“El 75% de las obras de teatro en Cataluña están dirigidas por hombres, el 76% de los productores de cine, también y los directores de películas acaparan el 91% del sector. Por el contrario, las mujeres sólo suponen el 20% de los premios literarios”, afirma la escritora y dramaturga Isabel Franc. “Sólo el 16% de las películas catalanas están lideradas (dirigidas, guionizadas o producidas)” por ellas, añade la directora de cine y miembro de la junta directiva de Dones Visuals Anna Petrus.
Los datos hablan por si solos. Pese a que el ámbito de la creación suele ser un ámbito progresista y liberal, no se libra del machismo. Teatro, cine, literatura, ilustración, no son más que expresiones artísticas de una sociedad, subrayan las creadoras. “Si ya la cultura está marginada, imagina la mujer en la cultura”, insta la dramaturga y directora teatral Victoria Szpunberg.
Cartelera
“Hablas con compañeras y te cuentan que todas se encuentran con las mismas dificultades”, señala Franc. Ella, que se ha iniciado en el mundo del teatro, viene de la narrativa, donde parece que hay más referentes femeninos, pero la situación es similar. “Sólo hace falta echar un vistazo a los ganadores de premios literarios” señala.
Y en la cartelera de cine de hoy, ¿cuántas películas hay dirigidas por una mujer? “Lo normal es que no haya ninguna”, lamenta Petrus. Pero este domingo es 8 de marzo, día internacional de la mujer, y hay tres estrenos en España de mujeres cineastas. El más importante de todos es el de Invisibles, de Gracia Querejeta, y sólo se podrá ver en ocho provincias españolas.
Cine
Todo el mundo conoce a Méliès y los Lumière como creadores de cine, pero poco se sabe de Alice Guy, la primera directora. “Las cineastas han estado siempre invisibilizadas”, señala Petrus, y cuando no lo son “siempre has de demostrar más. Hay prejuicios, y eso no hace otra cosa que generar desconfianza”.
La realizadora ejerce también de profesora y cuenta una anécdota reveladora. Ella, en una clase para jóvenes donde todo eran chicos menos una chica, hizo dos grupos para dirigir sendos cortometrajes y la joven era la directora de uno de los grupos. Al finalizar el curso y presentar las películas a sus padres, la madre del chico se le acercó para que pedirle que ayudara a su hijo a ser un gran director, la madre de la chica también acudió a ella “pero me pidió que le bajara los humos a su hija y le sacara la idea de la cabeza”.
Teatro
En el caso del teatro, la situación no es mucho mejor. “Hay pequeñas rectificaciones políticas”, reconoce la directora y dramaturga Marilia Samper, “pero por una cuestión de reacción política”. La realidad es muy distinta a lo que venden las formaciones. Se está trabajando en la cuestión de la paridad y hay ciertas ayudas a los proyectos con cierto número de mujeres al frente, dicen. “Es falso. Sí, se hace más hueco para proyectos de mujeres, pero la mayoría son muy menores o directamente lecturas o semimontajes y espectáculos que duran menos tiempo en cartel” que los dirigidos por hombres, revela Samper. Szpunberg afirma que a ella le propusieron hacer una dramaturgia a tres manos con otras dos compañeras y lo rechazó. ¿La razón? Al echar un vistazo al equipo técnico, todo eran hombres y necesitaban más mujeres para cumplir la cuota necesaria que exigía la subvención.
La directora de Amor mundi lamenta que “antes no se me llamaba por ser mujer y ahora me llaman por serlo”. “Hay mucho postureo”, critica, y teme que todo se quede en una reivindicación de Twitter cuando el machismo no ha desaparecido del teatro, como tampoco de otras disciplinas creativas. Franc desde el mundo de la narrativa dice lo mismo y teme que todo sea un boom. "Ahora el miedo está en volver para atrás y retroceder en aquello que ya se ha conseguido", advierte la escritora.
Demostrar
La dramaturga de L'alegria insiste en que “es más una cuestión de maquillaje”. “Es cierto que cada vez hay más mujeres creadoras pero siempre es muy difícil ocupar un puesto de responsabilidad”. Ellas, y muchas como ellas, han demostrado que sus obras dan resultados tanto en premios, crítica y público. Szpunberg cita a mujeres que han dirigido incluso salas como Carol López (Villaroel) o Carme Portaceli (El Español), “pero son casos muy escasos”. Y cuando ven que funciona empiezan las miradas y los recelos.
Todas las creadoras han escuchado alguna vez que están donde están por ser mujeres, por ayudas o incluso “por suerte”, como afirma Petrus. “Aún a día de hoy tengo que estar demostrando siempre mi talento”, asevera Samper. Algunos directores “te miran con desprecio o paternalismo”, confiesa Szpunberg, “toda mujer ha sentido, en más de una ocasión, esa mirada sospechosa”, concluye.
Rechazo
Ellas han sentido también el rechazo por ser mujer. No de manera directa, aseguran, “no hay una respuesta de confianza total”, siente Samper. La ilustradora Paula Blumen también lo ha notado en su sector.
Sentir que proyectos que encajan con sus capacidades y que se ajustan con los trabajos que hacen y ver que han ido a hombres por el supuesto talante o carácter que se le supone a los chicos, es algo frecuente. “Se excusan en el estilo, cuando lo que sucede es que se encasilla el arte”, afirma la artista.
Ilustración
La autora de Casas o El libro de las adivinanzas admite que el mundo de la ilustración parece más feminizado, pero sobre todo el de la ilustración infantil y lo atribuye a la discriminación. “En la ilustración infantil la mayoría de autoras son mujeres, en la adulta hay más hombres y la mujer se queda algo relegada”. ¿Y en los cómics? “En los cómics son todos supermachos”, esa es la idea preconcebida que existe, critica Blumen. “Hacerte un hueco como mujer en el mundo de los cómics es casi imposible”, concluye.
La artista también da clases y ve que esos roles se repiten en las nuevas generaciones. “Las clases de ilustración infantil están llenas de chicas”, asegura y en el resto los hombres son mayoría. En las clases de cómic la mayoría siguen siendo hombres. Cree que es muy difícil luchar contra eso porque es una mentalidad que viene de lejos y está muy instaurada en la sociedad. “Las niñas en el cole parece que han de dibujar vestidos y los niños guerras y peleas”.
Mentalidad
Las creadores ven que la batalla está en sus trabajos pero debe ser también una lucha en la que participe toda la sociedad. En el sector laboral, la lucha es conseguir que los profesionales no se rijan por el sexo “sino por las aptitudes y la calidad del trabajo” de cada uno, comenta Blumen.
En la ilustración no hay leyes que luchen por la paridad, ni subvenciones, ni cuotas, eso se queda, como mucho, en las editoriales. En el teatro y el cine las subvenciones sí existen pero las dramaturgas ya comentan cuán tramposo llega a ser. Szpunberg se muestra a favor de las cuotas “pero se debe poner el foco en la ética y en la calidad, que van muy ligadas”.
Cuotas
Samper, en cambio se muestra más reacia aunque admite desconocer cual debe ser la solución para dar más visibilidad a las mujeres en el teatro, y en la creación en general. “Las cuotas no funcionan”, afirma tajante y apoya porque se valore la calidad del proyecto aportado, porque sino “son limosnas y resulta casi ofensivo, como si te dieran el premio de consolación”.
Desde el colectivo Dones Visuals, donde esta la cineasta Petrus sí, defienden las cuotas. Su modelo es Suecia donde existe la paridad de género en el mundo de la dirección, guión y producción. La agrupación catalana ha creado un observatorio y diversos planes de acción con programas para que las jóvenes cineastas encuentren el camino para explorar su creatividad cuando salen de las escuelas de cine y empezar en el mundo profesional e incluso para dar el paso de hacer su segundo y tercer trabajo, tras realizar su ópera prima.
Quemar el TNC
No hay una fórmula mágica, ni una solución única. Pero la realidad, los datos, siguen hablando. Y el machismo sigue instaurado en la creación. Todas ellas quieren ser consideradas como profesionales en su trabajo y no simplemente como mujeres. Sin tener que demostrar nada.
Szpunberg es consciente que “el arte no es exactamente democrático” pero eso no justifica que cueste encontrar directoras que se hagan cargo de una sala y que tengan que estar explicándose o escogiendo la ropa que se van a poner cuando van a presentar un proyecto, denuncia. Tanto ella como Samper, desean que poco a poco esto cambie y esperan que, aunque sea, en breve, la dirección del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) recaiga en una mujer. Les consta que se han presentado “grandes nombres” de mujeres del mundo teatral y Samper amenaza: “con el gran nivel de las candidatas que se han presentado”, si el cargo no recae sobre una mujer “tendremos que quemar el TNC porque sería una falta de respeto”. Otra más.