La iglesia románica que parece al borde de caerse WIKIPEDIA
La iglesia románica de Girona que parece a punto de caerse: "En este punto se partió el mundo en dos"
Los estudios arquitectónicos indican que la ermita quedó dañada y que los muros actuales son fruto de una reconstrucción posterior
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Si Castellfollit de la Roca es famoso por estar al borde de un precipicio en Girona, hay una iglesia de la misma provincia que parece a punto de caer. ¿Por qué? Hay quien dice que porque “en este punto se partió el mundo en dos”. Y la ermita quedó en el margen de Amer.
Sí, en los límites municipales del pueblo de Puigdemont se levanta una pequeña construcción románica que desafía desde hace siglos las leyes del equilibrio y del tiempo: Santa Brígida d’Amer.
No sólo es curioso el nombre, también lo es su ubicación extrema. Se encuentra en un borde rocoso suspendido sobre el paisaje. Un mirador natural con vistas a la Vall d’Amer, la Vall d’Hostoles y las primeras estribaciones del Pirineo.
La magia la ofrece la ermita de Santa Brígida, una construcción que forma parte del entramado religioso e histórico articulado alrededor del monasterio benedictino de Santa Maria d’Amer, uno de los centros eclesiásticos más influyentes del medievo en la zona.
De cuándo es
La ermita funcionó durante siglos como capilla dependiente del cenobio y como punto de referencia espiritual para los habitantes dispersos del valle.
La tradición sitúa el origen del templo en torno a los siglos XI–XII, coincidiendo con la expansión del románico en Girona. De aquella primera construcción se conservan la estructura básica y el ábside semicircular, elementos característicos de la arquitectura religiosa rural de la época.
Los terremotos que lo cambiaron todo
Pero no todo es tan bonito. La historia del edificio está marcada por un episodio dramático: la serie de grandes terremotos de los años 1427 y 1428, que devastaron buena parte de la Garrotxa y la Selva.
Los estudios arquitectónicos indican que Santa Brígida quedó dañada y que los muros actuales son fruto de una reconstrucción posterior, completada entre los siglos XVII y XVIII.
Estas reformas explican el contraste entre el ábside románico y la fachada occidental, más moderna, coronada por una pequeña espadaña.
La mampostería irregular, reforzada con sillares en las esquinas, revela sucesivas intervenciones que consolidaron el templo sin alterar su esencia rural.
Arquitectura mínima
En cualquier caso, Santa Brígida responde al modelo de nave única cubierta con bóveda de cañón, sin ornamentación y sin elementos escultóricos relevantes.
A un lado del ábside se adosa un pequeño cuerpo rectangular que funcionó como espacio auxiliar y más tarde como vivienda del ermitaño. En la actualidad, tras su restauración, sirve como refugio de excursionistas.
Desgaste y riesgo
Aunque lo que más impresiona al visitante es su ubicación. Al borde del precipicio. La piedra natural del cerro, visible en el terreno y en gran parte del aparejo, forma casi parte de la construcción. Es una continuación del propio risco.
No ha sido fácil mantenerla así. Han sido décadas de desgaste, pero tras una restauración en los años 90 la ermita presume de espacio y robustez.
📍ERMITA SANTA BRÍGIDA DE AMER
La consolidación definitiva llegó en 2001, gracias a las entidades locales vinculadas al excursionismo. La intervención reciente buscó preservar la sencillez del edificio sin introducir elementos ajenos.
La bóveda, los muros y la cubierta se reforzaron siguiendo criterios de mínima afección, dada la fragilidad del terreno y el riesgo de erosión del espolón.
Bien protegido
Hoy la ermita está catalogada como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) y forma parte de la Ruta del Románico Religioso de la Selva, junto a otras iglesias y ermitas medievales de la zona.
Además, la iglesia nunca ha perdido su función social. Cada primer domingo de febrero se celebra el tradicional aplec de Santa Brígida, una romería que reúne a vecinos de Amer y de municipios cercanos.
Un lugar especial
Durante la fiesta se cantan salves dedicadas a la santa, se bailan sardanas y se lleva a cabo un particular concurso de silbido con "cargolina", una pequeña caracola vinculada al folclore local.
Y es que todo aquí es especial. El mismo cerro donde se asienta Santa Brígida conservó estratos marinos antiguos mientras el entorno se erosionaba. De ahí la frase simbólica que generaciones han repetido: “En este punto se partió el mundo en dos”.