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Cataluña siempre fue una potencia económica de España, durante el siglo XIX, la industrialización transformó la comunidad autónoma. La cantidad de ríos y rieras hicieron que diversas fábricas se instalaran en las riberas para utilizar la energía hidráulica que les proporcionaba.

Como estos lugares estaban apartados de los núcleos urbanos, al lado de estas industrias se erigieron colonias conformadas por iglesias, escuelas y viviendas para los trabajadores y sus familias. Algunas de ellas son muy conocidas incluso a día de hoy, siendo parte del patrimonio de Cataluña, otras han caído en el olvido.

Un patrimonio en el olvido

Esto es lo que pasó en una zona tan interior y olvidada como el Segrià, donde en pleno siglo XXI aparecen distintas fábricas abandonas. Y es que los ríos que pasaban por allí fueron fuente de enriquecimiento y desarrollo de la zona.

Pero hay una fábrica que destaca porque no usaba los recursos hídricos de un río, sino del canal de Pinyana. A su ladera, Jaume Serra Vehil erigió allí su empresa, J. Serra y Compañía, que aprovecharon el salto de agua de Peretó para instalar la fábrica Mata de Pinyana.

La Mata de Pinyana

Esta compañía no perdió el tiempo, comenzó su actividad ese mismo año, aunque no sería hasta 1890 cuando se completó todo el equipamiento necesario para el proceso de fabricación textil. La Mata de Pinyana se convirtió en una verdadera colonia industrial, un núcleo de viviendas y servicios alrededor de la fábrica que, en su apogeo, empleaba a 320 personas, un número notable para la época. 

Para los trabajadores se construyeron viviendas unifamiliares, que aún hoy pueden observarse, con una arquitectura popular andaluza y medianeras que siguen el estilo urbanístico de principios del siglo XX. Esta pequeña comunidad, que incluía casas para los supervisores y una pequeña iglesia, la ermita de Sant Pere, desarrolló una identidad propia al compás del trabajo en la fábrica, que dominó la economía de la zona durante décadas.

Ermita de la Mata de Pinyana WIKIPEDIA

Una gran colonia

La ermita, terminada en 1903, fue construida en ladrillo y toba, y está ubicada entre medianeras, siguiendo la estética de las demás edificaciones del núcleo. Su cubierta de teja árabe y la fecha en la fachada la convierten en un símbolo histórico de la colonia. 

Además, junto a las viviendas y la iglesia, la fábrica contaba con otras instalaciones como escuela, barbería, economato, residencia para el director y casa para el maestro, consolidándose como una verdadera comunidad autónoma y autosuficiente.

El éxito de la fábrica

El éxito fue tal que en 1910, la fábrica pasó a manos de Llorenç Mata i Pons, un empresario del sector textil catalán que ya contaba con otras instalaciones en Cataluña. En 1921, la fábrica fue absorbida por la sociedad L. Mata y Pons, S.A., lo que marcó una época de crecimiento y consolidación para la industria en la Mata de Pinyana

La mayor parte de la producción se centró en el hilado de algodón, un trabajo que requería maquinaria específica y espacios amplios para la producción en serie. Para ello, las naves industriales, que aún se conservan en su estructura original aunque muy deterioradas, estaban diseñadas para maximizar la entrada de luz natural, con grandes ventanas y amplias áreas de trabajo.

La historia en pedazos

Sin embargo, la crisis económica de 1979 supuso el fin de esta emblemática industria textil en Lleida, que no pudo superar el declive del sector. Desde entonces, la Mata de Pinyana se ha convertido en una zona abandonada del barrio de Alguaire, rodeado de campos, huertos y granjas, en el que hoy viven alrededor de un centenar de vecinos. 

De la antigua fábrica, en cambio, solo permanecen en pie la chimenea, el depósito de agua, y algunas de las naves industriales, así como la ermita de Sant Pere, que junto con otros elementos ha sido incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña (IPAC). Eso sí, en un estado deplorable.