La obra de Gaudí es inabarcable por su cantidad de significados ocultados. Su imaginario es objeto de estudio y sus obras ya se consideran monumentos. Aunque hay una a la que muy poca gente presta atención.
El genio modernista es muy conocido por su visión de la arquitectura, pero cabe recordar que diseñó espacios abiertos como el Park Güell o los Jardines Artigas, muebles e incluso farolas. Y no, no son las de Passeig de Gràcia, aunque sí se encuentran en Barcelona.
Se trata de cuatro obras repartidas entre la plaza Reial y el Pla de Palau y que son el gran enigma de Gaudí por dos razones. Por un lado, porque pocos conocen estas obras; por el otro, porque tiene cierto tinte antimonárquico.
El arquitecto, que diseñó las casas de familias nobles y burguesas y trabajó para la iglesia, como demuestra el palacio de Astorga y la Sagrada Familia, parece que tuvo su toque rebelde. En sus inicios.
Un encargo particular
Eran los finales del siglo XIX, 1889. Gaudí acabó su primera gran obra, la Casa Vicens, y había recibido el primer encargo de su mecenas para construir el que sería el Palau Güell. Y, entre tanto, recibió un encargo particular: el diseño de unas farolas.
Al arquitecto no le resultó ni difícil ni extraño. En 1879, cuando apenas tenía 27 años, este joven de de Reus recibió el encargo de diseñar dos farolas monumentales para la plaza Reial, en pleno corazón del barrio Gótico. Y lo hizo con éxito.
Farolas de Gaudí de la Plaza Reial de Barcelona
A pesar de ser una obra temprana y no haber desarrollado aún todo su estilo personal, estas farolas muestran elementos que acompañaron al genio modernista toda su carrera. Como el trabajo del hierro forjado, los elementos naturales y la funcionalidad.
Las farolas de la plaza Reial tienen seis brazos de hierro forjado que sostienen lámparas de gas, aunque con el tiempo se adaptaron a la electricidad. Aunque lo más destacado es su simbolismo.
Las farolas originales
La parte superior está coronada por un casco alado y dos serpientes enroscadas que representan el caduceo de Mercurio, el dios romano del comercio, los viajeros y los mensajeros. El detalle no es casual: la plaza, muy próxima a la Rambla y al puerto, era un punto neurálgico de intercambio y actividad económica.
Las farolas de plaza Reial eran ya icónicas, por eso, cuando en 1889 a Gaudí le pidieron otras cuatro farolas para el Pla de Palau –un espacio histórico vinculado al comercio marítimo y al antiguo palacio real–, no tuvo problema. Pero esta vez fue más rebelde.
Una corona invertida
Para empezar, a diferencia de las de la plaza Reial, estas farolas tienen tres brazos en lugar de seis, lo que las convierte en una versión más sencilla y estilizada. Sin embargo, su rasgo más llamativo se encuentra en lo alto: una corona invertida acompañada por dos cabezas de serpiente. ¿Por qué?
Como suele pasar con la mayoría de obras de Gaudí, su simbolismo ha dado pie a interpretaciones sobre su posible simbolismo. Una de las más extendidas es la que defienden algunos historiadores, que ven en la corona boca abajo un mensaje antimonárquico del joven arquitecto.
Esta teoría tiene su explicación. En esos primeros años, el arquitecto de Reus todavía no se codeaba mucho con la burguesía catalana. Más bien en esa época simpatizaba con ambientes liberales y anticlericales.
Estos primeros años es lo que siempre ha generado dudas en torno a Gaudí. No se sabe si fue una depresión que sufrió, su contacto con los burgueses catalanes o qué, pero con el tiempo, el arquitecto evolucionó hacia un profundo catolicismo.
Un lugar destacado
En cualquier caso, Gaudí nunca dio una explicación sobre el simbolismo y significado de esa corona invertida. Lo cierto es que el emplazamiento refuerza la hipótesis antimonárquica.
Las farolas se colocaron a pocos metros del antiguo palacio real de Barcelona, destruido por un incendio en 1875, apenas catorce años antes de su instalación. Aun así, el secreto de las coronas invertidas se lo llevó el arquitecto a la tumba.
Una farola diseñada por Gaudí
Tampoco es que muchos reparen en él. Son pocas las guías de la ciudad que hagan mención a estas farolas. Y eso que se podría decir que están en peligro de extinción.
De aquellas cuatro farolas, hoy solo sobreviven dos. Ahora quedan situadas frente a la Facultad de Náutica y la Delegación del Gobierno. Las otras dos, situadas frente a la fachada lateral de la antigua aduana, desaparecieron con el paso del tiempo.
Obra desconocida
Las que siguen en pie muestran signos de deterioro y llevan años pendientes de una restauración en profundidad. Nadie repara en ellas. Ni Administración, ni turistas.
En contraste, las farolas de Gaudí, tanto las de la plaza Reial como las de Pla de Palau, son piezas tan singulares y del patrimonio modernista que valen mucho más de la atención que reciben.
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