El queso es uno de esos placeres gastronómicos que tiene la capacidad de cautivar todos nuestros sentidos. Desde su textura cremosa hasta su sabor profundo, pasando por su increíble variedad de aromas y formas, el queso es un alimento que se disfruta en cualquier momento del día y en cualquier ocasión. Nos fascina la riqueza de sus matices: algunos son suaves y delicados, como un brie; mientras que otros son intensos y picantes, como un roquefort o un cabrales.
Lo que hace al queso aún más atractivo es la enorme diversidad que existe en el mundo, tanto en tipos como en formas de consumo. Hay quesos para todos los gustos, desde los clásicos franceses y españoles hasta los italianos o los suizos. Nos gusta disfrutarlo solo con una copa de vino, en una tabla variada, o como ingrediente en nuestros platos favoritos.
El queso de Mercadona
El queso mató de vaca de Mercadona es un producto lácteo de alta calidad que se caracteriza por su sabor suave y su textura cremosa. Es un queso típico de Cataluña, pero dada su popularidad ha crecido en toda España gracias a marcas como Hacendado. Lo encontrarás en un pack de 2 unidades de 100 g. por menos de 1,50€.
Este queso se elabora a partir de leche de vaca, lo que le confiere un sabor más suave y cremoso que otros quesos frescos. Además, la leche de vaca es rica en calcio, lo que lo convierte en un alimento perfecto para fortalecer los huesos y prevenir la osteoporosis.
Otra ventaja es su versatilidad en la cocina, ya que se puede consumir solo, con un poco de miel, con mermelada o utilizarlo como ingrediente en numerosas recetas, ya sea en ensaladas, salsas o postres.
El mató: el queso fresco catalán
El mató es un tipo de queso fresco, típico de la gastronomía catalana: tiene menos grasa que la mayoría de los otros quesos y su origen es medieval -las primeras referencias las encontramos en el Llibre de Sent Soví-.
Tradicionalmente, se elaboraba con leche de cabra u oveja y es popular en el campo de la dietética deportiva por ser bajo en grasas, pero alto en proteínas. Se fabrica de forma artesanal haciendo hervir la leche y coagulándola con un elemento vegetal como la flor de cardo, jugo de limón o con un elemento animal. El producto que resulta se filtra mediante un trapo en recipientes de mimbre o caña. Se obtiene así una masa pastosa de color blanco, ligeramente, dulce por efecto de la concentración de la lactosa de la leche.
La fabricación industrial utiliza el mismo principio físico-químico, pero se utiliza leche pasteurizada y depósitos de acero inoxidable de gran capacidad.
El mató suele consumirse como postre. Puede hacerse espolvoreado con azúcar aunque la forma más tradicional es la que utiliza miel para endulzarlo, dando origen al mel i mató.
Postre de mel i mató
Es muy sencillo y rápido hacer mel i mató en tu casa. Primero, has de conseguir reunir los siguientes ingredientes: un litro de leche oveja (también puede ser de vaca), un limón, sal, miel y nueces. Y después, empezaremos con la elaboración:
- Calienta la leche, añade una pizca de sal y, justo antes de que rompa a hervir, apaga el fuego y deja que se enfríe hasta los 70 ºC. Añade el zumo del limón para cortarla. Y después, espera un rato hasta que la leche se enfríe.
- Cuela la leche a través de un colador con la gasa doblada (para formar una doble capa), de forma que suelte todo el líquido y quede solo la parte sólida. Además, aprieta suavemente con las manos para escurrir todo lo posible la mezcla.
- Forma un hatillo con la gasa y ponlo en un molde especial para escurrirlo y dejarlo cuajar hasta que haya perdido todo el agua, unas 8 horas.
- Coloca en un molde redondo y deja en la nevera hasta el momento de servir.
- Desmolda y sirve con miel y nueces.