Si bien el origen de las ciudades se remonta a tiempos inmemoriales, el urbanismo es relativamente moderno. Esta disciplina surge con el objetivo de repensar las ciudades ante los grandes problemas de salud pública como consecuencia de la falta de los servicios urbanísticos básicos, como la red de saneamiento. La densidad urbana dentro de las murallas de Barcelona condicionaba la salud de sus residentes, expuestos a condiciones de higiene y ventilación precarias. En vista de estas circunstancias, Idelfons Cerdà diseñó el Eixample para lograr que Barcelona fuera una ciudad más higiénica e igualitaria. Un aspecto revolucionario de Cerdà fue calcular los metros cuadrados en planta y construidos necesarios para que una familia con dos o tres hijos viviera en buenas condiciones, minimizando así las muertes prematuras de niños y madres jóvenes.
A día de hoy, a raíz de la lucha contra el cambio climático, resurge la necesidad de repensar las ciudades para hacerlas más sostenibles, cuestionando la omnipresencia del vehículo privado en el espacio público. Por su parte, la actual pandemia, el teletrabajo y la necesidad de mantener medidas de profilaxis basadas en el distanciamiento social ha permitido acelerar cambios en el diseño urbano. En este sentido, la arquitecta Meli Harvey diseñó un mapa interactivo de la ciudad de Nueva York en el que se pueden identificar sus calles en función de la anchura de las aceras para que los neoyorkinos pudieran desplazarse sabiendo en qué calles podrían guardar la distancia de seguridad.
Este mapa muestra la mayoría de las calles de la gran manzana de color naranja y rojo, lo que significa que en buena parte de éstas es difícil mantener las distancias de seguridad y que, por tanto, las aceras son bastante estrechas. Una vez más, este trabajo constata el poco espacio público reservado para los peatones. En Barcelona, este debate también ha cogido protagonismo en el debate público, sobre todo por las intervenciones del “urbanismo táctico” del gobierno de Colau. Con el fin de mantener las distancias, el consistorio municipal decidió habilitar para los peatones algunos de los carriles reservados, hasta ese momento, para los coches. ¿Cómo? Pintándolos de colores. El caso más destacado es el del carril amarillo de Vía Laietana, con resultados bastante pobres para la movilidad de los peatones.
Una de las acciones más conocidas de peatonalización del espacio público ha sido la metamorfosis de Times Square. Si bien esta transformación chocó en un inicio con la oposición vecinal, al final resultó ser todo un éxito: casi el 90% de la intersección de Broadway con la Séptima pasó a ser para los peatones y además se logró descongestionar el tráfico de la zona. A diferencia del pinta y colorea de Barcelona, esta peatonalización adaptó la ciudad a las necesidades del momento. Actuaciones similares se han llevado a cabo en diferentes ciudades, como Colonia, Estocolmo, Copenhague, Auckland y Essen, que han evidenciado el impacto positivo de la peatonalización en los comercios, así como la creación de nuevos espacios de ocio y de atractivo turístico. A nivel estatal, también existen ejemplos interesantes, como son Burgos, Donosti o Pamplona. Todos ellos exitosos, avalados con grandes estudios urbanísticos y caracterizados por la contundencia y la valentía de la acción política que los respaldaban.
A diferencia de estas ciudades, Barcelona se está quedando en un segundo plano a pesar de las esperanzas que el consistorio municipal ha depositado en el urbanismo táctico. Si bien el gobierno municipal justificó la medida argumentando que, si no funcionaba, se podía deshacer, lo cierto es que se ha demostrado que tampoco es así: la chapuza de Via Laietana persiste un año después.
La naturaleza del urbanismo táctico o pop up proviene de iniciativas ciudadanas de base comunitaria. La gestión de los Comunes, siguiendo las tesis de la Premio Nobel Elinor Ostrom, no debe ser monopolio de la administración. Es recomendable que los proyectos cuenten con la participación activa de los comercios y comunidades de vecinos, adaptándose de forma flexible a las necesidades del momento. Proyectar el espacio público desde el barrio, con el barrio y para el barrio.
Igual que en el siglo XIX, en la actualidad Barcelona se siente amurallada, esta vez por su localización y su creciente demografía, y requiere de una nueva planificación urbana que intuya la relación entre la ciudad y las necesidades de sus habitantes. En contraposición con el urbanismo pionero de Cerdà, al urbanismo táctico actual aún le falta visión, ambición y la complicidad de la propia ciudad.