José Miguel Viñas: "Los cielos de Madrid de Velázquez eran sospechosos, ahora sabemos que eran reales"
El físico y meteorólogo publica 'Los cielos retratados', donde da cuenta de que todos los artistas "son locales", al reflejar el clima que vivían, desde Velázquez a Dalí, Brueghel, Goya, Turner o Constable
Nubes bajas, medias y altas. Cumulus, nube aislada, constituida por un conjunto de formas redondeadas, las que vemos en el cuadro Nubes de verano, del pintor expresionista alemán Emil Nolde. Y cielos de Madrid, los que pintaba Velázquez, con cuadros que siguen maravillando a los amantes del arte. ¿Eran todos esos artistas fieles a lo que veían? ¿Se inventaban cielos o los reflejaban de forma fiel y con todo detalle?
El arte se puede apreciar de distintas formas. José Miguel Viñas lo tiene claro. Es físico y trabaja como meteorólogo en Meteored, Está empeñado en divulgar las ciencias atmosféricas, y qué mejor que hacerlo a través del arte. Lo ha logrado con el libro Los cielos retratados, (Crítica), en el que constata en esta entrevista con Letra Global que Velázquez no se equivocaba: "Los cielos de Madrid de Velázquez eran sospechosos, ahora sabemos que eran reales".
¿Cómo ver ciencia atmosférica en el arte? “No se ha dado importancia a los cielos que se retratan en el arte, y se habla del detalle técnico sobre el efecto de luz, por ejemplo, pero no sobre por qué se pintan unos determinados cielos. Encuentro algunos análisis y estudios y veo que se puede poner orden a todo lo que ya se ha investigado”, asegura Viñas, para dar cuenta del por qué de su libro.
Artistas locales
Los capítulos, después de un prólogo para aprender a ver los cielos, para diferenciar los tipos de nubes, son muy ilustrativos: Goya, retratista de cumulonimbos, Las nieblas de Friedrich, Los cielos encendidos de Turner, Las atmósferas azuladas de Patinir, Los estudios de nubes de Howard y Constable o Cielos velazqueños en clave climática.
Son cuadros familiares, que podemos ver en los grandes museos, como El Prado. Una de las primeras ideas que surge es que los pintores no inventaban nada. Pero, ¿podían adecuar un determinado paisaje para adecuarlo a una historia concreta? “La creatividad o la imaginación puede imperar, claro, pero el artista no se puede desvincular de los cielos que ha visto, del clima que ha vivido”.
Entonces, ¿los pintores han sido todos muy locales, cuando han reflejado esos cielos?
“Se podría decir que sí, que son muy locales. Lo vemos, por ejemplo, en un pintor como Dalí. Conocemos su obra, tenemos conocimientos sobre el surrealismo, sobre su visión onírica. Pero cuando analizamos sus cuadros, nos damos cuenta que pinta las nubes del Empordà, con el Pirineo cerca. Sopla la tramuntana, y aparecen nubes aplastadas, como el norte de Italia, como en las pinturas del siglo XV. Sean cuadros del Quattrocento o de Salvador Dalí, esas nubes se plasman igual, porque han vivido ese clima”.
¿Con el arte podemos comprobar cómo ha cambiado el clima? El rigor del invierno se ha reflejado con todo detalle. Viñas constata una evolución climática. “Pieter Brueghel el Viejo muestra inviernos duros, como en Los cazadores en la nieve (1565). Puede querer contar una historia, pero refleja lo que ve, un invierno helado, con mucha nieve. Brueghel eleva a categoría de motivo pictórico el paisaje invernal. Y es cierto que esos inviernos tan severos ya no los vemos en Europa, o no con tanta intensidad”.
La máxima se repite. Los pintores son locales. Pintan lo que ven, y muchos, como Turner o Brueghel están empeñados en reflejar el clima, el tiempo físico que viven. Pero, ¿qué sucede con Velázquez? “Fue un pintor prodigio, como un Mozart de la pintura. Cuando llega al Álcazar, se edifica el Palacio del Buen Retiro. Y le hacen encargos de esos cielos. El padre de Felipe IV tenía una colección italiana muy buena, con obras de Tiziano y Rubens, que influyen en el arte de Velázquez. Pero uno se da cuenta de que pinta unos cielos demasiado llamativos, y eso da una pista de algo que ha visto. Sin embargo, era sospechoso”, explica Viñas.
¿Por qué? “En tiempos de Velázquez se vivía un clima muy frío –primer cuarto del siglo XVII--, se conoce como la pequeña edad de hielo. En Europa los cuadros de esa época dan cuenta de cielos blanquecinos, de nevada. Velázquez pinta nubes y Madrid se reconoce ahora por esos cielos velazqueños, aunque son más representativos de la ciudad los días soleados y diáfanos, donde el azul celeste es intenso. ¿Qué sucedía?”, se pregunta Viñas.
Como si se tratara de la investigación de un suceso muy extraño, el meteorólogo prosigue con mirada risueña: “Resulta que esa época en Madrid no fue tan fría, y, por tanto, cuadra con esos cielos, que son frontales, con borrascas del Atlántico. Los veía y eso quedó reflejado. Sus cuadros muestran que había un desacople con Europa, con países que vivían un frío más riguroso”.
Las nubes, entonces, reflejan un tiempo no tan frío. Y eso lo explica con enorme capacidad pedagógica Viñas en su libro. Lo hace con citas sobre otros trabajos, como el de Font Tullot, quien en Historia del clima de España (1988) señala: “Durante la cuarta década del siglo XVII el frío mengua notablemente, sin que se tenga noticias de inviernos muy fríos”. Y José Miguel Viñas lo traduce en el caso de Velázquez: “La mayor templanza de aquellos años pudo haber sido la causa de una mayor nubosidad en los cielos de Madrid. El posible predominio de situaciones atlánticas favorecería la llegada de masas de aire más húmedo a la península y frentes, y por delante de estos se despliega toda esa sucesión de nubes altas y medias estratificadas que Velázquez retrató con minuciosidad”.
El hallazgo es claro: "Los cielos de Madrid de Velázquez eran sospechosos, ahora sabemos que eran reales".
Lo que indica Viñas es que los personajes regios que retrató Velázquez respiran ese aire húmedo, con esas nubes características del artista, como es el caso de El príncipe Baltasar Carlos, a caballo (1634-1635), o en Las lanzas o La Rendición de Breda (1635).
¿Y cómo tratar la información atmosférica hoy, al margen del arte? Viñas se pone serio y señala que hay “mucha intoxicación” y que se debe combatir “lo que llega en las redes sociales”. Incide en el enorme interés que existe en territorios como Catalunya, donde la información del tiempo se sigue con detalle. Y reclama que se sepa diferenciar, y que un concepto como la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) no tiene por qué ser devastador. Puede suceder, como ocurrió en Valencia hace justo dos meses, pero no todas las DANAS anuncian una tragedia.
Lo que Viñas sí reclama es que hay procesos distintos, que el cambio climático es real. “Las DANAS se producen ahora en otras zonas que no son propias. Si la zona mediterránea es proclive a ello, ahora vemos que también se han producido DANAS muy intensas en otros territorios. Eso es lo que está cambiando”, remacha.
El arte, en todo caso, tiene otra dimensión con el libro de José Miguel Viñas: identificar qué veían y cómo vivían los artistas a través de los cielos. Todos “locales”, porque todos reflejaron cielos de verdad, ¡aunque hubiera sospechas con Velázquez!