Isabel López Zambrana (Barcelona, 1973) tiene el tiempo justo, o, más bien, no tiene apenas un momento para otra cosa que no sea preparar con todo detalle la nueva edición de Arco, la feria de arte más importante de España. Conversa con fluidez, va al grano y duda cuando se trata de dibujar sus propias preferencias culturales, porque los gustos son variados, mucho el interés por conocer y descubrir y poco el tiempo, como muchos otros ciudadanos, que se dispone para ello. Isabel López sonríe cuando se refiere a las galerías unipersonales. Lo conoce bien. Son el alma del arte, porque sus propietarios son al mismo tiempo coleccionistas y comisarios de sus exposiciones. Es una de las características del mercado del arte en ciudades como Madrid o Barcelona, pero también en muchas otras ciudades españolas que han sacado la cabeza con fuerza. López, historiadora del arte por la Universidad de Barcelona, atesora una larga carrera profesional, que arrancó en 1999 en la Galería Estrany-de la Mota en Barcelona, para dirigir en 2007 la Maribel López Gallery en Berlín. Desde 2011 está ligada a Arco, donde ha sido directora comercial y de programas comisariados. Y, desde marzo de 2019 es su directora. En esta entrevista con Letra Global tiene claro el mensaje que debe imponerse para la ciudadanía en general y para los coleccionistas en particular: “El arte es una inversión de vida”.
La nueva edición de Arco, la 42, se presenta esta semana –entre el 22 y 26 de febrero-- con la gran ambición de recuperar toda la potencia del mercado del arte tras la pandemia del Covid. “Será la primera sin mascarillas ni ninguna restricción”, señala Isabel López. En el recinto de Ifema se darán cita un total de 211 galerías, de las que un 66% son internacionales –140—y de ellas un 21% llegan desde América Latina, con cuatro países protagonistas: Argentina, Brasil, México y Perú. Las visitas esperadas alcanzan unas 90.000 personas, de forma principal coleccionistas.
El tema central este año es el Mediterráneo, la zona del mundo predestinada para ser, de nuevo, el gran centro geopolítico, según el historiador José Enrique Ruiz-Domènec. Con el título de El Mediterráneo: un mar redondo, se seleccionan obras de 19 artistas, de las dos riberas, para afrontar formas creativas y discursivas distintas. La comisaria de la exposición de Marina Fokidis, y lo que se busca es la necesidad de recuperar una conciencia más “esférica” de la región, un todo que circula, que gira sin cesar.
El gran objetivo, en todo caso, es vender, es ofrecer obras a coleccionistas, es ofrecer, a partir de las expectativas de cada uno y de sus bolsillos, una “inversión de vida”, como indica Isabel López. Otra de las novedades es la exposición ART Situacions III, en la que se pone en diálogo la obra de artistas españoles emergentes como Elena Aitzkoa, Nora Aurrekoetxea, Lucía Bayón, Aleix Plademunt y Pablo Capitán del Río junto a la de cinco artistas franceses, Salomé Chatriot, Marie-Luce Nadal, Benoît Piéron, Elsa Brès y Yoan Sori.
--Pregunta: ¿Esta es ya la edición de Arco postpandemia, con el objetivo de vender, de recuperar toda la potencia comercial?
--Respuesta: Es la primera edición sin mascarillas, y el ambiente es muy positivo. Hay muchas ganas de venir, de gente local, de coleccionistas internacionales, y de profesionales. La energía es muy buena, y se espera, claro, que funcione comercialmente.
--¿Es un buen momento para comprar arte? ¿Hay disposición?
--Siempre es un buen momento para comprar arte. El arte es una inversión de vida. Cada uno compra una obra que le acompañará siempre. Debemos recordar que en los peores momentos de la pandemia la cultura nos ha ayudado mucho a funcionar, dentro del caos en el que estábamos. Y esa idea, la del arte en el centro de nuestras vidas, llega ahora muy reforzada. El arte como la mejor manera de vivir.
--En anteriores ediciones se hablaba de la idea de zoco, de todos juntos al lado del arte. Eso cambió con la pandemia, con instalaciones en Ifema más amplias, con espacios abiertos. ¿Se recupera ahora la atmósfera del zoco?
--Hemos cambiado, y lo que se hizo en las últimas ediciones ha funcionado bien. Las galerías tienen más espacio, para los showrooms, y la estructura se ha mantenido. Se reduce un poco, pero la filosofía es ya distinta. Es más fácil para todos ver el contenido de la feria, tanto para las galerías como para los coleccionistas.
¿Habrá novedades, algo disruptivo?
--Siempre hay alguna novedad. Es una feria que se piensa mucho a sí misma, en cómo ofrece un determinado contenido. Y lo que ofrecemos es el proyecto sobre el Mediterráneo, un mar redondo, con galerías de toda la región mediterránea. Es un lugar de encuentro, un ágora para artistas de las dos riberas. Hay galerías de países como Egipto, pero se ha querido, principalmente, presentar artistas distintos, y los habrá de Argelia, de Marruecos, y de otros muchos países.
--¿Las galerías unipersonales son la esencia del mercado del arte en España?
--Son fundamentales. Son instituciones, porque los galeristas son muchas cosas a la vez. Actúan como comisarios, que toman decisiones, y no solo económicas. Se mueven a partir de intereses artísticos, comisarían sus propios programas, y ese personalismo sitúa a la galería de arte en primer nivel.
--¿Cómo funciona esa apuesta por orientar a quien compra arte por primera vez? ¿A partir de qué presupuesto?
--No ponemos un límite. Pensamos que debemos ser abiertos, y acercanos a gente que tiene interés en el arte y que ha conseguido un presupuesto para ello. Una vez una persona decide contactar con nuestro equipo, Arte Global, y decide cuál es su presupuesto, le acompañamos para que encuentre la obra ideal. Y eso se puede conseguir con 2.000 euros, o con 500 euros para una pintura o un dibujo. Ya han pasado por ese programa más de 500 personas.
--¿Qué le debemos pedir al arte contemporáneo, pensando en debates, como el que se tiene periódicamente en instituciones como el MACBA en Barcelona?
--Son instituciones diferentes, porque Arco es más comercial, pero al arte contemporáneo le debemos pedir mucho. No nos puede satisfacer a todos. Se equivocaría el arte si fuera así. Tiene, por principio, que provocar un roce, generar preguntas y nos debe sentir incómodos.
--¿Pasará eso en esta edición con alguna obra que genere la polémica de anteriores ediciones?
--Puede ser. Nunca debemos anticipar nada. Ahora mismo respondería que no, pero se puede producir. Los artistas deben alzar la voz y eso genera eco y es bueno para el arte contemporáneo.
--¿Alguna obra relacionada con la guerra en Ucrania? ¿Debemos reflexionar seriamente ya sobre esa situación que tenemos al lado?
--Puede que se produzca alguna reflexión. Pero las aproximaciones políticas tampoco deben ser el objetivo principal.
--¿Qué le interesa en estos momentos, más allá de la organización de Arco?
--Estoy muy centrada, como es lógico, en Arco, con el foco puesto en artistas jóvenes, en un momento que me parece de un gran interés, con una gran calidad artística. Vivimos en toda España un momento de efervescencia muy grande. Y hay una mezcla interesante entre el mundo creativo, en la pintura, con la investigación en distintos territorios del arte.
--¿Hay vida más allá de Madrid y Barcelona?
--Mucha, es enorme lo que sucede en muchos otros puntos de España. En el ámbito galerístico hay iniciativas independientes y poco previsibles. En Gijón tenemos la galería ATM; en Santiago de Compostela la galería Nordés; en Murcia, Art Nueve; en Sevillá, Alarcón Criado o Rafael Ortiz. Con galerías con apuestas radicales. En Badajoz, por ejemplo, tenemos la galería Ángeles Baños, que demuestra el buen momento por el que pasamos en el mundo del arte contemporáneo.
--Esa efervescencia, ¿también la vive usted en el campo literario?
--Sí, porque me he centrado más en la lectura, al margen de mis ocupaciones en el arte. No veo tanto teatro o cine como me gustaría. Y estoy leyendo mucho a escritoras latinoamericanas, como María Gainza, que colaboró con nosotros en el catálogo de Arco. También me interesa mucho Mariana Enríquez, y Aurora Venturini. En teatro me ha gustado Lectura fácil, a partir de la novela de Cristina Morales. Y sigo con interés lo que programa el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque y los Teatros del Canal.
--Al margen de esa idea sobre el empoderamiento de las mujeres, presente en todo el debate en la agenda política española, ¿hay un poco interesante en el mundo del arte y un futuro prometedor?
--Me gusta mucho el poso que se va dejando. Hay una generación de mujeres increíble sobre los 40 años, con grandes exposiciones. Me gusta Leonor Serrano Rivas, en el Reina Sofía. Y la obra de artistas como Cristina Mejías, Belén Rodríguez, Cristina Garrido, Teresa Solar, o June Crespo. Es poso y es futuro. Y están presentes en las galerías y despiertan el interés de los comisarios internacionales. Realmente estamos en un gran momento.