‘Osteoclasto’ (2021) en el Centro de Arte Dos de Mayo (Móstoles) en 2014.

‘Osteoclasto’ (2021) en el Centro de Arte Dos de Mayo (Móstoles) en 2014. PABLO GÓMEZ-OGANDO

Artes

Teresa Solar, una travesía en una flauta de hueso

La artista madrileña juega con los referentes óseos, convertidos en kayaks, para colonizar con sus artefactos los espacios públicos donde expone, como el Macba de Barcelona, donde estarán hasta marzo antes de viajar a Turín

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Las canoas en forma de hueso humano de Osteoclasto están construidas a partir de una estructura metálica cubierta de poliestireno, resina y pintura fluorescente. Tienen, al pasear entre ellas, el aire industrial y sólido que se espera de una embarcación moderna. Al mismo tiempo, extrañamente, la fragilidad orgánica de la criatura terrestre perdida en el océano. Teresa Solar Abboud (Madrid, 1985) usa esa tensión, en montajes variables, para cargar de energía escénica los espacios donde las presenta.

En la Bienal de Liverpool de 2021 hizo posarse las esculturas en el suelo como pecios y en Madrid elevó algunas para que navegasen sobre las cabezas. No le faltan oportunidades de experimentar. Recibe una atención internacional infrecuente entre nuestros artistas y después de la muestra inglesa participó en la exposición central de la Bienal de Venecia. El pasado septiembre la flotilla de Osteoclasto inició un viaje que arrancaba en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles y recalará en Hamburgo. Formada por distintas combinaciones de obras de los tres últimos años y nuevos trabajos, la muestra madrileña tiene su réplica en el Macba de Barcelona—hasta marzo de 2025—, y, a continuación, se verá en la Fundación Sandretto Re Rebaudengo de Turín.         

Teresa Solar Abboud.

Teresa Solar Abboud. ÁNGELA SUÁREZ

Solar comunica energía al espacio y también al cuerpo, que se ve obligado a seguir el juego. Al encontrarnos delante de una obra suya no vemos una forma reconocible. Vemos varias. El primer impulso es el de ponerles nombre. Uno se siente, en medio de la singladura de los kayaks-huesos, siempre a punto de decir algo. Nuestras palabras, sin embargo, como las olas del océano donde navegan, rompen contra la roca de la ambigüedad. Lo mismo que decía Adorno de la música. No debe extrañar que las instalaciones sonoras de Janet Cardiff sean una referencia para la artista. Imaginen pasear entre cuarenta altavoces que reproducen cuarenta voces grabadas por separado cantando un motete de Thomas Tallis. El sonido modela el espacio por fricción, como las manos del alfarero, y casi le da forma— siendo casi la palabra clave.

Secuencia narrativa y escala están también en otros de sus modelos: el románico y la tradición egipcia de su herencia materna. La serie Tuneladoras, por ejemplo, sigue las perforaciones terráqueas imaginarias que le inspiraron sus viajes en el metro de Madrid —en la colección permanente del Macba se pueden ver unas cuantas. Ya en el Génesis, cuando todas las metáforas estaban libres, la arcilla fue la elegida para unir naturaleza y cultura. Con el mismo gesto de excavar, Teresa Solar atraviesa la magnitud inimaginable del subsuelo bajo nuestros pies y explora los estratos sobre los que descansa la civilización. Del barro informe salen juntos una oreja gigante y un colmillo de mamut, o una cuchara y una aleta de delfín, diseñados en resina con nitidez ingenieril. Están listos para convertirse, pintados incluso con colores alusivos, en la hélice de la maquinaria pesada que los rescata. 

‘Tuneladoras’, la muestra de la Bienal de Venecia en 2022.

‘Tuneladoras’, la muestra de la Bienal de Venecia en 2022. CLEDIA CADAMURO

El dibujo y el vídeo fueron sus primeras herramientas de trabajo. Sus efectos perduran en la escultura. En un vídeo se puede, usando subtítulos, contar una historia distinta de la que cuentan las imágenes. La artista trabaja a menudo con la repetición y la variación, pero las mutaciones no son lineales ni siquiera en la misma escultura. Órganos imposibles, de tamaños dispares y funciones por decidir hacen lo mismo que los subtítulos: obligan a la mente a seguir varias pistas cambiantes, que desafían la expectativa. Las esculturas de Solar son el germen de ideas que no sabíamos que podíamos tener.    

En Osteoclasto (el título designa un tipo de célula necesaria para la reparación ósea), las piezas mutan entre la canoa, el hueso y hasta la flauta. Liverpool, donde primero se desplegó el conjunto, tiene una larga historia de comercio transatlántico. Se supone que los kayaks de Teresa Solar emprenden esa ruta, pero no está claro a qué Nuevo Mundo lleva un vehículo tan singular. 

Los seis metros de eslora de la nave color chaleco salvavidas nos hacen sentir físicamente, rodeándolos, la conexión entre el esqueleto humano que nos permite movernos y uno de nuestros primeros, precarios, medios de transporte por mar. Los huesos, como los barcos, albergan cavidades y son portadores de células, fluidos, ideas, cuerpos que viajan. Diseñadas de manera que los asientos repliquen también los agujeros de una flauta, en la oquedad de las canoas de Osteoclasto resuenan la respiración, la música y el viento. Y, sin embargo, desconcierta pensar que las consecuencias no serán las mismas si la corriente de aire sopla sobre un tejido vivo o una superficie industrial, como el casco de una embarcación; si lo hace en el interior de la faringe del músico o sobre un cayuco en mitad del océano. 

‘Osteoclasto’ (2021) en la Bienal de Liverpool.

‘Osteoclasto’ (2021) en la Bienal de Liverpool. MARC McNULTY

Para el crítico literario George Steiner, el género trágico resultaba incompatible con la manía del Romanticismo por la redención. Si cualquier problema es temporal, y si la condena eterna permite salir con el tercer grado, ¿dónde está el drama? Nuestra época, heredera a regañadientes del espíritu romántico, intenta de cuando en cuando representar el aspecto trágico de las migraciones. La mayoría de las veces se ve obligada a considerar al final la sospecha de un futuro más aseado, aunque sea como deseo. 

La intensidad dramática no es lo que propone Osteoclasto. Sin embargo, a su manera, también fuerza los límites de la emoción. Cuando una fórmula estética tiene gracia, sucede lo mismo que cuando la tiene el humor. Nos lleva más allá de lo esperado. Produce un efecto físico involuntario, que no depende de nuestras ideas anteriores. La fórmula de Solar desborda el simple paso de orgánico a mecánico. Consiste en la habilidad de conservar ambas naturalezas a la vez, multiplicando las posibilidades del argumento, y eso, para quien mira la pieza, no es posible sin que hayan cedido antes varios diques de la imaginación.