En el mundo del comic, la llamada novela gráfica (traducción literal del término anglosajón Graphic novel) progresa adecuadamente, especialmente en Estados Unidos, donde la crítica se la toma bastante en serio (la última y excelente obra del gran Daniel Clowes, Monica, que apareció antes en España que en su país de origen por cortesía de la editorial Fulgencio Pimentel, con base en Logroño, ha disfrutado de una reseña hiperbólica en el suplemento literario de The New York Times). De hecho, no es que los americanos hayan inventado nada con el término Graphic novel: ¿no son novelas gráficas las aventuras de Tintín o de Blake & Mortimer?, ¿no adquirieron carta de naturaleza los grandes relatos en comic que promovió en los años 80 la revista francesa A suivre…(fórmula conocida en España como Continuará…)? En cualquier caso, el concepto Novela gráfica se ha impuesto. Para bien (atención de la crítica, posible acercamiento al medio del lector de libros) y para mal (hay cenutrios que echan pestes de los tebeos porque ellos solo leen novelas gráficas).
Quedémonos con lo bueno. A lo largo de los últimos años, varios autores internacionales han conseguido llamar la atención hacia los comics de bastante gente adicta a la funesta manía de pensar. Y se ha demostrado que las novelas gráficas (o los comics, o los tebeos) son un medio narrativo tan digno y eficaz como el cine o la literatura. Los temas se han ido ampliando y han cobrado fuerza las obras autobiográficas y las adaptaciones de libros (véase el último e impresionante esfuerzo de nuestro Kim Aubert con su álbum sobre Fouché, inspirado en la biografía escrita por Stefan Zweig). Lo que aún no había hecho acto de presencia en la historieta, que yo sepa, era la filosofía, que es lo que uno encuentra, básicamente, en Sobre la soledad, de Kristen Radtke (Green Bay, Wisconsin, 1987), que acaba de publicar Planeta entre nosotros.
Kristen Radtke es una escritora e ilustradora instalada en Brooklyn que trabaja actualmente The Verge, una web especializada en noticias relacionadas con el mundo de la tecnología, y que pasó previamente por la estupenda revista bimestral (en papel) The Believer, fundada en el 2003 por los escritores Heidi Julavits, Vendela Vida y Ed Park y compuesta de entrevistas, ensayos y reseñas (a destacar sus portadas, que suelen ir a cargo de dibujantes de vanguardia, como Charles Burns o el citado Daniel Clowes). La señora Radtke se estrenó en el mundo del comic en 2017 con unas memorias gráficas tituladas Imagine wanting only this (Imagina que solo quisieras esto, aunque no me consta que se haya traducido al español). Ahí ya apuntaba maneras, y no solo memorialistas, pero es en Sobre la soledad donde la mezcla de géneros e impulsos narrativos alcanza un especial e insólito interés. El título original concentra más el foco en el meollo de la propuesta: Seek you. A journey through american loneliness (Buscarte. Un viaje a través de la soledad americana). Y es que estamos ante un libro que mezcla hábilmente la autobiografía con las reflexiones sobre la soledad propia y ajena y con el pensamiento sobre el país en el que nació su autora y que, pese a su condición de liderazgo occidental, sigue pareciéndonos a veces tan raro y tan exótico como un planeta desconocido.
Ensanchar horizontes
En la contraportada del libro encontramos unas frases que lo definen bastante bien: “Sufrimos una epidemia silenciosa: la soledad. La soledad está en todos lados, en las más grandes metrópolis y en los pueblos más pequeños, y a quienes la padecen les da vergüenza hablar de ella porque a menudo los malinterpretan”. Es evidente que a la señora Radtke no le da ninguna vergüenza compartir su sensación de soledad, que se remonta a su infancia y a la relación con su padre, al que dedica el libro. La autora nos habla de su soledad y de la de los demás, haciendo especial hincapié en la especial soledad que ha creado Estados Unidos y que, parafraseando a Jordi Pujol (con perdón), no es ni mejor ni peor que la de los europeos, sino tan solo diferente (la captaron muy bien, cada uno a su manera, escritores como John Cheever, Sam Shepard o Raymond Carver, a los que yo diría que Radtke ha leído atentamente).
Sobre la soledad es un artefacto gráfico y narrativo tan novedoso como arriesgado. Los amantes del relato tradicional pueden verse abrumados por las reflexiones de la autora, que, en el fondo, no llevan a ninguna parte porque no podía ser de otra manera si tenemos en cuenta que carecemos de respuesta para las grandes preguntas de la existencia, que son las que se hace Kristen Radtke en esta mezcla de memorias, ensayo filosófico y reflexión sobre esa América a la que ya buscaba en los años 60 Paul Simon con su canción del mismo título (“Las preguntas verdaderas son las que tienen respuesta”, decía un personaje de la novela de Julian Barnes Mirando al sol).
A quienes encuentren raros a Burns o Clowes, la señora Radtke les parecerá rarísima, pero los que crean que en el comic se puede hacer de todo y estén dispuestos a ensanchar sus horizontes conceptuales, Sobre la soledad puede parecerles, como a mí, una obra tan original como necesaria.