Catalogar un edificio como bien de interés cultural debe ser motivo de cuidados y medidas para procurar su conservación. No siempre pasa.
En Cataluña hay muchas obras que forman parte del patrimonio histórico y arquitectónico del territorio y están en ruinas. Uno de los que cada vez preocupa más es de un hospital de Tarragona.
Un hospital maldito
En realidad, la construcción fue un lugar de prevención. Su propio nombre lo indica: preventorio de la Savinosa. Un lugar que fue más que necesario en su día y que ahora parece marcado por la desidia y el olvido.
Concebido como un sanatorio infantil para la prevención de la tuberculosis, su historia está plagada de infortunios, usos dispares y abandono progresivo. Para muchos es un edificio maldito. No por los fantasmas, aunque algo de eso hay, sino porque nunca acabó de funcionar del todo.
La primera idea
Desde su inauguración en 1945 hasta su cierre definitivo en 1967, el edificio ha pasado de ser un refugio para niños en riesgo sanitario a convertirse en un espectro arquitectónico que hoy sigue sin un destino claro.
Ya el proyecto tardó en despegar. La idea de su construcción nació en la década de 1920 con el objetivo de proteger a los niños susceptibles de padecer tuberculosis. La primera piedra fue colocada en 1928 con la esperanza de que el edificio estuviera en pleno funcionamiento en un plazo de dos años.
Hospital de guerra
No sucedió del todo así. La obra se alargó y no fue hasta 1945 cuando el edificio comenzó a acoger a los pequeños en condiciones supuestamente óptimas para su recuperación.
El edificio empezó a coger forma antes. En ese año y durante la Guerra Civil, el preventorio fue improvisadamente adaptado como refugio para niños que huían de los bombardeos en ciudades como Madrid y Málaga.
Niños y soldados caídos
En 1936, ya se alojaban en sus instalaciones casi 300 niños, aunque las condiciones eran extremadamente precarias. Informes de la época denunciaban la falta de ropa de abrigo, cristales rotos en las ventanas y camas insuficientes para todos los residentes.
Hacia 1937, la función del edificio cambió de nuevo, pasando a ser un hospital militar destinado a tratar a los soldados heridos en combate. Las instalaciones, que en un principio no estaban diseñadas para este fin, fueron acondicionadas apresuradamente para atender a los soldados con fracturas y heridas de guerra.
Las mejores épocas
Este uso se mantuvo hasta el final del conflicto bélico. Con el fin de la guerra, el preventorio pasó a ser un cuartel militar hasta que, en 1945, finalmente se inauguró oficialmente como sanatorio infantil.
En sus primeros años de funcionamiento, la prensa de la época describía el lugar como un paraíso para los niños, donde podían recuperar peso y salud lejos de la miseria que asolaba a muchas familias. Sin embargo, testimonios posteriores revelaron que la realidad era bien distinta.
Primeras denuncias
En las décadas siguientes, comenzaron a salir a la luz denuncias sobre el régimen de disciplina extrema que se imponía a los niños. Estaba prohibido correr, saltar o realizar cualquier actividad que implicase desgaste físico.
La prioridad era que los niños ganasen peso, por lo que el juego estaba severamente restringido. Aquellos que desobedecían eran castigados con palizas o con largos períodos de aislamiento.
Caída en desuso
A medida que mejoraban las condiciones sanitarias en España, el preventorio perdió su razón de ser. Cerró en 1967 y permaneció abandonado hasta que en 1970 tuvo que ser reabierto temporalmente para acoger a las familias damnificadas por las inundaciones del río Francolí.
Las instalaciones, ya en un estado de deterioro considerable, fueron improvisadas para albergar a más de 200 personas, que ocuparon los antiguos dormitorios separados por simples cortinas. Fue flor de un día.
Preventorio de la Savinosa
Saqueos y rituales
Con el paso del tiempo, el edificio volvió a quedar en desuso y sufrió el saqueo de materiales. Grifos, marcos de puertas y otros elementos arquitectónicos desaparecieron.
Los restos del preventorio, lejos de ser restaurados o rehabilitados, se convirtieron en refugio de vándalos y en objeto de mitos y leyendas urbanas sobre lo paranormal. Allí algunos se ponen a hacer ceremonias y rituales de todo tipo.
Bien de interés cultural y rehabilitación
El problema no es ese. No del todo Desde hace años, la ciudadanía de Tarragona denuncia la inacción política. Si en 2013 el Ayuntamiento catalogaba el hospital como Bien Cultural de Interés Local, en 2019, el edificio entró en la Lista Roja del Patrimonio debido a su avanzado estado de degradación.
Numerosos proyectos de rehabilitación han sido propuestos a lo largo de los años, pero ninguno ha llegado a materializarse por razones políticas y urbanísticas. Mientras tanto, la Savinosa sigue siendo un testimonio de la desidia institucional. Algo que irrita a los vecinos.
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