Dalí, el genio de Figueres, el artista de Portlligat, el que retrató Cadaqués como ningún otro, nunca tuvo una estrecha relación con Barcelona. Acudía a la ciudad, tenía amigos allí, pero a nivel artístico no congeniaban.
Buena prueba de ello es que en la capital de Cataluña, sólo existe una obra del pintor surrealista. Y, lo más curioso de todo, no se puede ver.
Está en Barcelona, en la montaña de Montjuïc, dentro de un edificio oficial que solo visitan los jefes de Estado. Se titula La hora real y es la única intervención pictórica de Dalí dentro del espacio urbano de la capital catalana. Un encargo institucional, de grandes dimensiones, que lleva más de medio siglo invisible para la ciudadanía.
Su gestación es curiosa. Nació de un encargo del alcalde franquista de Barcelona, José María de Porcioles, en 1969. Quería decorar el techo del vestíbulo del Palauet Albéniz, una construcción ubicada junto a los jardines de Joan Maragall, con una obra singular.
Una obra para la realeza
Se podría decir que es lo más cercano que estuvo Dalí de un encargo para la realeza. La residencia estaba destinada al uso exclusivo de la familia real española en sus visitas a la ciudad. Por tanto, sólo lo verían ellos.
El encargo formó parte de una serie de intervenciones en techos institucionales que el artista realizó en los últimos años de su carrera, junto con el conocido Palacio del Viento del Teatro-Museo de Figueres y el techo del Castillo de Púbol.
Dónde se hizo
Y es que La hora real no es un cuadro, es un mural. Una obra circular, con un diámetro de 300 metros, ejecutada al óleo sobre lienzo, una técnica habitual en la producción del pintor.
No fue fácil. El trabajo se prolongó hasta 1973, aunque parte del proceso se desarrolló en el estudio barcelonés del escenógrafo Isidor Beà, colaborador de Dalí en varias obras de gran formato.
Cómo es 'La hora real' de Dalí
Como no podía ser de otra manera, la obra tiene un claro acento catalán. Unas figuras humanas enlazadas de la mano, en disposición circular, ocupan la escena central. Bailan la típica sardana, pero reinterpretada desde el imaginario simbólico de Dalí.
Entre los elementos reconocibles del artista, destaca un reloj blando que forma parte de la composición central. El conjunto se completa con cuatro retratos de figuras históricas, situados en las esquinas del techo: Joan Maragall, Ramon Llull, Miguel de Cervantes y Cristóbal Colón. Se trata de representaciones imaginarias, no documentales, pintadas según el estilo tardío de Dalí.
Una obra oculta al público
La obra no se puede ver, pero sí intuir gracias a uno de los estudios preparatorios de esta obra, correspondiente al retrato de Ramon Llull, que recientemente ha sido objeto de atención pública. El dibujo, hasta ahora también en manos privadas, será subastado el próximo 10 de septiembre. Y, como todo en Dalí, presenta sus peculiaridades.
La primera es que el boceto está fechado en 1975, cuando la ejecución del mural tuvo lugar varios años antes. Esta discordancia de fechas se debe al certificado emitido por John Peter Moore, secretario personal del artista y custodio de numerosos documentos y obras de su archivo.
Subasta del boceto
Moore fue una figura clave en los últimos años de vida de Salvador Dalí. En los años 80, gestionó un museo en Cadaqués que exhibía parte de su colección privada. En 2003, todo ese fondo fue subastado en París tras el cierre del centro. El boceto de La hora real no formaba parte de aquel lote, pero sí es una muestra más de los materiales dispersos que proceden del archivo original del pintor.
A pesar de todo, o precisamente por ello, este boceto tiene precio de salida de 100.000 euros, aunque se espera que la cifra final sea considerablemente más alta. Claro que tal vez esta es la única manera en la que uno puede acercarse a La hora real.
Quién puede verla
Al estar situada en el Palauet Albéniz, es imposible de visitar. Asimismo, su emplazamiento en un espacio de uso protocolario ha impedido la divulgación de su imagen. Solo unos pocos registros fotográficos permiten conocer su composición general. Ni siquiera existe documentación audiovisual disponible de la obra completa.
Actualmente, tampoco se permite el acceso libre al interior de palacete. Por tanto, La hora real permanece fuera del circuito cultural y artístico de la ciudad. Solo en ocasiones puntuales, con motivo de recepciones oficiales, algunos invitados pueden contemplar la obra.
Así, la única obra que Dalí hizo de forma expresa para Barcelona continúa oculta para el gran público. Razón por la cual La hora real es todavía más especial.
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