Los restauradores de Gràcia están indignados por lo que consideran falta de sensibilidad del Ayuntamiento de Barcelona con la idiosincrasia del barrio a la hora de lanzar medidas para paliar el impacto del coronavirus en la economía local. Pese a la crisis de la restauración en la capital catalana, el consistorio bloquea desde julio la ampliación de los negocios mediante el uso de barriles en la vía pública. Esta ha sido la alternativa que han propuesto a las terrazas que han proliferado en el resto de la ciudad por las características de las calles de la zona, la inmensa mayoría de las cuales son muy estrechas.
Lo que ha provocado la indignación de los establecimientos es tanto la respuesta que han recibido por parte del consistorio como la justificación de la misma. Se fundamenta en los problemas de accesibilidad para las personas con deficiencia visual, cuestión que los propios afectados ponen en tela de juicio.
El colectivo Soho Gràcia, que agrupa a más de 500 propietarios de bares y restaurantes, lamenta la cerrazón del gobierno local. "En ciudades de toda España se ha permitido la instalación de este mobiliario como consecuencia del Covid-19. En Gràcia, y también en otros barrios como Ciutat Vella, es difícil colocar mesas y sillas en las calles", explica Alberto Barros, portavoz de la asociación.
La "excusa" del ayuntamiento
Hace meses que los empresarios reclaman que la misma medida se aplique en Barcelona. "Estamos dispuestos a limitar el aforo y los horarios, como ocurre en las terrazas y en el interior de los locales. Utilizar los barriles daría vida a las calles y nos ayudaría a pasar mejor la crisis", añade Barros, dueño de Cafè Pagès y Casa Pagès.
Hasta ahora, los responsables del distrito han rechazado la iniciativa amparándose en las dificultades que estos barriles ocasionarían en las personas con deficiencia visual. Sin embargo, los restauradores han contactado con dos organizaciones de invidentes que relativizan estas complicaciones y sostienen que hay margen para hallar una solución que satisfaga a todas las partes. Los propietarios cuestionan esta "excusa" basándose en que ya existen otros obstáculos en la calle: "¿Acaso los contenedores no impiden también el paso?".
Las asociaciones de ciegos, flexibles
"El ayuntamiento no nos ha consultado". Esa es la respuesta que dan tanto la ACIC (Associació Catalana per a la Integració del Cec) como la Associació Discapacitat Visual Catalunya B1+B2+B3. Manuel Antonio Martí, presidente de B1+B2+B3, reconoce que la situación es "dramática" para el tejido empresarial y se muestra dispuesto a negociar una salida transitoria para echar una mano a los negocios. "En esta situación estamos dispuestos a ser más laxos porque entendemos que se trata de algo extraordinario", argumenta.
Así, Martí es partidario de la instalación de los barriles siempre que no se dispongan junto a la pared, elemento urbano de guía para los ciegos, y que no invadan excesivamente la vía pública. José Angel Carrey, presidente de ACIC, se muestra más prudente: "Nosotros no hemos dicho nunca que estemos a favor ni en contra. Entendemos que debe haber una salida, pero estaremos de acuerdo con lo que establezca el Instituto Municipal de Personas con Discapacidad".
La polémica del urbanismo táctico
Según Carrey, este órgano debería de haber emitido un informe favorable o desfavorable a la colocación de los barriles. Pero ni Soho Gràcia ni las asociaciones de invidentes tienen constancia de que se haya producido esta evaluación. Un portavoz del ayuntamiento informa que la propuesta del gremio se ha rechazado aplicando las ordenanzas vigentes en esta materia. Pero no aclara si existe el documento en cuestión. "El proceso de tramitaci´on de autorizaciones excepcionales de terrazas tiene en cuenta las condiciones de uso del espacio público que se recogen en el decreto de alcaldía sobre las ampliaciones y nuevas terrazas a raíz de la pandemia. Todas las terrazas y los elementos que las forman deben garantizar la accesibilidad y respetar el espacio de paso mínimo para el recorrido de personas ciegas", señala este interlocutor.
En cualquier caso, tanto ACIC como B1+B2+B3 reprochan al consistorio que se escude ahora en estos argumentos en plena polémica del urbanismo táctico, que también ha recogido críticas por parte de este sector. La remodelación de las arterias de la metrópolis con enormes bloques de hormigón dificulta el paso de las personas con deficiencia visual y de los ciudadanos con movilidad reducida, sentencian los afectados.
"Los bloques de hormigón son peores"
La muerte de Martí Estela, portero del CN Barcelona, que falleció presuntamente tras estrellar su moto contra un bloque, ha dado alas a los argumentos de que estos obstáculos suponen un riesgo mortal para los ciudadanos. Por otro lado, ACIC recuerda que la última reforma de la normativa municipal de terrazas fue recurrida en 2013 amparándose en supuestos incumplimientos respecto a las distancias e itinerarios en la acera, por lo que apunta a que el ayuntamiento debe mejorar en las políticas para el colectivo. Ambas organizaciones no puntuan con buena nota al ayuntamiento en materia de accesibilidad y se muestran disconformes en que se parapeten en sus problemas de movilidad en la polémica con los restauradores de Gràcia.
"Al final es mucho peor chocarte contra un bloque de hormigón que contra una silla. Además tenemos otros problemas: en Gràcia hay muchas calles con plataforma única, al igual que en otros barrios. Somos reivindicativos, pero nos ofrecemos a colaborar. Hablando se entiende la gente", concluye Martí. Eso es, precisamente, lo que reclaman a ambas partes: diálogo.