El modernismo no se inicia ni concluye con Antoni Gaudí, aunque pueda parecer sorprendente y pese a que es uno de los artistas, sin duda, más influyentes. El creador de la Sagrada Familia fue uno de los máximos referentes mundiales de este estilo, pero el movimiento artístico surgió en el corazón de Europa a finales del siglo XIX y no se limitó solo a la arquitectura, también se extendió a la literatura. Y Cataluña, cómo no, es uno de los grandes ejemplos de este movimiento.
En Cataluña, gracias a la influencia del arquitecto nacido de Reus, esta corriente arquitectónica se afianzó profundamente, sentando las bases de la futura arquitectura. La inspiración en los elementos naturales, las formas curvas, los trabajos en hierro forjado, la obsesión por la luz y los vitrales son solo algunas de las características que se mantuvieron en el tiempo.
Estos son los arquitectos más importantes del modernismo
En esta comunidad, tres nombres se asocian inevitablemente con el modernismo, incluso diseñaron tres edificios juntos en una misma manzana de Barcelona, conocida como la Manzana de la discordia. El tramo de Passeig de Gràcia, que se extiende desde Aragón hasta Consell de Cent, presume de tener la Casa Batlló de Gaudí, la Casa Amatller de Puig i Cadafalch y la Casa Lleó i Morera de Domènech i Muntaner. Existen otros dos edificios en esta cuadra, pero estos tres arquitectos, cuya rivalidad era conocida, compitieron por el reconocimiento, ya que todos eran contratados por la burguesía catalana para construir sus residencias y otros edificios.
La situación llegó a tal punto que Domènech i Muntaner, nacido en Barcelona, decidió trasladarse a Reus, la ciudad natal de sus dos rivales, para diseñar varios edificios allí. Uno de los más destacados es la Casa Navàs, un edificio que quedó gravemente dañado e inacabado debido a la Guerra Civil.
Cómo impactó la Guerra Civil en Reus
Este palacete, situado en el corazón de la ciudad, contaba con un torreón de 17,5 metros que se alzaba en la esquina que daba a la plaza Mercadal, pero el golpe de Estado franquista lo destruyó. El 26 de marzo de 1938, los bombardeos que castigaron la ciudad dañaron esta construcción modernista y eliminaron la torre.
Ese bombardeo y la posterior dictadura franquista fueron devastadores para la Casa Navàs. Durante décadas, el edificio apenas se mantuvo en pie, llegando incluso a ser olvidado por las administraciones. No fue hasta 2018, cuando el empresario Xavier Martínez asumió la restauración, que la obra comenzó a recuperarse.
Esta es la joya arquitectónica de Domènech i Muntaner
Tras haber restaurado el capcer dentado que coronaba la fachada en 2020, en este 2024 se ha dado un paso más para reconstruir el elegante torreón. El proyecto ya cuenta con la aprobación de la Generalitat, que ha declarado el edificio Bien Cultural de Interés Nacional, y el grupo Masergrup se encargará de financiar las obras, cuyo coste no ha sido revelado. Por fin, la Casa Navàs lucirá como lo imaginó Domènech i Muntaner.
Para lograrlo, un grupo de artesanos está creando las piezas necesarias para la torre en un taller en la Selva del Camp, y poco a poco se procederá a su instalación en el edificio. Se prevé que esté lista para Semana Santa de 2025. Construida entre 1901 y 1907, esta casa en pleno centro de Reus fue encargada por el renombrado comerciante Joaquim Navàs, quien deseaba un edificio único para vivir y, además, en la planta baja, disponer de un espacio para su negocio. El resultado fue asombroso.
El edificio cuenta con más de 200 metros cuadrados de vidrieras repartidos en claraboyas, tabiques, puertas y ventanas, además de cerámicas, pinturas, tejidos de seda y lámparas de la época. Aunque la Guerra Civil destruyó una esbelta torre y el coronamiento escalonado original, la casa sigue siendo espectacular.
El arquitecto de la Casa Fuster en Barcelona, con un presupuesto sin límites, desplegó todo su talento para ofrecer a los comerciantes del textil una obra que quedó para la historia. No estuvo solo; trabajó con talentosos artesanos como Jeroni Granell, Lluís Bru, Antoni Rigalt y Gaspar Homar, quienes contribuyeron con sus muebles, detalles y decoración, que aún hoy se conservan intactos.
La imaginación del arquitecto llenó la casa de cristaleras que permiten el paso de la luz, de motivos florales tanto en el exterior como en el interior, además de otros elementos inspirados en la naturaleza. Su obsesión por la luz natural, como demuestra la enorme claraboya del Palau de la Música, lo llevó a dotar a esta casa en Reus de hasta tres patios interiores, para maximizar la claridad exterior.
De los tres patios, dos están cubiertos, mientras que el situado en el lado oeste se presenta como una tercera fachada. Las grandes vidrieras en los arcos rebajados que diseñó en esta primera planta, junto con un suelo acristalado, llenaban de luz natural el comercio en la planta baja, mientras que el primer piso se bañaba en colores. El interior de la casa no se queda atrás, con los detalles en madera de Homar, las cerámicas, los balcones interiores, los mosaicos, los esgrafiados y el trabajo en piedra, todos conservados casi intactos. Sin embargo, Joaquim Navàs, el propietario que impulsó esta obra, nunca llegó a vivir en ella. Antes de que se completara la casa, tanto él como su esposa, Pepa, sufrieron un atentado en su hogar de Boca de la Mina, cerca de Reus, y se mudaron a Barcelona. Joaquim murió en 1915, a los 65 años, habiendo supervisado las obras hasta el final.
Quién vivió en el palacete
Su esposa y su ahijado, Joaquim Blasco, quien heredó la casa en 1928 tras la muerte de ella, fueron los primeros en vivir allí. Sin embargo, diez años después, tras el bombardeo, Blasco nunca más quiso volver y comenzó a alquilarla a diferentes notarios, hasta que llegó el doctor Nolla.
Este médico fue el primero en abrir las puertas de la Casa Navàs al público, donde atendió pacientes durante 40 años. Muchos vecinos quedaron maravillados al entrar, pero la casa permaneció cerrada hasta 2018.
Hasta que un empresario privado adquirió la propiedad en 2017 y decidió abrirla al público, la Casa Navàs permaneció cerrada y reservada solo para uso privado. Los habitantes de Reus y los visitantes solo podían admirar esta obra de arte desde el exterior, lo cual tampoco está mal. Realizada íntegramente en piedra natural, extraída del cercano pueblo de Montblanc, destacan las formas de los balcones y los adornos de los ventanales. Con un estilo de fusión, la fachada es una mezcla perfecta entre el estilo neogótico y la visión modernista de Domènech i Montaner.
Cómo es la fachada del palacete
De entre todos los detalles de las fachadas, destaca el balcón redondo, donde un pilar de carga ostenta una gran letra N, en recuerdo de quien perteneció la casa. También es destacable la tracería floral de la barandilla y los tímpanos trilobulados decorados y flanqueados por pináculos flamígeros.
No pasa desapercibida la tribuna de forma semihexagonal y motivos naturales, formada por pilares dobles con capiteles decorados con figuras que evocan a animales. Sobre la tribuna, en el segundo piso, se encuentra un balcón con un alféizar barroco de piedra. Detalles increíbles que embellecen el centro de Reus, en un palacete único que no deja a nadie indiferente.