No es Púbol: el castillo renacentista reconvertido en museo con las mejores vistas de la Costa Brava

No es Púbol: el castillo renacentista reconvertido en museo con las mejores vistas de la Costa Brava EMPORDÀ TURISME

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No es Púbol: el castillo renacentista reconvertido en museo con las mejores vistas de la Costa Brava

La fortaleza combina distintos estilos y se ha convertido en un perfecto mirador 

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Cuando se habla de castillos de la Costa Brava, hay uno que siempre aparece, el de Sant Ferran, en Figueres. Es la fortaleza abaluartada más grande de Europa y acapara casi toda la atención.

Sin embargo, muy cerca de allí, en la costera Roses, hay una fortificación renacentista que vela por la defensa del territorio. O velaba. Se trata del castillo de la Trinitat.

Esta construcción, situada sobre la Punta de la Poncella, es una muestra de construcción moderna. Su aspecto actual lo evidencia. Si bien no se conserva intacto, aún se observan los muros de piedra y estructuras de hormigón.

Su estado parece contar los asedios y destrucción sufridos. Por suerte, gracias a una reciente restauración, aún se puede visitar. De hecho, se ha convertido en un apreciado mirador del golfo de Roses.

Quién estuvo detrás

Antes de que todo esto sucediera, fue todo un fortín. Se construyó entre 1544 y 1551 por orden de Carlos I de España y V de Alemania.

El emperador encargó al duque de Alba reforzar la defensa de la bahía de Roses, ante las constantes guerras contra Francia y la amenaza de los corsarios otomanos.

Un castillo innovador

El lugar elegido fue clave: un promontorio que sirvió de perfecta atalaya para controlar el mar con artillería de largo alcance y con una construcción previa. Allí se había albergado una capilla dedicada a la Santísima Trinidad, de la que el castillo tomó el nombre.

La construcción, obra del ingeniero militar Luis Pizaño, introdujo un concepto innovador: una planta en forma de estrella irregular de cinco puntas. Una fortaleza pensada para resistir.

Terraza del Castillo Trinitat

Terraza del Castillo Trinitat VISIT COSTA BRAVA

Este esquema permitía disponer de baterías escalonadas en varios niveles, de manera que se podía disparar desde diferentes alturas contra naves enemigas o fuerzas terrestres.

Se trataba de un modelo pionero en la arquitectura de artillería costera, adaptado a las necesidades defensivas del siglo XVI.

Cómo es la fortaleza

La estructura contaba también con murallas bajas y muy gruesas, preparadas para resistir impactos de cañones. El acceso se realizaba a través de un camino en zigzag, diseñado para dificultar la entrada a posibles atacantes, y estaba protegido por un puente levadizo.

El conjunto se organizaba en tres plantas principales: la superior, con la capilla y una plataforma de artillería; la planta intermedia, destinada a la guarnición y a las estancias del gobernador; y el sótano, que servía de almacén, albergaba las letrinas comunitarias, una gran cisterna para recoger agua de lluvia y el polvorín.

El castillo Trinitat de Roses

El castillo Trinitat de Roses WIKIPEDIA

En la planta intermedia convivían el gobernador y los soldados, una guarnición compuesta por alrededor de treinta hombres. El gobernador disponía de letrina privada, un detalle poco común en la época, mientras que el resto de los militares compartían espacios reducidos.

La vida cotidiana estaba marcada por las guardias, la instrucción y el mantenimiento de armas, pero también por momentos de ocio que solían limitarse a juegos de cartas.

Batalla crucial

Aun así, el momento más recordado en la historia del Castillo de la Trinitat tuvo lugar el 5 de diciembre de 1808, durante la Guerra de la Independencia. Las tropas napoleónicas habían sitiado la fortaleza desde el Puig Rom y la fortaleza tuvo un papel trágico y crucial.

Ante la imposibilidad de resistir, el capitán escocés Thomas Cochrane, que apoyaba la defensa con la fragata británica Imperieuse, decidió volar el polvorín. La explosión destruyó gran parte del castillo y evitó que cayera en manos francesas.

Cochrane, al frente de unos 180 defensores, consiguió escapar por mar. Años más tarde se convertiría en un destacado almirante de la Marina británica y recibiría el título de lord.

Si bien eso permitió ganar la guerra a España, aquel episodio dejó el castillo en ruinas y así permaneció, abandonado, durante casi dos siglos.

Reconversión en museo

No fue hasta comienzos del siglo XXI cuando se acometió un proyecto de restauración que permitió su reapertura al público en 2008.

La reapertura sirvió para recuperar buena parte de su estructura y de la historia de Roses y de este país. El Castillo de la Trinitat en Roses es ahora un museo que recorre la historia militar de la Costa Brava.

Interior del castillo Trinitat

Interior del castillo Trinitat EMPORDÀ TURISME

Su interior alberga contenedores audiovisuales con vídeos en varios idiomas que explican el diseño de la fortaleza, el papel de la artillería, la vida cotidiana de los soldados y el contexto de las guerras en las que estuvo implicado.

Las exposiciones se complementan con escenografías, proyecciones y visitas guiadas que ayudan a entender cómo era la fortaleza en funcionamiento.

Un mirador de la Costa Brava

A eso se le suma sus funciones de mirador. Desde sus terrazas se obtiene una de las vistas más completas del golfo de Roses.

El aspecto actual del castillo, con su mezcla de piedra y hormigón, refleja el impacto de su historia: desde la construcción bajo Carlos I y el duque de Alba, hasta la voladura de 1808 y la recuperación en el siglo XXI.

El visitante puede identificar los restos originales de la construcción renacentista junto a los elementos modernos añadidos durante la restauración.

Cómo llegar

El camino hasta el Castillo de la Trinitat es fácil desde casi cualquier punto de Cataluña. La autopista AP-7 es la vía principal de acceso.

Desde allí se sigue por la C-31 en dirección a Roses y, más adelante, por la C-260 hasta la entrada de la localidad. Una vez en Roses, la señalización indica la ruta hacia la Punta de la Poncella, donde se encuentra el castillo. Desde Barcelona son dos horas en coche.