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Gastronomía

Ni Sitges ni Vic: este es el pueblo de Barcelona donde mejor se come, según National Geographic

Un bonito municipio que une belleza y gastronomía, una combinación perfecta para visitarlo

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En los maravillosos pueblos de Cataluña, la gastronomía es una parte fundamental de la cultura local. Cada región ofrece una experiencia única, donde los ingredientes frescos y de temporada son el alma de los platos tradicionales. Desde la costa hasta el interior, la cocina refleja la conexión profunda de los habitantes con la tierra y el mar, utilizando productos autóctonos que enriquecen cada receta.

Recorrer estos pueblos es disfrutar de una mezcla de sabores y aromas que invitan a detenerse y saborear el momento. En cada rincón, las tradiciones culinarias se mantienen vivas, y los mercados, restaurantes y casas de familia ofrecen una experiencia auténtica que refleja el amor por la cocina. Además de la comida, los paisajes, la arquitectura y la calidez de la gente hacen que cada visita sea un deleite para todos los sentidos.

El pueblo de Barcelona donde mejor se come

En el artículo 'Siete pueblos de Barcelona donde se come muy bien' de National Geographic nos muestra una serie de lugares tan bonitos como apetecibles por sus platos.

Destacamos el maravilloso municipio de Alella, en el Maresme, Barcelona. Un pueblo de 10.000 habitantes donde se encuentra la denominación de origen más pequeña de España: la DO Alella, que en sus 500 hectáreas produce excelentes vinos blancos. Sobre todo con las vides Pansa Blanca, y en menor medida, Xarel·lo y Garnacha Blanca.

Cabe recordar que la comarca, donde se encuentra este pueblo, es una reconocida productora de verduras de gran calidad, como el tomate de Premià del Mar o el guisante garrofal de Sant Andreu de Llavaneres y Mataró. Además de los pimientos, acelgas, judías verdes y alcachofas, que se cultivan en esas localidades, y en otras como Vilassar de Mar, Cabrera de Mar, El Masnou o Arenys de Mar.

Tomatera

Tomatera CANVA

El mejor restaurante de Alella

En Alella, uno de los mejores restaurantes del pueblo es Can Balcells, del hotel-boutique Arrey Alella, ubicado en los salones de una antigua casa modernista. Ofrece una cocina de gran calidad con productos de proximidad.

En su carta podrás encontrar arroces elaborados con productos de la zona (como el del senyoret o el de mar y montaña) o pescados de las lonjas de puertos cercanos, así como carnes a las brasas como el solomillo de vaca vieja, el secreto ibérico o el lomo bajo de buey.

El menú de mediodía es una excelente opción para sus comidas entre semana. Podrás elegir entre cuatro primeros, cuatro segundos y cuatro postres. Incluye pan, agua, copa de vino de la casa o cerveza por 19,50 €. Las tapas son una buena elección para una comida más informal entre horas. Disponen, también, de platos infantiles para los más pequeños. Abre de 13 h a 15:30 h y de 20 h a 23 h.

Alella: un municipio del Maresme

La localidad de Alella está situada en una zona montañosa, a unos 2 kilómetros del mar y a unos 18 kilómetros de Barcelona. Cuenta con una población de 10.217 habitantes, según datos del INE 2024.
El actual municipio se encuentra documentado, por primera vez, en el año 975. La segunda cita histórica es de 980 en la que se le cita como Alela y Elella. Siempre estuvo bajo la jurisdicción del condado de Barcelona, aunque los derechos fueron cedidos en varias ocasiones.

Existieron los señores de la Casa de Alella que poseían diversas masías y tierra, además de gozar del usufructo de una tercera parte de los diezmos de la parroquia. Los primeros en gozar de estas condiciones fueron la familia Banyeres, según documentos del siglo XIII. A partir del siglo XIV, y durante más de dos siglos, los derechos fueron para los Desplà: linaje familiar que dio algunos nombres importantes como el de Joan Desplà, consejero de Martín el Humano.

En 1528, los derechos pasaron a la familia Gralla; a finales del siglo XVI, a la familia Montcada hasta que en 1670 las adquirió Joan B. de Mata. A mediados del siglo XIX los derechos fueron comprados por Gil Bonaventura Fabra y en 1889 se le concedió el marquesado de Alella a su sobrino, el industrial Camilo Fabra.