
Pocos lo saben, pero esta calle de Manresa guarda un secreto bajo los pies de quien la recorre CANVA
Pocos lo saben, pero esta calle de Manresa guarda un secreto bajo los pies de quien la recorre
Un auténtico museo oculto que se descubre solo excavando el suelo y que ha simple vista no se ve
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No todo lo que se esconde bajo tierra es romano, como tampoco es que sea puro alcantarillado o tierra. Hay zonas de Cataluña que tienen eso, otras que ocultan un pasado entre tenebroso y terrible.
Eso es lo que sucede en algunas zonas de Manresa. La calle Baixada de la Seu, en el casco antiguo de la ciudad, igual que lleva a la mítica basílica que protege el municipio, es también la puerta de entrada a uno de los subsuelos más ricos en historia de toda Cataluña.
Bajo sus piedras y las de las calles adyacentes se extiende un entramado arqueológico que ha revelado desde tumbas medievales y criptas barrocas hasta estructuras romanas y restos ibéricos. Un auténtico museo oculto que se descubre solo excavando el suelo bajo los pies de quien la recorre, pero que no se ve.
Pocos sabían de ello. Fue a partir de las primeras obras de restauración de la basílica, cuando salieron a la luz restos de cerámicas, muros antiguos y sepulturas, que se empezó a conocer.
Una historia subterránea
Era principios del siglo XX. Desde entonces, las distintas intervenciones arqueológicas han confirmado lo que muchos sospechaban: que el cerro del Puigcardener, sobre el que se asienta la Seu y la Baixada que lleva hasta ella, fue núcleo fundacional de Manresa, habitado sin interrupciones desde época íbera, pasando por la romana y la medieval. Eso ya se podía intuir.
Uno de los hallazgos más importantes bajo esta calle y su entorno inmediato, por eso, es el extenso cementerio que rodeó la basílica durante siglos. Alí se han encontrado enterramientos que abarcan desde los siglos III-IV hasta bien entrado el siglo XIX.
Qué hay bajo la calle
Las sepulturas más antiguas, de época tardo-romana, están formadas por fosas revestidas de tejas planas y cubiertas con tejas curvas, un tipo de enterramiento característico de la etapa final del Imperio. A partir de la Edad Media se generalizan las tumbas de losas y las excavadas directamente en la roca, muchas de ellas de tipo antropomorfo.
En el claustro de la Seu, bajo la capilla dels Favets, los arqueólogos han documentado una de las secuencias más completas de enterramientos: capa sobre capa, restos humanos de distintas épocas yacían superpuestos, testigos silenciosos de siglos de historia.

Restos del pasado de Manresa AYUNTAMIENTO DE MANRESA
Restos óseos
Algunos hallazgos han sido especialmente llamativos. Uno de ellos corresponde a una mujer medieval con una flecha clavada en una pierna, conservada en el hueso, que muy probablemente le causó la muerte. También se han documentado cámaras sepulcrales más elaboradas, destinadas a personajes ilustres de la ciudad.
Algunos de estos sepulcros aún pueden contemplarse dentro del templo. Destacan el sarcófago del caballero Bernat de Manresa y los de miembros destacados de la familia Calders o Saera. Junto al antiguo baptisterio también se encuentra la tumba del canónigo Mulet, con una inscripción que data de comienzos del siglo XVIII.
No accesible
Uno de los espacios más singulares del subsuelo es la cripta barroca bajo el presbiterio, construida en el siglo XVI y remodelada en el XVIII. Allí se conservan las reliquias de los santos patronos de la ciudad: San Mauricio, San Fructuoso y Santa Inés. Decorada en alabastro y con un diseño sobrio y recogido, la cripta fue durante mucho tiempo un espacio casi olvidado. Hoy forma parte del recorrido patrimonial de la Seu.
Parte de estas estructuras no son accesibles al público general, pero pueden visitarse mediante recorridos guiados organizados por la propia basílica.
Otros restos
La ocupación romana también ha dejado su huella en el subsuelo de esta zona. Se han hallado fragmentos de cerámica y restos constructivos que confirman la presencia de un asentamiento, probablemente un pequeño núcleo rural vinculado al paso del Llobregat.
Aunque no se han identificado grandes obras de ingeniería romana como acueductos, sí se han encontrado indicios de canalizaciones antiguas y conducciones de agua que demuestran el conocimiento técnico del periodo.
Bodegas subterráneas
En los alrededores de la Baixada de la Seu, especialmente en calles cercanas como el Carrer del Balç o la Plaça Major, se conservan otros testimonios del pasado subterráneo de la ciudad. El Carrer del Balç, por ejemplo, es una calle medieval parcialmente cubierta, transformada en un centro de interpretación donde puede experimentarse cómo era la vida en la Manresa del siglo XIV.
También se han descubierto bajo tierra silos, pasadizos y bodegas subterráneas que refuerzan la idea de un casco antiguo levantado sobre varias capas de historia. Más recientemente, en el entorno de la plaza del Ayuntamiento, se ha localizado un hallazgo excepcional: un micvé o baño ritual judío, en el antiguo barrio judío de la ciudad.
Piezas de museo
Esta estructura, de gran valor arqueológico, fue excavada a más de cuatro metros de profundidad y aunque todavía no es visitable, se espera que forme parte del futuro equipamiento cultural del Archivo Comarcal de Manresa.
Toda esta riqueza histórica se exhibe parcialmente en el Museo Comarcal, donde pueden verse piezas que van desde objetos íberos y romanos hasta elementos de época gótica. Muchas otras, sin embargo, permanecen ocultas bajo el empedrado de las calles, esperando nuevas campañas arqueológicas que les devuelvan la luz.