Hace ya más de un siglo que la palabra Ritz es sinónimo de lujo y sofisticación. Un sello de distinción que no se entendería sin la innovadora visión de su artífice, el empresario César Ritz. Nacido en 1850 en el cantón suizo de Valais, el que fuera el decimotercer hijo una familia de ganaderos, comenzó su andadura como aprendiz de camarero en la ciudad de Brig. En 1867 se instalaría en París donde su ambición, sumada a sus dotes innatas para complacer a los comensales más distinguidos, lo convertirían en pocos años en adalid de la excelencia. En junio de 1898 se inauguró en el número 15 de la Place Vendôme de París su primer hotel y su apellido no tardó en convertirse en un símbolo de exclusividad que aún perdura. Le seguirían Londres en 1906 y, cuatro años después, en 1910 llegaría el turno de Madrid. Pero, ¿cómo se renueva un hotel con una mochila semejante? Lo ha conseguido en la capital española el arquitecto Rafael de La-Hoz
La historia se remonta a Alfonso XIII quien decidió que Madrid merecía tener un referente de la hostelería a la altura de sus homólogas europeas. Un elegante establecimiento donde sus ilustres huéspedes disfrutaran de todas las comodidades posibles como calefacción, teléfono o baño en las habitaciones. En octubre de 1910 el sueño se hacía realidad y el monarca junto a su esposa Victoria Eugenia, acompañados por una selecta troupe de personalidades, asistieron a su inauguración. Desde entonces el nº 5 de la plaza de la Lealtad acoge un bello edificio de estilo belle époque, emblema de lujo y confort, vecino privilegiado del museo del Prado, el museo Thyssen y el parque de El Retiro, tres de las principales señas de identidad de la ciudad. Un excepcional y codiciado enclave en el epicentro del conocido como “Triángulo Dorado del Arte”, o la milla de oro.
Aristócratas y celebridades
Más de cien años dan para mucho. Por sus estancias ha pasado una larga lista de poderosos mandatarios, aristócratas y celebridades. Rainiero y Grace de Mónaco se hospedaron en una de las suites durante su luna de miel, los duques de Windsor, Eva Perón, Margaret Thatcher, Nelson Mandela, Lady Di y el príncipe Carlos, Fidel Castro, Hassan II, Yves Saint Laurent, Hemingway, García Márquez, Bill Clinton o Gorbachov y otros muchos que también pasaron por aquí.
Durante muchos años estuvieron vetadas las gentes de la “farándula” es decir artistas y toreros, en su afán de preservar la privacidad de sus huéspedes. Cuentan que el mismísimo James Stewart tuvo que apelar a su condición de coronel del ejército estadounidense para poder registrarse durante su estancia en los años 50. El estricto protocolo de admisión se fue relajando con los años y una brillante comitiva de estrellas agrandó su leyenda: Ava Gadner, Frank Sinatra, Orson Welles, Rita Hayworth, Sofía Loren, Liz Taylor, George Clooney, Elton John, Madonna…
Sus salones también han sido testigo de hechos históricos como, por ejemplo, cuando durante la Guerra Civil, convertido en hospital, moría entre sus muros el anarquista Durruti en noviembre del 36 o cuando en 1979 el líder palestino Yasser Arafat dio su primera rueda de prensa en Occidente. Si las paredes hablaran…
Una reforma integral
Tras ser adquirido en 2015 por el grupo Mandarin Oriental, en febrero de 2018, el emblemático hotel cerraba temporalmente sus puertas para acometer una necesaria reforma integral. Tres años después del último check-out el fabuloso edificio regresa con renovado esplendor afianzando la capital como nuevo destino turístico de lujo europeo.
Si el inmueble original fue proyectado por el arquitecto francés Charles Frédéric Mewès y ejecutado bajo la supervisión de Lorenzo Gallego y Luis de Landecho, para el nuevo proyecto se ha contado con el arquitecto Rafael de La-Hoz y los diseñadores parisinos Gilles & Boissier. El nuevo Ritz cuenta con 153 habitaciones, 53 de las cuales son suites. Los precios, no aptos para todos los bolsillos, oscilan entre los 650 euros la noche y los 14.350 euros de la Suite Real, la más opulenta que ocupa 188 metros cuadrados en la primera planta.
La restauración ha permitido recuperar la magnífica bóveda central de cristal, que llevaba oculta ocho décadas, así como la altura original de las puertas de acceso (cuatro metros) y la entrada de la calle de Felipe IV con vistas al museo del Prado. Espacios amplios, muy luminosos, donde el arte juega un papel fundamental, la luz natural invade las estancias y las enseñas de Madrid lucen omnipresentes. La primera nos recibe nada más acceder al hotel, la espectacular obra Remolino del Retiro del estudio Haberdashery suspendida del techo, recreando hojas de jazmín, olivo o madroño realizadas en níquel y latón. En el Palm Court luce un tapiz de Clara Sullà inspirado en una serie de Goya y en las habitaciones encontramos retazos de cuadros cuyos originales cuelgan en la cercana pinacoteca.
Dacosta, al frente de los fogones
Al frente de la oferta gastronómica se encuentra Quique Dacosta. El reputado chef diseña y supervisa sus cinco restaurantes y bares. Deessa ofrecerá dos menús degustación en un maravilloso espacio que contará con un salón privado bautizado como Condesa Masslov, en honor al nombre que usó Mata-Hari cuando se hospedó en 1916. Además una Mesa del Chef, escondida entre los fogones, hará las delicias de algunos privilegiados que podrán contemplar in situ la destreza del equipo de cocina. Palm Court además de una carta de sabores clásicos con un toque de modernidad, recupera el tradicional Afternoon Tea bajo la impresionante cúpula acristalada.
La misma ubicación para el Champagne Bar donde las burbujas son las claras protagonistas. Los amantes de la coctelería encontrarán en Pictura combinaciones sorprendentes y una cuidada selección de licores. Un ambiente sofisticado donde la barra se erige como elemento central, de cuyas paredes cuelgan retratos fotográficos, de claros guiños a la pintura barroca, de rostros conocidos como Elvira Lindo o el músico Jorge Pardo, realizados por Paula Anta. Por último el emblemático Jardín del Ritz, el lugar donde degustar sabores del mundo. Un remanso de paz al aire libre en pleno centro de la ciudad. De nuevo este gran edificio cobijará los secretos de sus distinguidos huéspedes.