Palma de Mallorca es lo más parecido a una ciudad museo. Cada piedra tiene tras de sí una profunda historia cuyo legado llega hasta nuestros días. Elegantes casas señoriales y hermosos edificios históricos que hace cientos de años pertenecieron a los habitantes más adinerados de la capital escoltan la calle más transitada del centro histórico de la ciudad, el Passeig del Born. Una de las zonas más frecuentadas es el Portitxol, un antiguo barrio de pescadores con un atractivo paseo marítimo inundado de terrazas desde donde observar la puesta de sol.
Entre los principales monumentos de la capital destaca su catedral gótica, La Seu. Se asoma al mar sobre las murallas que los romanos levantaron para proteger la ciudad de los continuos intentos de invasión que durante centenares de años sufrieron sus habitantes.
El tesoro artístico
La Lonja de los Mercaderes es un bello edificio gótico, situado en una plaza frente al Paseo Marítimo y al Muelle Viejo. De gran interés es también la antigua mansión de La Granja de Esporles, o el museo histórico rural que se encuentra en su interior. Esta elegante villa, rodeada por un exuberante jardín, fue construida en el siglo XVII.
El arte contemporáneo está presente en cualquier rincón de Palma, donde museos, galerías, jardines y esculturas adornan sus calles. Quizá, el más valorado sea la Fundación Pilar y Joan Miró, uno de los pocos museos en el mundo que permite ver el lugar de trabajo del pintor. Alberga una rica colección de pinturas, esculturas y productos cerámicos creados por el artista catalán.
Entre la amplísima oferta museística destacan también el Museo de Arte Contemporáneo Es Baluard, en el casco histórico, con un fondo de 600 obras o el Museo Fundación Juan March, que ofrece una colección de obras de arte español del siglo XX de Pablo Picasso, Joan Miró, Juan Gris o Salvador Dalí.
La huella arqueológica
La isla alberga importantes yacimientos arqueológicos. Entre ellos, destaca la Ciudad Romana de Pollentia, en Alcudia. Fundada en el siglo I d.C., todavía perviven algunos edificios, como el foro, tiendas de comerciantes, el anfiteatro o los baños. Algunos de sus hallazgos se refugian en el Museu Monogràfic de Pollèntia. Otro monumento que recuerda al pasado prehistórico de Mallorca es la Necrópolis de Son Real, en Can Picafort. Se trata de un antiguo cementerio de los siglos VII-IV a.C., en la que se encontraron armas, joyas y artículos para el hogar y cerca de trescientas tumbas.
La capital es rica en sitios de relevancia histórica. Uno de ellos es el asentamiento Madina Mayurqa (siglo X), aunque sólo quedan en pie los baños árabes.
Consolat de Mar, construido en Palma en 1.306, fue un lugar donde comerciantes y marineros resolvían sus disputas bajo sus arcos segmentados, sus columnas circulares y su balaustrada. Las ruinas del Castell d'Alaró recuerdan la que fue una inexpugnable fortaleza árabe, que resistió dos años el cerco cristiano. De ineludible visita es también del Palacio del Rei Sancho, donde nobles y grandes personalidades pasearon por los pasillos antes de que Frederic Chopin y George Sand protagonizaran sus encuentros amorosos.
El legado religioso
Griegos, romanos, árabes y españoles son algunos de los pueblos que han dejado rastro en la isla de Mallorca. Fortalezas, iglesias, monasterios y castillos que todavía se mantienen en pie así lo atestiguan. El legado de mayor valor histórico y artístico es la Catedral de Palma. Su construcción tuvo lugar en el siglo XIII, aunque en el interior se pueden apreciar intervenciones de Antoni Gaudí y también de Miquel Barceló.
El majestuoso Castillo de Bellver es un edificio de estilo gótico situado a más de un centenar de metros sobre el nivel del mar, que hasta el siglo XVIII, sirvió como prisión. Fue construido tres siglos antes por orden del rey Jaume II. Sus interminables pasillos y una vista panorámica impresionante hacen de él uno de los iconos de la isla. Uno de los iconos de la fachada marítima de Palma es el Palacio Real de La Almudaina, ejemplo de arquitectura morisca. Cientos de años atrás fue el alojamiento principal de los visires moros y en la actualidad es la residencia principal del Rey de España en la isla.
El Santuari de Lluc, que fue construido en el siglo XIII y reconstruido en el XVII, encarna la fusión de las mejores tradiciones del Renacimiento. En su interior se encuentra el Museo Arqueológico, que guarda inestimables restos de la época prehistórica.
El monasterio Santuari De Sant Salvador, que se encuentra en Felanitx, está situado sobre una colina y es uno de los más antiguas de la isla (1.348).
El monumento de arte sacro más importante después de la Catedral es la Basílica de Sant Francesco, en la que se encuentra la tumba del religioso, filósofo y poeta catalán Ramon Lull. Fue construida en 1281, aunque la fachada con su reloj de sol en la parte superior se completó en el siglo XVII.
La Porcíncula, también llamada la Iglesia de Cristal por sus enormes vidrieras, o la Parroquia de Santa Eulàlia son otras dos edificaciones religiosas que ofrece la arquitectura histórica de Mallorca.
Al Cant de la Sibi.la se le concedió el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2010 por su valor cultural y su peso histórico. Se trata de un solemne canto de la Edad Media que se recrea todos los 24 de diciembre en la Misa del Gallo.
Una isla fotogénica
Mallorca es especialmente apreciada por la belleza de la naturaleza que rodea la isla. Por ello, cobran una especial relevancia los miradores que salpican su geografía. Uno de ellos, el Mirador Es Colomer, está considerado el lugar más pintoresco. Sus faros no son solo edificaciones que ofrecen vistas increíbles, sino también son auténticos monumentos históricos. Far de Capdepera y Far del Cap Salines están entre los más populares entre los viajeros, mientras que el Molí de Santa Ponsa, uno de los símbolos de la ‘vieja Mallorca’, se eleva sobre el paisaje insular.
Otros rincones ofrecen privacidad y tranquilidad para el turismo más sosegado. Uno de ellos son los Jardines de Alfabia (Bunyola), con sus magníficos paisajes verdes. Una pequeña capilla solitaria en Sóller, la Iglesia de Sa Capelleta, lejos del alcance de los turistas de sol y playa, puede presumir de ser el verdadero tesoro escondido de Mallorca.
La Mallorca más natural
Los cambiantes ecosistemas de Mallorca acogen una impresionante diversidad de fauna y flora. De ahí, el afan de sus habitantes por conservar sus múltiples hábitats y por reducir el impacto del turismo en la naturaleza.
La isla cuenta con 90 kilómetros de naturaleza en estado puro. Valles que abrazan los pueblos más pintorescos, imponentes acantilados, playas de arena fina y agua turquesa... Mallorca es una invitación a recorrer la isla más rural y atravesar valles, montañas y llanuras hasta llegar a pueblos del interior, a los miradores de la Sierra de Tramuntana o al Parque Natural de Mondragó por sus rutas senderistas
La Serra de Tramuntana constituye uno de los reclamos más importantes del archipiélago. Incluida en la lista de la UNESCO, es un paisaje único conectado por caminos rurales y carreteras comarcales. Su pico más alto es el Puig Major, con 1.445 metros. La sierra es un paraje cultural creado por el hombre, compuesto de un sistema hidrológico, estructuras de piedra seca, fincas rurales, pueblos y aldeas y centros religiosos.
El Parque Natural de la Albufera es la zona húmeda más extensa de las Islas Baleares. Ubicada a poco más de 50 kilómetros de Palma, este espacio natural alberga más de 300 especies de aves.
Otra de las zonas más hermosas de la isla es el Parque Natural de Sa Dragonera. Se trata de una pequeña isla que se sitúa frente al pueblo de Andratx con enormes barrancos de casi 300 metros. Al igual que en la Albufera, reinan las aves.
El Parque Natural de Mondragó combina acantilados con playas de arena blanca en los que los reptiles y anfibios son la especie dominante.
Un destino tradicional y festivo
Mallorca es uno de los destinos turísticos más populares del mundo. A pesar del intenso tráfico de turistas, la isla ha sabido conservar su atmósfera cultural. Durante muchos años, su principal símbolo fueron los cerca de dos mil molinos que hay repartidos por su territorio. Aproximadamente, 300 de ellos están totalmente restaurados y renovados, y en pleno funcionamiento.
La isla es rica en fiestas y festivales que se celebran casi todo el año. La Fiesta de Sant Pere está dedicada al protector de los pescadores. La pesca es todavía un modo de vida. Tiempo atrás, los alimentos del mar eran la única posibilidad que tenían los habitantes de la zona de asegurarse el sustento. Desde entonces, esta es una tradición que se mantiene casi como el primer día.
La producción de cerámica cuenta con su propia fiesta nacional. La Feria del Fang y venta de productos cerámicos se realiza el 30 de junio en la ciudad de Marratxi. En la Edad Media, Mallorca era famosa por sus ceramistas. Desde entonces, los productos artesanos de producción local se consideran de la más alta calidad y máxima belleza.
Muchas ciudades celebran la Festa de Sant Bartomeu y Capdepera, famosa por su ambiente medieval, acoge una de las ferias de artesanía más populares de toda la isla.
A principios de mayo se celebra en Sóller la colorida fiesta de Moros y Cristians, que rememoran los ataques de los turcos.
La Nit del Foc, en Sant Joan, es uno de los eventos más significativos del calendario festivo. En el Parc de la Mar se instalan asombrosas hogueras, encantadoras con su misterio.
Una cocina multicultural
La cocina mallorquina está considerada como una de las más ricas del mundo, compendio de diferentes culturas. Las recetas más populares de su gastronomía incluyen arròs brut y sopes mallorquines, fideus de vermar, llom amb col, tumbet y frito mallorquín. Las carnes y los pescados y mariscos frescos, como el cap roig, el gallo de San Pedro, o la gamba de Sóller forman parte de los platos más típicos de la isla.
La sobrasada, el botifarró o el camaiot suponen una excelente experiencia gastronómica. Estos embutidos son, junto con la ensaimada, el obsequio más apreciado por los turistas.
Los postres mallorquines también son reconocidos. Los más populares son la ensaïmada, los robiols, los crespells o los bunyols, además de las coques de patata de Valldemossa, los sospirs de Manacor o las famosas galletes de Inca.
Una costa azul turquesa
Mallorca es uno de los destinos turísticos más prestigiosos, populares y sostenibles del mar Mediterráneo pero el viaje no será lo mismo si no se disfruta de sus hermosas playas.
Tiene 550 kilómetros de una espectacular costa con más de trescientas playas y calas que invitan a disfrutar de un bellísimo Mediterráneo azul turquesa.
Ideal para descansar todo el año, esta isla combina a la perfección la belleza de su litoral con un interior verde y montañoso.
En Mallorca es casi obligatorio disfrutar del sol y el mar Mediterráneo. Sin olvidar la Playa de Palma, con casi cinco kilómetros de longitud o la de Can Pere Antoni, tal vez las playas más populares son la de Torrent de Pareis, una playa de piedras, Sa Calobra, en un estrecho cañón formado tras miles de año de erosión de las rocas; Cala Mondragó, con su arena fina rodeada de naturaleza o la Playa de Es Trenc, rodeada de salinas.