Dios creó el tiempo pero el hombre creó la prisa. Estamos enfermos de prisa. Ese sentimiento de urgencia, de ser productivos y rápidos, pues el día se acaba y aún nos quedan tareas por hacer. Por supuesto, todo esto no puede traer buenas consecuencias para la salud: produce estrés, ansiedad y... triglicéridos altos.
Cuando comemos el almuerzo en el escritorio mientras hablamos por teléfono, respondemos emails o hacemos distintas gestiones para aprovechar ese momento de descanso, no le damos oportunidad al cuerpo a descansar realmente y disfrutar de los alimentos. En este sentido, un estudio ha revelado que comer rápido aumenta el riesgo de presentar un alto nivel de triglicéridos en la sangre.
Casi 60% más altos
La investigación revela que tras ingerir las comidas principales con rapidez, se incrementa el riesgo de sufrir hipertrigliceridemia, considerada una causa de distintas enfermedades cardiovasculares. En este sentido, la Dra. Gemma Sesmillo, jefa del servicio del departamento de Endocrinología del Hospital Universitari Dexeus, de Quirónsalud, afirma que el estudio aporta objetividad a un problema que los nutricionistas han observado durante años.
Tras clasificar a 792 voluntarios por su rapidez al comer, los investigadores descubrieron que el riesgo de triglicéridos altos se elevaba un 59% en las personas que comían rápido. Del mismo modo, la Dra. Sesmilo alerta que esto se relaciona con el síndrome metabólico: afecciones como el aumento de la grasa en el abdomen o la presión arterial alta, que elevan el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Al no saciarnos, comemos más
Los investigadores descubrieron que comer rápido retrasa la sensación de saciedad. Esto hace que continuemos comiendo a pesar de haber cubierto nuestras necesidades energéticas y nutricionales. Del mismo modo, al comer rápido nuestro cuerpo absorbe más energía en un tiempo corto, lo que favorece a la creación de picos sostenidos de glucosa e insulina y la producción de grasas en el hígado. De acuerdo con la doctora Gemma Sesmilo, todo esto conduce a la diabetes y a la hipertensión.
Comer mientras utilizamos el móvil no nos permite ser conscientes de los alimentos que ingerimos / SHUTTERSTOCK
La especialista explica que al no tener una buena masticación, no ayudamos al estómago a digerir bien la comida. La consecuencia: eructos, flatulencias, hipo, mala digestión y malestar. Ante este escenario, la Dra. Sesmilo explica que no solo se trata de cuando ingerimos alimentos con alto contenido de grasa: el pan blanco, las patatas y el arroz, aportan calorías que nuestro cuerpo absorbe de forma rápida, transformándolas aceleradamente en azúcar y disminuyendo el efecto de saciedad. Una de las recomendaciones que la especialista da a sus pacientes es ingerir alimentos integrales.
20 minutos cada comida
“Si quieres hacer las cosas mal, hazlas con prisa”, dice el refrán. Muchas veces lo hacemos de forma inconsciente. Es producto del ritmo de vida acelerado que solemos llevar, las obligaciones y la lista diaria de cosas por hacer. La situación se agrava cuando nuestros hábitos alimenticios se contagian de esa prisa, es por esto que muchos nutricionistas recomiendan dedicar al menos 20 minutos --idealmente media hora-- al tiempo en la mesa.
La endocrina y nutricionista opina que no dedicamos el tiempo a la mesa debido a un componente cultural, a la necesidad de ser productivos todo el tiempo, a la ansiedad o al estar depresivos. No obstante, es un ritual al que se le debería dar más importancia o practicarse con más frecuencia, pues al comer despacio:
- Tenemos el control sobre la cantidad de comida ingerida.
- No comemos más de lo que pide nuestro cuerpo.
- Damos tiempo a que actúen las señales de saciedad
- La comida llega más masticada al estómago, lo que favorece al proceso de digestión.
Mindful eating: comer y ser conscientes
En línea con las recomendaciones médicas nació el mindful eating, una práctica que promueve la importancia de la masticación y de ser conscientes de lo que comemos. Esta tendencia tiene el objetivo de poder relacionarnos con la comida sin juzgarnos por los alimentos que elegimos comer. La doctora explica que esta terapia puede ser una buena opción para los pacientes que presentan patologías al momento de comer, pues ayuda a establecer una relación natural --y no patológica-- con la comida.
Cuando logramos reducir la velocidad con la que comemos y degustar cada alimento, podemos identificar las señales que nos indican que ya estamos llenos y no necesitamos ingerir de más. Además, esto hace que nos sentemos a la mesa con el objetivo de nutrir nuestro cuerpo e identificar cuánta hambre tenemos de verdad. Se trata de estar presente y atento a cómo va cambiando el deseo por comer y a su vez, saborear --realmente-- cada comida hasta sentirnos satisfechos. Al ingerir de forma lenta se disfrutan mucho más los sabores, lo que hace que comer sea más relajante y tranquilizante.
No a los excesos
La especialista alerta de otros malos hábitos al comer. “Los zumos. Muchas personas beben en la mañana zumos de frutas naturales de hasta cuatro ingredientes. Esto es una carga de fructosa muy elevada, son picos de azúcar en nuestro organismo”. La nutricionista explica que aunque la fruta es necesaria y es un buen alimento, la mejor forma de comerla es masticada, despacio y repartida a lo largo del día.
“No es necesario obsesionarse. La nutrición se basa en aportar pequeñas cantidades de alimentos de forma intermitente. Ir comiendo poco a poco”, explica. Del mismo modo indica que los zumos de frutas y verduras no son malos alimentos, pues tienen una amplia carga de vitaminas y minerales. Sin embargo, afirma que tampoco son necesarios.
Trucos para comer despacio
“El problema es que comer es un placer y nos cuesta parar”, afirma la doctora. No obstante, ofrece a los lectores de Crónica Global estos consejos:
- Ajustar las cantidades de los alimentos que comemos.
- Rutina de las comidas diarias: tomar un buen desayuno, comer fruta o frutos secos durante el día, no estar más de cuatro horas sin comer entre cada comida grande y cenar pronto para hacer un ayuno largo durante la noche.
- Un puñadito a mano cerrada de frutos secos o una fruta como el plátano, pueden ser un snack fácil y saludable para tomar entre horas.
- Intentar no elevar el contenido de alimentos altos en grasas y azúcares cuando estemos depresivos o cojamos un disgusto.
- Siempre, siempre, siempre tener verduras en el plato.
- Combinar estas verduras con carbohidratos preferentemente integrales.
- Cocinar la pasta y el arroz al dente para que nuestro cuerpo sienta la necesidad de masticar más para deshacer los alimentos.
- Ingerir los alimentos con consciencia de estar comiendo.
- Deshacernos del móvil cuando nos sentamos en la mesa.