Pere Portabella: "Nunca he separado el cine de la política ni del arte"
El cineasta e intelectual repasa la historia que le une con 'Viridiana', la Constitución española y la llegada de Tarradellas
7 junio, 2021 00:00Pere Portabella (Figueres, 1927) forma parte de la historia de España. La política, la social y la cultural. Es uno de los hacedores de la Constitución del 78, también del mítico momento de Josep Tarradellas en el balcón de la Generalitat y su “ja soc aquí” tras su llegada del exilio, y el único español ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes, como productor de Viridiana.
El 18 de mayo hizo 60 años de ese momento, una ocasión única para recodar el film y uno de los momentos más míticos de la censura. En primer lugar, el catalán explica que la película de Luis Buñuel se hizo gracias a un guion que pasaron a los censores “obviando las escenas más brutales”. Estos les advirtieron: “cualquier alteración puede suponer el secuestro de la película”.
Papel del censor
Una vez terminado el rodaje, los responsables de la cinta les mostraron la versión edulcorada. Los censores dieron su visto bueno, “estaban orgullosos” de que el maño, un rojo y antiguo exiliado, los representara en el festival más importante de cine. Limpiaba su imagen.
Solo pusieron un pero. En la escena final en la que Francisco Raval entra al dormitorio de Silvia Pinal vieron una posibilidad de incesto, “a menos que aparezca una tercera persona”, dijeron. “¡Han mejorado la película! ¡Un ménage à trois!”, exclamó Luis Buñuel entonces. Todo iba sobre ruedas.
Reacción vaticana
La cinta se presentó en el certamen tres días antes de su proyección. Ya había película ganadora y al ver Viridiana los responsables del festival “reconsideraron el palmarés”. Miembros del régimen franquista subieron a recoger el premio sin saber muy bien lo que vendría después.
Al día siguiente, el Observatore Romano, diario de El Vaticano, tachó la película de blásfema. “Tenían razón”, apunta el catalán. El artículo se preguntaba cómo un país católico, apostólico y romano como España pudo presentar semejante film e incluso presumir del premio. Ante el toque de atención las autoridades españolas “ordenaron destruir todas las copias”. Pero una se salvó.
--Pregunta: ¿Cómo se les pudo pasar el ménage à trois?
--Respuesta: Llega un momento en que las censuras de las grandes dictaduras, en su pensamiento, en sus limitaciones, esas cosas no existían, eran pecado mortal. Para ellos estaba el incesto y poco más. Esa fue la trampa.
--¿Y quien salvó la película tras ordenar la quema?
--Teníamos previsión de la que se podía montar. En esos años era normal que, terminado el rodaje y el montaje, las cintas se enviaran a Francia para un mejor etalonaje. Aquí entra el papel de Dominguín.
--¿El torero?
--Domingo Dominguín, el hermano del diestro, que tenía una virtud: era una persona que venía del mundo del toro y era comunista. El productor mexicano, Gustavo Alatriste, era muy amigo de él. Le enseñó la película y le pareció fantástica. “Lo único que no la van a entender”, decía.
--¿Ayudó?
--Teníamos que salvar la película y fuimos a por todas. Al cabo de dos o tres días vino y dijo: “Tranquilos. De esto me ocupo yo”. Él tenía a su equipo que le acompañaban en sus faenas y al cabo de poco iba a Francia. Escondimos las cintas entre los capotes y todo lo demás. Al cruzar la frontera, la policía vio al torero, “un tipo cojonudo y tal y cual”. No le dijeron nada. ¡Es muy importante su papel! ¡Él se la jugó!
Al llegar a Nimes, deja las cosas en el coche y entrega al material a quien se le debe dar, a una sociedad. Allí, el torero y el mexicano depositan la cinta y firman conforme solo ellos dos son los únicos que pueden sacar la película. Así que cuando se monta el escándalo en Cannes, el productor se lleva todo a México. ¡Esto es buenísimo!
--¿Cómo entró en contacto con Buñuel?
--El año anterior [1960] yo presenté la película Los golfos, de Carlos Saura, en Cannes. Él entró en la proyección. Y al acabar la película, el público se levantó y aplaudió. Yo lo vi allí, que tenía el aura de un exiliado, antifranquista y tal. Lo vi levantado y le dije: esto es como una bendición. Él rio y me dijo: “No me jodas”. Allí empieza nuestra relación.
Yo seguí con el proyecto de Marco Ferreri, El cochecito, al que me uno porque me decían que necesitaba dinero para terminarla. Con ésta fuimos a Venecia y ganamos el premio de crítica, el Fipresci. Y luego me uno a Viridiana que gana en Cannes con la cumplimos una misión, nos cargamos dos dictaduras: la vaticana, que es perfecta, y la franquista, que estaba desprestigiada por todos lados.
Allí estalló todo. El Vaticano preguntaba cómo un país con el que tenía concordatos permitiera tal herejía. Tenía razón. Eso acojonó al sistema. Y la película ya no se estrenó en España hasta 16 años después. Esta es la historia. ¡Historia de España!
--¿Y a usted qué le supuso?
--No tuve muchos problemas. Yo empecé en los 50 con la Escuela de Barcelona pero no estuve muy de acuerdo, porque yo nunca he hecho una película con argumento. Nunca. Y gracias a esto tengo el éxito que tengo. Ya en los 60 hago una primera película, luego una segunda. Me acerco a los sindicatos, sin meterme en ningún partido, sin pedir nada a cambio, y me convierto en un líder de estos movimientos. Y, haciendo un gran salto temporal, en los 80 me convierto en senador tras las primeras elecciones generales. En esa época estuve en las comisiones constitucionales. Hoy mi firma está en la Constitución. ¡Haciendo el cine que hago!
--Pero tuvo grandes reconocimientos por ambas cosas
--Sí. Vinieron los honoris causa, medallas de aquí y de allá, pero a mí eso no me afecta. A mí los que realmente me gustan son dos títulos de las universidades públicas. Pero yo no he separado nunca el cine de la política ni del arte.
--¿Cómo consigue ese éxito?
--El silencio después de Bach es una de las que más éxitos me dio. Todas mis películas se han proyectado en distintas partes del mundo. ¿Por qué? Porque planteo un no planteamiento y eso ha ido a mi favor. Yo planteo a los jóvenes un cine hecho con cuatro duros. La Universidad de Philadelphia hizo una encuesta no hace mucho de las mejores películas del cine y aparecieron varias mías. Y luego repitieron con las 10 mejores y salieron tres mías. La primera una mía.
--¿Cuál?
--Vampir-cuadecuc. Una película que hoy no costaría ni 2.000 dólares. Yo lo que trato de explicar con esto a los jóvenes es que esto se puede hacer. Lo que no puedes es hacer el gilipollas intentando hacer lo que te dicen allí, con actrices que tal y que te marcan todo lo que has de hacer, lo que vale…
--Lo suyo es un lenguaje propio
--Pero no es una cosa mía. Yo lo hice como respuesta a un tipo de control por parte del mundo del arte, de los estados, las subvenciones y las multinacionales. Pero no en contra de nada. Yo lo hago para generar debates. Yo hago debates en congresos. A mi me gustan los debates, como he demostrado participando en la Comisión Constitucional, sin ir más lejos.
--¿Fue muy duro sacar adelante la Constitución?
--No fue fácil. Luchamos mucho. Yo jugué un papel porque se me reconocía un rol importante a nivel cultural y porque no estaba en ningún partido. Yo ayudé a la gestión de la llegada de Tarradellas a Cataluña. Me encargué de todo, conversando con Suárez, por qué calles entraban, exigí que la Guardia Civil no estuviera por los alrededores…
--Y cuando ve que la Constitución se usa como arma arrojadiza desde Cataluña, desde la derecha, la izquierda, y que se habla del régimen del 78, ¿cómo lo vive?
--Indignado. Enfadado por la irresponsabilidad bestia, tanto de unos como de otros.
--¿Y cuando se habla desde Cataluña de que la Constitución los limita?
--Todo esto son restos de una visión de los poderes regios, que operaban de esta manera. Un proceso hacia el demos griego, que es la democracia, es todo lo contrario de esto. Yo estoy siempre con el demos.
--¿Entonces cree que la Constitución permite un referéndum?
--Si yo quiero hacer contigo que este espacio [señala una mesa] sea de respeto hacia el ciudadano, que no haya nadie que viva en la indignidad y unas leyes equitativas para todos y no estás de acuerdo con esto ¿qué hay? La lucha del poder por el poder para impedir que salga la democracia. Eso significa que el poder quiere que le dejen hacer y le dejen tranquilo y arreglar todo.
--¿Para que sea visto como salvador?
--Al contrario. Los ciudadanos ya están haciendo cosas, pero el nivel cultural del debate, que no son debates sino peleas de tú contra tú, contra este, es un desastre. Incluso entre las familias se pelean. Si no consigues que el problema sea asumido por todos…
--Al margen de la política, ¿cómo ve la salud del cine español?
--No lo veo.
--¿No ve cine español o no le ve buena salud?
--No lo veo.
--¿Cree que nadie siguió su estela?
--Albert Serra. A él lo ayudé, me junté con él, hablamos para una película y después no me hizo caso.
--¿Qué le diría a una persona que siente pasión por el cine y quiere…
--No es suficiente con la pasión. Con la pasión, uno puedo seguir los cánones y hacer una gran película.
--¿Qué debe hacer si quiere hacer cine?
--Dar una dimensión diferente desde un punto de vista ideológico. Lo que han de hacer los jóvenes es imaginar las nuevas maneras de hacer. No hacer, imaginar.
--¿Y usted tiene nuevos proyectos de cine?
--Yo no tengo proyectos, porque nunca hice guiones. Yo trabajo con mis informes grabados, trabajo en el territorio de las ideas, miro lo que está pasando… Ahora estamos en Marte.
--¿Y va a hacer algo con la pandemia?
--No, porque todas, absolutamente todas las personas del mundo, han vivido la pandemia. Explícale tú a alguien que la ha vivido y que ha perdido a un familiar una historia ¡y encima con actores!
--¿Cómo ha vivido el Covid? ¿Le ha afectado?
--Nada. Me llamaron cuando parecía que se habían olvidado de la gente mayor. A nosotros, en cierto modo no vale la pena pincharnos porque pronto nos moriremos, le decía a mis amigos (bromea). Poco después me llamaron. Me pusieron la de Pfizer y a las tres semanas recibí la segunda dosis y sin problema. Ni enterarme.
--¿Cómo ha visto la gestión?
--Nos pilló a todos de mala manera. Nadie podía prever esto y en cambio ha destacado una capacidad social enorme por parte de enfermeros, médicos, residentes. Se jugaron la piel. Luego esa cohesión social se diluyó.