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La mayoría de edificios tienen su historia. Los arquitectos siempre crean la suya a la hora de diseñarlos, pero en Barcelona hay uno que, directamente, condensa toda la historia de la humanidad.

En el acelerado paseo de Gràcia, entre tiendas de lujo y diseños modernistas, se encuentra uno de los secretos más insólitos del patrimonio arquitectónico de la ciudad: un friso que resume, en apenas 15 metros, los grandes hitos del progreso humano. 

El friso con la historia de la humanidad JOAN COLÁS

Se trata de una línea de piedra tallada que atraviesa siglos de civilización, visible encima de una tienda de un conocido diseñador español, en al número 32 del paseo. Justo en la esquina con la calle Diputació, hay un establecimiento que esconde más que lujo, sino una ornamentación más. 

El edificio donde se encuentra esta joya es la Casa Blajot, construida entre 1871 y 1872. Aunque los planos fueron firmados por el arquitecto Antoni Serra i Pujals, su verdadero artífice fue Rafael Guastavino, el valenciano que más tarde conquistaría Nueva York con su revolucionaria técnica de bóvedas ligeras --la célebre volta catalana--, perfeccionada al otro lado del Atlántico. 

El encargo de un banquero

Antes de ser leyenda en el continente americano, Guastavino ya experimentaba en Barcelona con ideas innovadoras y decoraciones cargadas de simbolismo.

Encargado por el banquero Víctor Blajot Iglesias, el edificio fue concebido como una pieza de arquitectura ecléctica, rica en detalles. Pero, si hay un elemento que lo distingue de cualquier otro inmueble del Eixample, es su friso escultórico.

El friso de Barcelona que condensa toda la historia de la humanidad JOAN COLÁS

Quién hizo esta obra

Esta obra del artista Rossend Nobas encierra en realidad una narración monumental: la historia de la humanidad contada en relieve. Y eso que no es del tamaño ideado. Originalmente, mucho más extenso, este relieve corría por toda la fachada de la planta baja. 

Durante décadas permaneció oculto tras una marquesina comercial. Fue en los años ochenta, durante una reforma de los locales que entonces ocupaba la sastrería Gales, cuando el friso fue redescubierto casi por accidente.

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