Los cánones en el mundo del arte han estado presentes durante varias épocas. Con la llegada de los fauvistas se produjo un cambio trasgresor en la manera de entender las obras. Y es que una de las principales normas de este movimiento descansaba en la ausencia de cualquier regla para poder desarrollar el estilo. La pintura se basaría en el uso fuerte del color quitándole bastante importancia al trazo de la línea.
Este carácter trasgresor supuso una auténtica revelación y abrió una nueva veda de creatividad que llevaría a los artistas a realizar todo tipo de expresiones artísticas en diferentes formatos y soportes. En España hay algunos destacados que han conseguido llevar la pintura a otra dimensiones, como ocurre con el creador del bosque pintado de Oma.
Agustín Ibarrola
Agustín Ibarrola es uno de los artistas que utiliza ambientes urbanos y parajes naturales para expresar su arte. El pintor y escultor vasco realizó --durante los primeros años de la década de los 80-- una serie de pinturas en el bosque de Oma, cercano a la localidad de Kortezubi, que se ha convertido en su obra más destacada.
Ibarrola utilizó el tronco de los pinos como soporte para plasmar figuras de vivos colores que aportan un carácter diferencial a sus creaciones. Sin embargo, después de décadas, el bosque pintado de Oma, empieza a decaer poco a poco.
La naturaleza se ceba con el arte
La avanzada edad de las pinturas, sumada a la enfermedad que sufren la corteza de los vetustos pinos han perjudicado a la obra de Ibarrola. Esas pinturas desarrolladas entre 1982 y 1985 comienzan a deteriorarse y parece que su final se acerca de forma inminente. Con el fin de preservar este patrimonio artístico los dirigentes vizcaínos han decidido desarrollar una réplica exacta en otro frondoso bosque similar.
Ese terreno se encuentra ubicado dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdabai. Debido a esta banda marrón que sufren los pinos, que están desgastando la obra de Agustín Ibarrola, el bosque se encuentra clausurado. Hace más de año y medio que los turistas no pueden acceder a esta curiosa obra perteneciente a la tendencia contemporánea LandArt. Para este traslado la figura del hijo del pintor ha resultado ser clave.
No vale la copia
La familia del prestigioso artista se ha mostrado a favor de desarrollar este nuevo bosque de Oma. Eso sí el hijo del reconocido artista ha pedido que se respete la identidad artística que su padre trató de expresar en la corteza de los árboles. Y a se ha anunciado que evidentemente será imposible recrear exactamente las pinturas que Ibarrola llevó a cabo en los años 80.
El hijo, de mismo nombre que el autor del bosque, desarrolla sus proyectos artísticos en el reconocido Equipo 57 de París. Más que replicar la obra se buscará trasladar el concepto plasmado en los árboles de Oma hasta la nueva ubicación. El principal objetivo es mantener la herencia artística que Agustín Ibarrola dejó en este enclave natural del País Vasco. Una herencia que debe preservarse durante siglos.
Un cambio necesario
El bosque pintado de Oma representa uno de los pilares del Patrimonio Cultural del País Vasco. Cada año miles de turistas realizan diversas rutas por estos frondosos parajes con el fin de pasar a través de esta sugerente obra pintoresca. El principal objetivo de Ibarrola en esta creación era unir dos tendencias completamente dispares en el tiempo, el Paleolítico y el movimiento LandArt.
Dependiendo desde donde se mire el bosque logra tener una perspectiva u otra. Ahora a ese bosque ya le llega la alternativa y pronto la herencia de Ibarrola estará presente en otro de los enclaves naturales con los que cuenta el País Vasco. El concepto del pintor y escultor seguirá por muchos años más entre pinos de la comunidad autónoma.