periodo de máxima expansión del Imperio español, sobre todo en el siglo XVI, se denuncia la ambición y la tiranía del poder, pero desde el respeto hacia lo que significaba el Imperio. En el periodo de la decadencia las críticas, en cambio, se hacen desde la ironía y el sarcasmo. El cine antihispánico ha incidido en esta segunda vertiente. El ejemplo más expresivo es la clásica La kermesse heroique (1935) del belga Jack Fayder que constituye una sátira feroz de los tercios españoles en la guerra de Flandes. Se sitúa cronológicamente en 1616 y la película, con un discurso profundamente feminista (una de las mujeres lanza la proclama: “Las mujeres llevamos demasiado tiempo aceptando la dominación”), recibió un montón de premios en el mundo anglosajón.
No les ha faltado la ironía sobre la decadencia de la Monarquía también a los españoles. Ahí está El rey pasmado de Imanol Uribe con un Gabino Diego haciendo el papel de Felipe IV como rey estúpido. Desde Cataluña no se ha producido nada digno de mención sobre la Guerra dels Segadors (revolución catalana de 1640) y, sin embargo, se han hecho dos películas sobre el bandolero Joan de Serrallonga (1910 y 1948), basándose en la obra de Víctor Balaguer.
El ambiente religioso en el contexto de la decadencia está bien reflejado en la película de Jorge Grau Cartas de amor de una monja (1978). La compleja personalidad de Campanella fue evocada por los italianos en La città del sole (1973).
Desde el cine europeo hubo un constante regodeo con respecto a los Austrias Menores. Felipe III es evocado en los coletazos de la guerra de Flandes que se reflejan en Adventures of Don Juan (1948), con Viveca Lindfors haciendo de Margarita de Austria, de reina consorte, el personaje más positivo de la película. Felipe IV es rememorado en la película The Spanish Dancer (1923) con un personaje protagonista curioso: el español César Bazán que sería creado literariamente por el novelista francés Adolphe d’Ennery y que sería protagonista de varias películas (la última en 1942). César Bazán era una especie de seductor con amores en el cine con la gitana Maritana, un tema que parece deslizarse de la leyenda negra al amarillismo de los tópicos románticos de Carmen y sus amores. Carlos II suscitó la parodia Jalea real de Carles Mira (1981). La última película que recordamos sobre este tiempo histórico es Day of Wrath, un thriller con Christopher Lambert interpretando al pintoresco personaje Ruy de Mendoza.
En España la televisión ha asumido el papel alternativo de gestionar el relato sobre la España del siglo XVII. Como testimonio, podríamos citar la serie de 13 episodios Las aventuras del capitán Alatriste (2015) dirigida por José Manuel Lorenzo y basada en los textos de Arturo Pérez Reverte, con el personaje de Diego Alatriste interpretado por Aitor Luna y que representa bien la capacidad de supervivencia del individuo español frente al propio sistema; la serie El pícaro (1974) de 13 episodios, dirigida y protagonizada por Fernán Gómez; la serie La peste (2018) dirigida por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos y Águila Roja, iniciada en el año 2009 y desarrollada a lo largo de nueve temporadas con el último episodio emitido en octubre de 2016. Esta último tuvo notable éxito de audiencia. Su actor principal era David Janer, que encarna el personaje que se transforma en Águila Roja por la noche para vengar a la mujer asesinada por una extraña sociedad secreta.
Pero ha sido el Siglo de Oro literario el que ha dado más juego cinematográfico para aliviar o compensar la conciencia de la decadencia política. Se han hecho múltiples películas sobre el Lazarillo de Tormes (Ardavín, 1950; Fernán Gómez, 2000). Don Juan ha estado representado en el cine desde los tiempos más remotos (Baños, 1922; Cardona, 1937; Sáez de Heredia, 1950; Berry, 1956; Brescia, 1971; Aznar, 1977; Webber, 1997…) con todas las variantes del personaje imaginables. Se han hecho también múltiples películas basadas en obras literarias como El perro del hortelano, La dama boba, La española inglesa… El alcalde de Zalamea ha suscitado nada menos que tres películas. Cervantes, como puede suponerse, es el que ha merecido más representaciones cinematográficas, tanto en su vida como en sus Novelas ejemplares, como naturalmente Don Quijote. La primera película sobre Don Quijote fue una francesa de 1932. Los rusos produjeron su Quijote (1957), los italianos el suyo (1968), los norteamericanos, en coproducción con Italia, hicieron El hombre de la Mancha con Sofia Loren y Peter O’Toole, los mexicanos el suyo con Fernán Gómez de protagonista y los españoles han producido varias películas sobre el personaje, desde la que dirigió Rafael Gil en 1948 a la de Gutiérrez Aragón en 2002.
En conclusión, si el cine no ha sido capaz de fabricar la épica desde los momentos áureos del Imperio y ha pasado de soslayo por la decadencia, ha encontrado su vía de redención en la literatura del Barroco español que le ha permitido recrear aquellos tiempos sin complejos.