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Hay iglesias que nacen para ser icónicas y poco importa lo que pase con ellas. No solo la Sagrada Familia lo es. En la misma Barcelona, la iglesia de Santa María del Mar se ha convertido en un icono, sobre todo tras el libro de Ildefonso Falcones.

Sant Feliu y la catedral de Girona tienen fama internacional desde que sus escalinatas sirvieran de escenario de Juego de Tronos. Y, a una decena de kilómetros de la capital gerundense, hay otra: la Catedral del Empordà.

Esta iglesia medieval de Castelló d’Empúries nació para convertirse en un referente y competir con Girona e incluso Barcelona. Un templo de proporciones tan imponentes que sorprende a cualquier visitante desprevenido.

La Basílica de Santa Maria es, sin duda, un símbolo del Empordà. Una iglesia que, a pesar de su fama y de la ambición de sus creadores, nunca fue sede episcopal ni tuvo obispo. Eso sí, contó con la bendición papal: Juan Pablo II le concedió en 2001 el título de basílica menor.

Una iglesia monumental

La noticia fue bien recibida, pero sabe a poco si se tiene en cuenta la historia y las aspiraciones de uno de los templos góticos más importantes de Cataluña.

Su tamaño, su monumentalidad y la extraordinaria riqueza de su patrimonio interior responden a una aspiración que hoy podría parecer descabellada: competir con Girona y Barcelona por una nueva diócesis que nunca llegó a existir.

Vocación de catedral

La historia arranca en el siglo XIII, cuando los condes de Empúries impulsaron la construcción de un gran templo que sustituyera a la antigua iglesia románica. Castelló d’Empúries era entonces la capital del condado, un núcleo urbano próspero, con actividad comercial, vida cortesana y relevancia estratégica en la frontera marítima del norte catalán.

Todo ello justificaba, en la mentalidad de la época, la creación de una sede episcopal propia. Los condes no se detuvieron: querían dotar al territorio de una catedral que estuviera a la altura de su poder.

La basilica de Santa Maria TURISME CATALUNYA

Santa Maria se construyó precisamente con ese propósito: llegar a ser, algún día, la cabeza espiritual del Empordà.

La iglesia creció durante los siglos XIII, XIV y XV siguiendo un patrón gótico de gran pureza, con una nave amplia, un ábside profundo, capillas laterales y una fachada que competía en ambición con los grandes templos de la Corona de Aragón.

Tensión política y episcopal

Pero la aspiración política chocó con la realidad eclesiástica. La creación de una nueva diócesis dependía del Papado y, sobre todo, del equilibrio de poderes con las sedes vecinas. Y Girona nunca estuvo dispuesta a ver mutilado su territorio ni a permitir la aparición de un obispado rival a pocos kilómetros.

La tensión entre ambos centros fue constante, y el proyecto episcopal quedó finalmente descartado. La iglesia de Santa Maria, por tanto, nació catedral pero se quedó sin título ni obispo.

Arquitectura monumental

Aunque su rango jurídico nunca llegó, el templo conserva la escala y la solemnidad de un edificio catedralicio. La fachada occidental, presidida por un gran rosetón y una portada gótica de fina escultura, es una de las muestras más elegantes del gótico catalán tardío.

A su lado se alza el campanario, con base románica del siglo XI–XII y remates posteriores, uno de los elementos más antiguos del conjunto. Aunque la sorpresa mayor está en su interior.

Interior de la Basilica de Santa Maria

La amplitud de su nave única, iluminada por capillas que conservan retablos, sepulcros y elementos devocionales de distintas épocas, impresiona. Tanto como su pila bautismal del siglo XI. Hecha de mármol y con decoración románica excepcional, es una de las mejores de Cataluña.

Aunque si por algo destaca es por el retablo mayor. Esta obra de 6,5 metros de alto es una genialidad del escultor Pere Joan en el siglo XV.

Retablo

Se trata de una estructura monumental dedicada a la Virgen de la Candelaria, de estilo gótico flamígero, repleta de detalles narrativos y escultóricos. Además, fue una obra colectiva en la que participaron artistas como Ponç Gaspar y Vicenç Borràs, entre otros.

También impone su órgano barroco. Datado en el siglo XVIII, es uno de los retablos históricos más importantes del país, aún hoy utilizado en conciertos y liturgia.

Por qué no tuvo obispo

Todo digno de una catedral que se vio afectada por problemas de geopolítica medieval y pragmatismo eclesiástico. El Papado y la Corona veían innecesario crear una nueva diócesis tan cerca de Girona, que además ejerció presión para mantener su influencia territorial.

Castelló d’Empúries era importante, por aquí pasaron griegos y romanos, pero perdió progresivamente peso político frente a Figueres y otras ciudades emergentes del Empordà. Una catedral le pareció demasiado a la Iglesia.

Santa Maria de Castelló d'Empúries WIKIPEDIA

Así, Santa Maria quedó como un templo imponente sin el rango que su arquitectura parecía reclamar. Eso no le ha impedido funcionar como parroquia, aunque subordinada siempre al obispado de Girona.

Su elevación a basílica menor en 2005 fue, de algún modo, ese reconocimiento tardío a la grandeza arquitectónica a la que aspiraba. Un título honorífico que no crea obispados, pero sí confirma que el Vaticano considera Santa Maria un templo de relevancia excepcional.

Patrimonio nacional

Hoy, la basílica preside uno de los cascos antiguos mejor conservados de Cataluña. Fue catalogada Monumento Nacional en 1931 y, además, impresiona a todo aquel que la ve por primera vez.

Santa Maria será una basílica menor, pero se siente como la catedral del Empordà. Una catedral sin obispo, sí, pero una de las iglesias más bellas, completas y orgullosas de Cataluña.

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