La Sagrada Família es conocida en todo el mundo como la gran obra maestra de Antoni Gaudí, una iglesia monumental que sigue en construcción y que atrae a millones de visitantes cada año. Sin embargo, pocos conocen que, en el corazón de esta basílica, se oculta una obra con un trasfondo polémico, crítico y profundamente simbólico.
No, no se trata de esa escultura que aparece con varios números aparentemente aleatorios y que parece un sudoku, sino de una pieza mucho más controvertida y conectada con el Liceu. Una decisión que no a todos gustó.
Dónde está
Situada en el Portal del Roser, esta pieza conecta de manera inquietante con uno de los episodios más oscuros de la historia de Barcelona: el atentado anarquista que sufrió la ópera barcelonesa en 1893.
En los años previos a la creación de este portal, Barcelona había sido escenario de algunos de los atentados más violentos de la época, vinculados al movimiento anarquista que reclamaba un cambio social radical. La bomba, nombrada en honor a su inventor Felice Orsini, era un artefacto esférico diseñado para explotar al impacto, causando estragos en espacios cerrados, lo que lo convirtió en el arma preferida de los anarquistas de finales del siglo XIX y principios del XX.
Qué pasó en el Liceu
Uno de los atentados más recordados de esa época es precisamente el ocurrido el 7 de noviembre de 1893 en el Gran Teatre del Liceu, cuando un miembro de este colectivo político lanzó dos bombas Orsini a la platea, de las cuales solo explotó una. Este acto dejó un saldo de 22 muertos y 35 heridos, un horror que marcó profundamente a la sociedad barcelonesa.
Hasta aquí, los hechos. Pero ¿qué tiene que ver con la Sagrada Familia? Gaudí, siendo un observador crítico de su tiempo, decidió incorporar este símbolo en su obra magna. La que con el tiempo se ha hecho más famosa.
Una bomba en la Sagrada Familia
Aunque en apariencia el Portal del Roser es una puerta más dentro de la magnitud del templo, esta entrada encierra este particular detalle. En una de las escenas recreadas allí se ve a un joven arrodillado que reza a la Virgen. No está solo, a su lado aparece una figura diabólica que sostiene una bomba Orsini o similar a la usada en el atentado del Liceu en 1893 que tienta al hombre.
Este detalle, una bomba Orsini esculpida por el propio Gaudí, ha sido tema de crítica y asombro desde su inclusión, pues une de forma cruda y simbólica dos mundos: el arte sublime y el recuerdo violento. Muchos han leído eso como una alegoría del mal y de la amenaza de la violencia en la sociedad, otros una falta de respeto a los muertos en Liceu y por este tipo de bombas.
La gran polémica
Los amantes y conocedores de la obra de Gaudí sostienen que estas escenas, explícitas y profundas, reflejan las dualidades del bien y el mal que el catalán buscaba representar en toda su obra. Por su parte, muchos críticos y visitantes se preguntan por qué un símbolo de violencia tan explícito tiene lugar en una basílica, y algunos consideran que es un elemento discordante en un templo religioso.
Se ha de tener en cuenta que, además del Liceu, estos artefactos también estuvieron presentes en otros atentados, como el ocurrido en 1893 en la Gran Vía de Barcelona contra el general Arsenio Martínez-Campos y el intento de asesinato del rey Alfonso XIII en Madrid en 1906. En todos estos casos, la bomba Orsini simbolizaba una violencia que sacudía las estructuras sociales y políticas de la época, un acto de rebeldía que pretendía socavar los cimientos de la sociedad burguesa.
Lo curioso es que Gaudí, que siempre estuvo en contacto con estas altas esferas, se mostrara del lado de los anarquistas o que decidiera poner una escena tan dolorosa en el Portal del Roser. Es posible que Gaudí haya visto en esta imagen una forma de inmortalizar los eventos de su época, un recordatorio de que el mal está siempre presente y de que la tentación y la violencia son desafíos constantes para el espíritu humano. En cualquier caso, el misterio sigue pie.