A medio camino entre África y Europa, y bañada en la confluencia de dos mares, el Mediterráneo y el Tirreno, se encuentra Cerdeña. Con 2.000 kilómetros de costa flanqueados por más de 80 bellísimas y tranquilas playas de arena plateada, y ahora que el verano va quedando atrás, este enclave italiano con pasado español ofrece todavía las bondades de un destino de sol y playa, pero ya en un ambiente menos multitudinario.
Sus muchos atractivos no caducan con el cambio de estación y su belleza natural mantiene las suaves temperaturas que invitan a disfrutar de un turismo de calidad superadas ya las estridencias estivales. En otoño, Cerdeña mantiene todavía la estela del verano, aunque matizada por un termómetro que se suaviza lentamente. Es el momento perfecto para disfrutar de la isla a un ritmo más sosegado.
La influencia española
Desde su luminoso y soleado litoral hasta su imponente cumbre, Cerdeña encierra historia y tradiciones. A lo largo de su costa todavía resisten restos arqueológicos de la época nurágica, fenicia y romana, iglesias románicas, e incluso castillos y torres de vigilancia.
La segunda isla más grande del Mediterráneo (tras Sicilia) guarda un patrimonio milenario que todavía pasea por las calles empedradas de sus pueblos y ciudades, pero el rastro de la herencia española permanece casi intacto en sus piedras para atestiguar el paso de la corona de Aragón y la influencia del gótico catalán. La catedral de Sassari o el casco viejo de Algher, donde todavía hoy se habla catalán, son el mejor testimonio. Sus raíces son inevitablemente italianas, pero sus habitantes presumen de que la identidad de la isla no pertenece a nadie. Tres aeropuertos internacionales, Alghero, Olbia y Cagliari y un puerto que la conecta al continente son sus llaves de acceso.
Mil lugares, mil oportunidades
Cerdeña es ideal para diferentes tipos de vacaciones. Hay miles de opciones según la zona elegida. Para una escapada urbana animada, la mejor opción es la vieja Cagliari, con sus museos, bares, restaurantes y playas de arena. Algher, para explorar el centro histórico de la ciudad y disfrutar de paseos en barco. Al norte de Olbia, los resorts exclusivos y costosos de Costa Smeralda bordean uno de los tramos de costa más hermosos de la isla, y un poco más allá se erige el archipiélago insular de La Maddalena. Este grupo de islas y su reserva marina, y la isla de Sant'Antioco, en el suroeste, son excelentes lugares para una escapada tranquila.
La isla contiene numerosas zonas turísticas extraordinarias en la zona del Golfo de Orosei y Gennargentu, la Costa Rei, el Sinis, la isla de Asinara y la Costa Verde.
Cagliari, la capital
Es la capital y uno de los puertos más importantes de la isla. Es un antiguo barrio de pescadores fundado en el Siglo XIII por gente que llegaba de Pisa y destinado a almacenar las mercancias que llegaban en barcos. En esta ciudad amurallada existen elegantes barrios, donde antes vivían los aristócratas y burgueses. La Marina es el lugar perfecto para pasar una tarde en el mar. Su centro histórico, con su Catedral de origen romano, ha sido restaurado en los últimos años y está presidido por el magnífico Castillo de San Michelle, del siglo XIV. Es un placer vagar por las calles de Cagliari y perderse por el Mercado de San Benedetto de los sábados y detenerse en la Plaza Vicereggioo.
Los ‘nuraghi’, monumentos naturales
Los nuraghi son estructuras rupestres en forma de colmena que se encuentran por toda la isla (más de 7.000) y datan de la Edad de Bronce. Servían como torres de observación y en ellos se celebraban rituales sagrados. Inicialmente consistían en una simple torre, pero algunos nuraghi se transformaron en complejos de torres múltiples fortificadas. El más visitado de toda Cerdeña es el nuraghi di Su Nuraxi. Es una gran edificación situada en Barumini y es Patrimonio Mundial de la UNESCO. Consta de una torre central con un bastión, cuatro torres laterales, un patio y un pozo. A su alrededor se levantó un pequeño pueblo con cerca de 50 casas. Otros nuraghi populares son Abbasanta (Nuraghe Losa), Dorgali (Serra Orrios), Torralba (Nuraghe Santu Antine) y Orroli (Nuraghe Arrubiu).
Nuoro, pura historia
No es la típica localidad turística, pero es una etapa interesante para quien quiere conocer en profundidad Cerdeña y su cultura. Situada en una meseta rodeada de verdes valles en el corazón de la isla, Nuoro cuenta con un bonito centro histórico de calles estrechas y empinadas, repleto de iglesias, palacios y museos. Uno de estos museos está dedicado a Grazia Deledda, la primera, y hasta hoy única, escritora italiana ganadora del Premio Nobel en 1926, nacida en Nuoro.
Algher habla catalán
Situada en la costa noroeste, en la provincia de Sassari, esta ciudad es famosa por su casco antiguo y sus callejuelas empedradas, sazonadas de monumentos. Las poderosas murallas de la ciudad son la expresión más evidente de la herencia cultural y arquitectónica dejada por el dominio español, aunque elementos catalano-aragoneses se pueden encontrar en otros rincones de la ciudad, mezclados con iglesias barrocas y rocosas y edificios de estilo neoclásico. Es el epicentro de la Cerdeña española, donde un 20% de la población habla todavía catalán además de italiano.
La entrada al interior por el arco principal llega hasta la Plaza Cívica, que conecta con un vaivén de callejones empedrados y abarrotados de tiendas. La Catedral de Santa María Inmaculada (del siglo XVI) y la Iglesia de San Francisco y la de San Michel (del siglo XVII) forman el conjunto artístico sacro de la zona.
Las playas más salvajes y menos concurridas se suceden al sur de Alguer, algo más allá del pueblo de Oristano y las ruinas fenicias de Tharros. Es la denominada Costa Verde en la que destacan las playas de San Nicolao y la de Piscinas, entre otras muchas calas y arenales de belleza impresionante.
Castelsardo, la Cerdeña medieval
A treinta kilómetros por carretera al este de Puerto Torres está el medieval pueblo de Castelsardo. Castelsardo es un pueblo medieval situado en el Norte de la Cerdeña, en el Golfo de Asinara, que prácticamente se conserva intacto, gracias a su privilegiada posición geográfica, un promontorio que cae sobre el mar y que lo ha protegido de ataques e incursiones durante siglos.Una montaña de fachadas de colores que acoge a cerca de 5.000 habitantes que está ubicada en medio del Golfo de Asinara. Callejas empinadas y estrechas y balcones de forja suben hasta un imponente castillo, hoy día un centro de artesanía en cestería. Toda la costa norte está jalonada de playas de arena blanca y aguas turquesas. El castillo que la culmina fue fundado en 1270 por la familia genovesa Doria, y en 1400 los españoles lo conquistaron y cambiaron su nombre Castelgenovese por Castellaragonese.
Palau, el epicentro turístico
Palau es un pintoresco pueblo costero que en verano se llena de vida. Se encuentra enfrente a la isla de La Maddalena. Antiguamente un pequeño núcleo de pescadores y se ha convertido ahora en un moderno centro turístico. La zona de Porto Rafael aglutina una gran oferta turística. El símbolo de Palau es la Roccia dell’Orso, en Capo d’Orso, una espectacular roca de granito que data de la época de Tolomeo. Está colocada en un mirador sobre el archipiélago de La Maddalena. La roca está a sólo coinco kilometros del centro y se puede llegar a ella por un sendero de 500 metros de largo.
El territorio de Palau conserva fortalezas militares que datan de 1800. Entre ellas se encuentra la Batería de Monte Altura, de fácil acceso por la carretera que lleva a Porto Rafael. En el pueblo de Palau cada año se celebra un conocido carnaval con carrozas y grupos de personas que llevan máscaras y desfilan por la ciudad. Una razón más para hacer de Palau tu destino ideal, incluso en invierno.
Porto Torres,
Porto Torres, en la provincia de Sassari, es una zona de sinuosas calas y acantilados escarpados. Se asoma al mar en el centro del Golfo de Asinara, sobre un promontorio que desciende hacia la llanura de Nurra. Porto Torres, una ciudad de 22.000 habitantes, concentra dos milenios de historia contados por tesoros arqueológicos y monumentos y embellecidos por la naturaleza salvaje del parque Asinara. Las industrias petroquímicas, desde mediados del siglo XX, han flanqueado la agricultura y la pesca y han marcado los acontecimientos recientes de la ciudad. En el puerto internacional destaca la imponente Torre Aragonesa (1.325), instrumento defensivo y faro, hoy sede de exposiciones. La Torre Abbacurrente (1.578) marca el comienzo del tramo torreón de Platamona. Cerca de la ciudad, los altos acantilados se sumergen en el mar azul con bonitas calas de arena, como la playa de Balai. El puerto, que conecta a la isla con el resto de Europa, y la Iglesia románica de San Gavino, del siglo XI, la más grande de Cerdeña con sus más 58 metros de largo y más de 17 de ancho, y una de las más importantes de Europa en este estilo. En la cripta yacen las reliquias de San Gavino, un mártir del año 303 d.C -en tiempos del emperador Diocleciano- y que cada Semana Santa es procesionado.
La Costa Esmeralda
La Costa Esmeralda es el lugar en el que se deja ver la jet set. Este es el lugar de relax y de vacaciones más exclusivo de Cerdeña. La mayor parte de su oferta turística se concentra en torno a Porto Cervo, un municipio al que los visitantes acuden básicamente para tomar el sol durante el día y bailar toda la noche. El escarpado paisaje de este tramo de costa al nordeste de la isla combina a la perfección con la vida ociosa de sus visitantes. Y es que aquí se encuentran las residencias más lujosas de toda Italia, propiedad de millonarios y celebridades, y una oferta gastronómica de prestigio mundial.
La Costa Esmeralda fue fundada por el príncipe Karim Aga Khan en 1962. Posee una arquitectura característica: pequeños edificios blancos y de poca altura con formas sinuosas y perfectamente integrados en la vegetación mediterránea, como la iglesia de Stella Maris. Su popularidad se debe también a algunos lugares de inestimable valor natural, como Cala Volpe, exclusivo puerto natural donde se filmaron algunas escenas de la décima entrega de la saga de James Bond, La espía que me amó.
En los alrededores hay muchas zonas arqueológicas de gran interés, como la necrópolis de Li Muri (en el municipio de Arzachena), que data de la segunda mitad del IV milenio a. de C., los complejos nurágicos de Malchittu y de Albucciu, que comprende nuragas, tumba de gigantes y un poblado de cabañas, y la tumba de gigantes de Coddu Vecchiu (III-II milenio a. de C.).
La Gruta de Neptuno
El extremo norte de Cerdeña se adentra en el Mediterráneo a través del Cabo Caccia. Allí, una red de senderos recorre un territorio agreste y salvaje con algunas sorpresas como la Gruta de Neptuno. Está compuesta de una red de formaciones cavernosas y lagos de agua salada que superan los dos kilómetros. Los bordados dorados que la naturaleza ha dibujado aquí con extraordinarias estalactitas y estalagmitas añaden más magia al aura de estas cuevas. A la gruta de Neptuno sólo se puede llegar en barco o bien a pie, por la Escala del Cabirol, un tramo de 660 peldaños excavados en las paredes del acantilado.
La cocina sarda
La gastronomía suele ser una seña de identidad de los pueblos. La calidad de los productos y el modo de preparar los platos y su sabor único son el legado de la milenaria historia de la isla. Cerdeña es la patria de muchos productos tradicionales de alta calidad: desde el queso de oveja pecorino hasta el famoso queso de vaca fiore sardo, pasando por la alcachofa espinosa, el azafrán, la botarga y los vinos. En las panaderías, triunfan los productos sardos: desde el coccoi hasta el civraxu, pasando por el pan’e gherda y el carasau. Sin olvidar los platos a base de pan, como el pane frattau y la suppa cuata. Y, luego, la pasta: seca, como la frègula y los malloreddus, los famosos ñoquis sardos, o fresca, como los culurgiònes, los filindeu y las lorighittas. Además de la típica pasta italiana, abundan los platos a base de carne, como el cochinillo, el cordero o el cabrito asados, sa cordula (entrañas de cordero asadas) y la oveja hervida; o también a base de pescado, como lubinas, doradas y anguilas a la brasa.
Vueling promueve donaciones para la infancia vulnerable
Vueling, junto con Save the Children, ha implantado una campaña de donaciones a bordo que se destinará al Fondo de Emergencia Global de la ONG con el objetivo de ayudar a niños y niñas que sufren las consecuencias de las guerras, viven en situación de pobreza o son víctimas de los desastres naturales y el cambio climático.
Gracias al proveedor de restauración de la aerolínea, Newrest Travel Retail, los viajeros pueden hacer donaciones durante los vuelos. Los miembros de la tripulación ofrecerán a los pasajeros la posibilidad de contribuir con uno, dos o tres euros durante la venta a bordo mediante pago con tarjeta de crédito o débito.
La aerolínea colabora con Save the Children desde el año 2015 y, gracias a varias campañas e iniciativas, Vueling ha facilitado la donación de más de 1,13 millones de euros que han sido destinados a diversos proyectos en la ruta migratoria de los Balcanes, como la apertura de espacios seguros y adaptados a las necesidades básicas de bebés, mujeres embarazadas y madres lactantes para que puedan recibir acompañamiento y apoyo con tal de prevenir la malnutrición.