Fargo, un clásico contemporáneo
En su cuarta temporada se enfrentan dos bandas de mafiosos por el control del inframundo local
10 octubre, 2020 00:00Noah Hawley (Nueva York, 1967) no es un showrunner tan estajanovista, conocido y reputado como el siempre excesivo Ryan Murphy, pero no le hace ninguna falta: lo que ha conseguido con su serie Fargo, inspirada en la película homónima de los hermanos Coen, es admirable, ya que es muy difícil mantenerse fiel a un universo ajeno y, al mismo tiempo, hacérselo totalmente suyo (mientras lo bendicen sus creadores, que figuran en la serie como productores ejecutivos). Esa mezcla entre lo cómico y lo siniestro que distingue la obra de Joel y Ethan Coen funcionaba a la perfección en las tres primeras temporadas, y a tenor de lo visto en los tres primeros episodios de la cuarta, emitida como las anteriores por Movistar, sigue haciéndolo de maravilla.
En esta ocasión, la acción --basada, como de costumbre, en hechos reales, lo cual ni es cierto ni falta que le hace-- transcurre en Kansas City, Misuri, en 1950 y enfrenta a dos bandas de mafiosos, una de italianos y una de negros, por el control del inframundo local. Al frente de la primera tenemos a Josto Fadda (Jason Schwarzman, que da perfectamente el papel pese a ser judío), un bocazas bajito empeñado en cimentar el legado de su difunto padre; al frente de la segunda, Loy Cannon (Chris Rock), quien, asesorado por su consigliere, que responde al pintoresco nombre de Doctor Senator y que, en su condición de letrado, entrevistó largamente a Herman Göring durante el proceso de Nuremberg, intenta maridar sus tendencias criminales con la justa reivindicación de los de su raza. Ambas familias parecen haber llegado a un acuerdo tácito sobre el reparto de la ciudad hasta que aparece el inevitable agent provocateur (o, simplemente, emmerdeur), que en este caso es el animal de Gaetano (Salvatore Esposito, protagonista de la serie italiana Gomorra), hermano de Josto recién llegado de la madre patria para poner orden a su manera porque considera que los americanos son unos flojos que no saben plantar cara a unos negros de mierda. Gaetano es puro Coen: un cenutrio violento y autodestructivo que Esposito interpreta de forma hilarante, convirtiendo a su personaje en el mejor secundario de la trama, aunque en ardua competencia con Oraetta Mayflower (Jamie Buckley), una enfermera chiflada que disfruta asesinando a sus pacientes, pero solo a aquellos que están ya en las últimas. La presencia del músico alternativo Andrew Bird en el papel de un sufrido sepulturero --casado con una negra cuya hermana atraca bancos en compañía de su amante india-- redondea un reparto colosal y completa un universo peligroso, triste, cutre y tronchante que promete mucho y bueno para los ocho episodios que quedan por emitir.
Tragedias humanas
Fargo explica tragedias humanas a través de la comedia, una comedia negra, negrísima, que requiere de un espectador dotado de un sentido del humor tan retorcido como el del señor Hawley, quien parece haber encontrado en los Coen a dos hermanos de los que hubiese sido separado al nacer. Aunque es un poco pronto para considerar a esta serie un clásico de la ficción audiovisual, lo cierto es que, temporada a temporada, no deja de ofrecer motivos para acceder a ese estatus. Me hubiese hecho ilusión esperar a que estuviera colgada toda la cuarta entrega para tragármela en bucle durante uno de esos binges de fin de semana que tanto me gustan, pero es imposible: cada episodio me deja con ganas de más y me trago el siguiente en cuanto lo cuelgan.
Y, por cierto, los interesados en saber lo que hace el señor Hawley cuando no está en Fargo --o controlando su otra serie, la excéntrica y psicodélica Legión-- harán bien en ver el único largometraje que ha dirigido hasta la fecha y que también ofrece Movistar, Lucy in the sky. Se estrenó de cualquier manera en Estados Unidos y aquí ha ido directamente al streaming, pero tiene su punto. Inspirada en una historia real --la astronauta que se zumbó e intentó cargarse a la esposa de su amante--, se centra en el terrorífico desequilibrio mental de una mujer que ha vuelto de una misión espacial y no se acostumbra a la vida cotidiana, derivándose de ello una serie de notables desgracias. La protagonizan Natalie Portman y Jon Hamm y a mí me gustó mucho, pero si ustedes la encuentran un truño, coincidirán con toda la crítica estadounidense, que la puso de vuelta y media. Nada puedo decirles de las cinco novelas publicadas hasta la fecha por Noah Hawley porque ni están traducidas ni las he leído en inglés. Uno llega hasta donde llega en su voluntad de servicio al lector.