El área metropolitana de Barcelona ya tiene en sus manos poder decidir cómo será su fisonomía en el futuro. La aprobación inicial del Plan Director Urbanístico Metropolitano (PDUM) permite dejar atrás el Plan General Metropolitano (PGM) de 1976, que deja de ser la herramienta por la que se han regido durante décadas las operaciones urbanísticas en el área metropolitana de Barcelona.
El PDUM no viene a sustituir al PGM que, pese a su 1.600 modificaciones, había quedado obsoleto y en absoluto favorecía los nuevos valores que rigen el área metropolitana. El nuevo plan director actualiza, ordena, planifica y estructura el territorio de Barcelona y 35 municipios más a través de un nuevo modelo totalmente renovado que debe dar respuesta a las necesidades de la población durante los próximos años y, a su vez, haga frente a retos como la descarbonización o el cambio climático.
Un plan consensuado y coral
El PDUM supone la asunción de la responsabilidad municipal de los futuros proyectos urbanísticos y se asienta en el consenso y el trabajo coral de la totalidad de los ayuntamientos metropolitanos, que mantienen su autonomía gracias a una estructura policéntrica.
Tras la aprobación inicial, se abre ahora un periodo de información pública que se extenderá hasta el 30 de octubre de este año. Su entrada en vigor definitiva requerirá superar dos trámites más, la aprobación provisional, competencia del AMB, y la aprobación final, decisión que corresponderá a la Generalitat.
Una metrópolis más sostenible
Este nuevo plan “impone un modelo y concepto de urbanismo sostenible que ofrece una salida potencial al crecimiento demográfico y habitacional sin destruir el territorio”, explica Jordi Sánchez, vicepresidente de Políticas Urbanísticas del AMB, quien hace hincapié en que “se trata de dar paso a un planteamiento urbanístico en democracia".
La finalidad es establecer una metrópolis más eficiente, cohesionada, sostenible, equilibrada y justa, a través de un planteamiento dirigido a multiplicar los espacios libres y protegidos.
Propuestas
Y este propósito se fundamenta en una serie de objetivos elementales, como reforzar la solidaridad metropolitana, articular el territorio de forma policéntrica, fomentar la movilidad activa y sostenible, dar un nuevo enfoque a las infraestructuras y favorecer la cohesión social a través de vivienda sostenible, espacio público, equipamientos y transporte público, y rehabilitar los tejidos urbanos.
El PDUM es un plan que pone en valor aspectos ambientales y urbanísticos y su propósito es saber de qué capacidad dispone el territorio metropolitano para amplificarlos. “Es un plan de regeneración y reciclaje urbano basado en una red de avenidas metropolitanas y ejes verdes”, señala Mireia Peris, jefa del Servicio de Redacción del Plan Director de l’AMB.
Este plan no supone que el área metropolitana incremente su extensión, sino que potenciará algunos déficits estructurales. “No se trata de un desarrollo en extensión, sino que su finalidad es actuar en la transformación del suelo urbano consolidado y aumentar el suelo no urbanizable”, recalca la técnica del AMB.
Un metabolismo urbano más eficiente
El PDUM plantea 108 actuaciones, de las que 80 tendrán un carácter más local y el resto serán de ámbito metropolitano. Todas ellas conformarán el armazón de las futuras transformaciones urbanas a través de una estructura basada en una red de avenidas, calles, parques, ejes verdes y equipamientos que priorizará las personas, cohesionará los barrios y potenciará el transporte público para facilitar la movilidad de proximidad.
El metabolismo urbano, aquel que regula los flujosde suministros y servicios, se estructura en función de tres vectores, como son la movilidad, el agua y la energía. El cambio climático obliga a ser más eficiente en la gestión de los recursos y garantizar un modelo de energía renovable y ecológica. Ejemplo de ello es la previsión de 50 nuevos emplazamientos para la producción de energía solar en una extensión que alcanzará las 85,5 hectáreas.
Una metrópolis más ecológica
El PDUM plantea un modelo urbano sostenible y bajo en emisiones que priorice la movilidad activa y que consiga reducir a la mitad el uso del vehículo privado y favorecer en gran medida los trayectos de corta distancia y hacer más competitivo el transporte público.
El área metropolitana no es autosuficiente en la gestión hídrica y la intención es que en un futuro sea lo menos dependiente posible de su potabilidad. La clave para conseguirlo estará en tratar de reducir la demanda y aumentar la oferta con un mejor aprovechamiento de los recursos (acuíferos) y regenerar el agua para darle otros usos. El plan prevé mejorar la eficiencia energética por cápita y pasar del actual 28,2% a 48%.
Del mismo modo, el factor energético también dependerá de la posibilidad de generar una mayor demanda a través de un incremento de la capacidad y de la reducción del consumo. Para ello es imprescindible concienciar a la población de la necesidad de un cambio de tendencia.
Impulsar la infaestructura verde
El PDUM gira en torno a cuatro ejes estratégicos. En primer lugar, pretende potenciar la infraestructura verde como condición innegociable en el desarrollo urbano y recuperar estructuras que posibiliten una ciudad metropolitana de proximidad en el que las personas sean el epicentro. El plan protege los espacios naturales y agrarios y plantea una red de parques y ejes verdes (870 kilómetros) que integrarán el ámbito natural en la ciudad para mejorar la calidad de vida.
Para alcanzar este propósito, una de las medidas será incrementar la extensión de suelo no urbanizable en un 4,2% a partir de la regeneración y de la protección de espacios abiertos (conjunto de suelos de interés natural y agrario) del ámbito metropolitano. De ese modo, cubrirá hasta 32.000 hectáreas, el 51% del total del territorio.
Infraestructura verde
Se trata de ordenar la infraestructura verde como base estructural del desarrollo urbano a través de la recuperación de la actividad agraria, la mejora del ciclo integral del agua y el establecimiento de una red de verde urbano interconectada con su entorno.
Más vivienda pública
Destaca entre estas propuestas la intención de conseguir que el 10% de la habitabilidad sea asequible de forma estable a partir de la construcción de más de 120.000 viviendas asequibles estables (de las que 62.000 corresponderían a alquiler social), de 240 kilómetros de grandes avenidas metropolitanas (diez en total) al estilo de la Gran Vía que conecta Castelldefels y Montgat.
El nuevo plan urbanístico también propone la implantación de 15 polos de atracción urbanos, nuevas centralidades que permiten hacer desarrollos de vivienda y también de empresas, que serán nodos o núcleos que articularán sus zonas adyacentes.
Una metrópolis más policéntrica
El objetivo es equilibrar el territorio y desmarcarse del modelo de urbanización centrado en Barcelona. El PDUM dibuja una metrópolis policéntrica y más coherente, conformada por “una red que no entiende de fronteras”, como señala Mireia Peris. De esta forma, el plan preserva los espacios abiertos y protege las áreas naturales y agrícolas de la metrópoli, garantiza el valor ecológico y la capacidad de generar beneficios para la población.
En definitiva, defiende la regeneración y transformación de los tejidos urbanos para que distribuya mejor los recursos y favorezca una transición ecológica y tecnológica que minimice los impactos ambientales, genere una mejor adaptación al cambio climático e impulse una economía más sostenible.