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La Guerra Civil no sólo acabó con la Segunda República, sino también con las vidas de muchos españoles. El golpe de Estado organizado por Franco sólo generó muertes, destrucción y dolor a su paso. Poco a poco, tras la llegada de la democracia y la voluntad popular y política, se están generando memoriales y reivindicado a personas que lucharon por la democracia y contra la dictadura franquista.

De la época bélica, además quedan pueblos destruidos como Belchite, en Huesca,  o Corbera d’Ebre, en Cataluña. También existen repartidos por el territorio español búnkeres y refugios antiaéreos que se construyeron para la defensa de la población y la supervivencia. Uno de los más famosos es de la Plaça del Diamant, en Barcelona, que gracias a la novela de Mercè Rodoreda ha pasado a la historia. Pero este es sólo uno de tantos.

Un refugio olvidado 

En lo profundo de Valls, bajo la emblemática plaza del Blat y la calle de la Cort, se esconde otro refugio antiaéreo construido en 1938, en los días oscuros de la Guerra Civil. Esta estructura subterránea, diseñada por el arquitecto Josep M. Vives Castellet, fue un intento desesperado por proteger a la población de posibles bombardeos.

A pesar de tener más de 80, la recuperación de este enclave histórico comenzó en 2004 gracias a la iniciativa de un grupo de espeleología local y, posteriormente, del Ayuntamiento de Valls, ahora, pasado el conflicto y la dictadura, este espacio, este espacio se puede visitar. 

Cómo es

Con galerías de 1,80 metros de altura y 1,60 de anchura, el refugio se extiende a lo largo de 55 metros bajo el suelo, alcanzando una profundidad de ocho metros. Sin embargo, su construcción quedó inacabada debido al avance de la guerra y, aunque se utilizó en contadas ocasiones, nunca llegó a cumplir plenamente con el objetivo para el que fue concebido. Las bombas llegaron antes.

Hoy, este refugio forma parte del Memorial Democrático, junto con la sala gótica de Can Segarra, permitiendo a los visitantes adentrarse en un periodo de la historia que abarca desde la Segunda República hasta la Transición. Así, a pesar de su pasado silencioso, este lugar donde imperó el miedo ha devenido un símbolo de resistencia y memoria, conservado en un excelente estado y accesible para aquellos que deseen sumergirse en esta parte crucial de la historia.

Una experiencia única

Su importancia, por eso, no siempre fue del todo apreciada. Pasa igual en los distintos pueblos y ciudades de España. Para que eso pudiera cambiar, en un esfuerzo por acercar el pasado a las nuevas generaciones, el Ayuntamiento de Valls lanzó una propuesta innovadora en 2022: un escape room en el interior del refugio. 

Esta experiencia, que logró captar la atención de jóvenes y adultos por igual, retaba a los participantes a resolver enigmas en un tiempo límite para “desactivar” una bomba de la Guerra Civil. La actividad permitía que el público recorra el laberinto de túneles y participe en pruebas temáticas, algunas de ellas usando códigos de la época, como el morse.

Una propuesta para el recuerdo

El acceso al refugio se realizaba a través de una entrada abierta en la histórica casa de Ca Segarra, donde un grupo de visitantes se sumergía en la atmósfera tensa del refugio, acompañados por las explicaciones de Txema Nosas, técnico de la Oficina de Turismo de Valls. En una entrevista con Consumidor Global, el responsable público relataba cómo la estructura fue apenas utilizada en los años de guerra y destacaba el simbolismo que representa hoy para la comunidad. 

Esta actividad representa una combinación de aprendizaje y diversión que transformó el espacio en un aula viva de historia, donde los jóvenes y visitantes descubrían aspectos de la Guerra Civil que probablemente no conocerían de otro modo. Pero esta iniciativa caló y el refugio, que sigue abierto a visitantes, ha cobrado importancia. Recorrer las 55 galerías de este refugio antiaéreo recuerda los horrores de la guerra, que aunque unos quieren dejar en la historia, merece la pena ser recordada. Para que no se vuelva a repetir.