Tres letras y mucha historia. Esto es lo que caracteriza a Vic, la capital de la comarca de Osona que, más allá de su mercado de música y su mercado medieval, guarda una historia que va de los romanos al mismísimo Gaudí.
El arquitecto modernista encontró refugio en esta ciudad a los pies del Pirineo cuando pasaba uno de sus peores momentos. Una depresión que lo tuvo completamente devastado y que, gracias a los aires de la ciudad y alguno de sus vecinos, pudo superar.
Gaudí y su depresión
Cuenta el relato que en 1910 el de Reus caía en una depresión nerviosa. Su obra no era bien acogida por sus compañeros de la época. Tampoco por la ciudadanía. Las críticas fueron, en ocasiones, muy duras.
Fue Torres i Bages, un obispo amigo del arquitecto, quien vio que el arquitecto necesitaba ayuda. Lo comentó con otro feligrés, el jesuita Ignasi Casanovas, quien le propuso a Gaudí apartarse de todo y descansar en Vic.
El refugio del arquitecto
Se daban todos los ingredientes para que todo funcionara: él volvería a dar vida al palacete de la familia de Concepció Vila, viuda de Rocafigiera, y, además, podía distraerse. Claro que lo máximo que hizo fue andar. Aunque eso le bastó.
Tras acudir a misa y charlar con sus amigos más íntimos, poco a poco, Gaudí se fue recuperando. El genio modernista no dejó de trazar proyectos. Y en tres semanas, ya recuperado, quiso agradecer de algún modo al municipio.
Una obra de regalo
Aprovechando el centenario de Jaume Balmes, empezó a diseñar unas farolas conmemorativas. Fue un pequeño encargo que le sirvió para volverse a sentir valorado y seguir trabajando. Fueron dos farolas de basalto tallado con brazos de hierro forjado. Un diseño del que en la actualidad solo se conservan los bocetos.
Pero aunque la ciudad ya no conserva esa obra de Gaudí, todavía conserva grandes atractivos. El legado romano y su pasado medieval dan a esta localidad barcelonesa un aire casi mágico.
Qué ver en Vic
Gran parte del interés de Vic se concentra en su centro histórico, un espacio cuidadosamente señalizado que permite a los visitantes explorar sus principales puntos de interés.
Uno de los más conocidos es su Plaza Mayor, también conocida como Plaza Mercadal. Popular por las cámaras del El Temps de TV3, este amplio espacio porticado acoge los famosos mercados los martes y sábados desde el siglo IX y conserva su esencia medieval. De hecho, su zona central nunca ha sido asfaltada ni empedrada.
Rodeada de edificios de diferentes estilos, en este espacio destaca la Casa Comella, una joya modernista cuya fachada representa las estaciones del año. En uno de sus extremos, la escultura del Merma, un personaje popular que acompaña a los gigantes y cabezudos durante las fiestas, añade un toque de tradición y folclore. El Ayuntamiento, un edificio del siglo XIV ampliado con casas adyacentes, también se encuentra ahí. El edificio ofrece desde su balcón una vista privilegiada de la plaza.
Catedral y casas
Más allá de la plaza, la Catedral de Sant Pere, construida en el siglo XI por el obispo Abat Oliba, bien merece una visita. La iglesia combina elementos románicos, góticos y modernos. Su campanario, el más alto de Cataluña, y su cripta románica son piezas clave de este conjunto arquitectónico.
En su interior se puede contemplar un claustro y un retablo góticos del siglo XIV. Junto a la catedral se erige el Palacio Episcopal, residencia del obispo desde el siglo XII, y el Museo Episcopal, que alberga la mayor colección de arte románico de Cataluña y Europa.
Otras joyas arquitectónicas
Más allá de esos clásicos de cualquier ciudad española, Vic está salpicada de edificios que reflejan su evolución histórica. El Puente de Queralt, de origen románico, conecta con uno de los antiguos portales de la muralla y ofrece vistas a las curtidurías donde se trabajaban las pieles. Por su parte, las murallas de Pere III, construidas en el siglo XIV, aún conservan un tramo significativo, incluido el Portalet, que cuenta con una torre de defensa y una capilla.
Entre las casas señoriales, destacan la Casa Cortada, de estilo barroco, y la Casa Ricart, una finca modernista con jardín, capilla y elegantes salas interiores. Y no es el único de este estilo, la Casa Masferrer, de inspiración neobarroca decorado con esgrafiados, una torre esquinera y un hermoso jardín elevado, también es modernista.
Por último, también son visitables la casa natal de Sant Miquel dels Sants, patrón de Vic, y las viviendas de figuras como la escritora M. Àngels Anglada o la ilustradora Pilarín Bayés.
El pasado romano
Pero si hay un edificio que destaca por encima del resto es el Templo Romano, uno de los edificios mejor conservados de la época romana en Cataluña. Originalmente conocido como el templo de Ausa, se ha mantenido en un estado excepcionalmente bueno a lo largo de los siglos, a pesar de las múltiples transformaciones y usos que ha sufrido desde la caída del Imperio.
Durante la Edad Media, el templo fue integrado en la muralla de la ciudad y, posteriormente, se convirtió en parte de una casa señorial. No fue sino hasta el siglo XIX, cuando se demolieron estructuras adyacentes, que el verdadero valor del templo fue redescubierto y comenzaron esfuerzos de restauración que duraron hasta 1959.
Cómo es el templo
La estructura del templo, con su cela y atrio sostenido por ocho columnas, revela la magnificencia de la arquitectura romana. A lo largo de los años, arqueólogos e historiadores han recuperado y reconstruido partes del templo utilizando fragmentos originales, lo que ha permitido que los visitantes aprecien su diseño histórico.
Pero las sorpresas no acaban allí. Alejado de la gran ciudad y a las puertas de los Pirineos, muchos acuden a la ciudad con la intención de buscar un poco de tranquilidad. Ahora, y desde hace siglos.
Museos, arte y jardines
Vic es también un importante centro cultural. El Centro de Artes Escénicas de Osona, Atlántida, inaugurado en 2010, impresiona tanto por su arquitectura contemporánea en forma de espiral como por los espectáculos que acoge. Por otro lado, el Museo de la Piel ofrece una mirada al pasado industrial de la ciudad, con la escultura Templo de la Piel como símbolo.
El Parque de Jaume Balmes, junto al río Mèder, es un espacio ideal para pasear y disfrutar de la tranquilidad. Inaugurado en memoria del filósofo nacido en Vic, es un lugar perfecto para descansar tras explorar el casco antiguo.