
Así es la Pompeya catalana CANVA
Así es la Pompeya catalana: un descubrimiento único a una media hora de Tarragona
El último hallazgo arqueológico sorprende a los investigadores que han bautizado esta urbe como la ciudad italiana
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Es difícil comparar Pompeya con nada parecido. Pocas catástrofes han fascinado tanto a historiadores, arqueólogos y viajeros como la historia de esta ciudad romana.
Enterrada bajo las cenizas del Vesubio en el año 79 d.C., la urbe quedó suspendida en el tiempo, congelada en un instante de destrucción que, dos mil años después, permite observar la vida antigua como si se hubiera detenido ayer.
Su hallazgo fue una ventana al pasado, una cápsula que reveló cómo vivían, comían, comerciaban y morían los romanos. Ese milagro arqueológico que convirtió a Pompeya en un emblema universal del legado clásico, parece que encuentra hoy un inesperado eco en Cataluña.
La comparación puede resultar exagerada, pero tiene su explicación. En las últimas semanas, un equipo de investigadores de la Universidad de Barcelona ha destapado en el yacimiento de Vilar de Valls, en la comarca del Alt Camp (Tarragona), los restos de Kissa, una ciudad íbera de gran importancia estratégica que fue arrasada en plena guerra púnica.
Una historia llena de guerra
El hallazgo ha sido descrito por los arqueólogos como una "pequeña Pompeya", debido a la excepcional conservación de estructuras y materiales que quedaron enterrados tras un ataque repentino, y que ahora vuelven a la luz tras más de 2.200 años de silencio.
Kissa es mucho más que asentamiento ibérico cualquiera. Según las fuentes clásicas y las pruebas halladas en el terreno, fue un enclave clave en la primera ofensiva cartaginesa en el noreste peninsular durante la Segunda Guerra Púnica.
De Empúries a Valls
En el año 218 a.C., en plena expansión del imperio cartaginés bajo el mando de Aníbal Barca, las tropas norteafricanas atacaron la ciudad y la destruyeron parcialmente. Poco después, los romanos desembarcaron en Empúries y contraatacaron, derrotando a los cartagineses en la zona de Kissa, en lo que supuso el inicio de la ocupación romana en la península Ibérica.
La presencia de decenas de monedas púnicas, proyectiles de balista en el interior de viviendas derruidas, y una secuencia estratigráfica que encaja perfectamente con el relato de historiadores clásicos como Polibio y Tito Livio, permiten identificar con claridad el yacimiento como la antigua Kissa.

Kissa, la Pompeya catalana CCMA
Descubrimiento excepcional
“Es un descubrimiento excepcional. Nos encontramos ante una ciudad testigo directo del choque entre dos civilizaciones en plena lucha por el control del Mediterráneo”, afirma el profesor Jaume Noguera, director de las excavaciones.
Parte de razón tiene. Las primeras imágenes que emergen de las capas de tierra son impresionantes. La ciudad contaba con una superficie aproximada de ocho hectáreas, suficiente para albergar a unos 5.000 habitantes.
Kissa, la Pompeya catalana
La antigua Kissa estaba protegida por una muralla ciclópea de hasta ocho metros de grosor, flanqueada por un foso defensivo de 14 metros de ancho y cuatro de profundidad, características que la convierten en uno de los ejemplos mejor conservados de fortificación ibérica en toda la península.
Durante las últimas campañas arqueológicas, los investigadores han documentado tres barrios claramente diferenciados, así como dos calles principales de seis metros de ancho. Uno de estos ejes urbanos incluye incluso un sistema de conducción de aguas o cloacas, lo que sugiere un notable grado de planificación urbana para su época.
Ciudad destruida
La destrucción súbita de la ciudad, como pasó con Pompeya, no fue tal. Se han conservado muchos elementos tal como quedaron tras el asalto. Algunas casas presentan restos de incendio, techos colapsados y objetos cotidianos aún in situ.
Entre los hallazgos más singulares, destacan fragmentos de cerámica, armas, huesos y monedas que permiten reconstruir la vida --y la muerte-- de los antiguos habitantes de Kissa con una precisión insólita.

Restos arqueológicos de Kissa CCMA
Más allá del fuego
Ante esta acumulación de materiales rescatados de una desgracia que acabó con la vida de varias personas y arrasó con la ciudad ha hecho que los arqueólogos comparen Kissa con Pompeya. Si a eso se le suma la acumulación de vestigios en contexto original el valor que tiene para estudiar una sociedad atrapada en un instante de violencia y transformación es similar al de la ciudad italiana.
Con una excepción. La historia de Kissa no se detuvo con la caída ante los cartagineses. Según apuntan los responsables del proyecto, el asentamiento no fue abandonado inmediatamente.
Qué se encuentra allí
El asentamiento habría seguido habitado entre 10 y 20 años más, mientras se consolidaba el dominio romano en la zona. Este dato aporta nuevas perspectivas sobre la transición entre el mundo íbero y la romanización, y sobre cómo se vivió ese proceso a pie de calle, lejos de las grandes ciudades.
Poder disfrutar del yacimiento de Vilar de Valls es, así, un privilegio único. Es contemplar el poder de la naturaleza, el pasado de un territorio y conocer los cimientos de nuestra civilización. Todo, desde la relativa seguridad que ofrece la sociedad del siglo XXI y la belleza de un entorno agrícola como es este, cercano a la localidad de Valls.
Dónde está
La zona es famosa por su tradición castellera (las torres humanas), su calçotadas, xatonadas y su riqueza patrimonial Además, hay más patrimonio por conocer.
Muy cerca se puede visitar la ermita de Sant Joan de Montblanc, el conjunto medieval de Alcover o la ciudad amurallada de Montblanc, que conserva un espléndido casco histórico.

Valls
Qué ver
El paisaje de viñedos, olivares y masías típicas de la zona invita también a recorrer la comarca sin prisas, combinando historia, cultura y naturaleza.
Los arqueólogos, por su parte, esperan que Kissa pueda algún día consolidarse como parque arqueológico visitable, aunque de momento las excavaciones continúan y el acceso es restringido.
Cómo llegar
Quien quiera acercarse a curiosear y conocer este rincón que ha construido Cataluña, puede ir en coche. Desde Barcelona, se tarda una hora y cuarto en coche. Se va por la AP-7 hasta enlazar con la AP-2 en dirección Valls. Hay una salida hacia el municipio y una vez allí se accede por carreteras locales al núcleo rural de El Vilar.
Si se va desde Tarragona, el acceso es más directo. Basta con tomar la AP-7 hasta su conexión con la C-37 en dirección Valls. En poco más de 20 a 25 minutos en coche.