Artur Mas, en una imagen de archivo

Artur Mas, en una imagen de archivo Europa Press

Examen a los protagonistas

Artur Mas

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El expresidente de la Generalitat Artur Mas aseguró ayer que entendía la decisión de su predecesor en el cargo Pere Aragonès de renunciar a su sueldo vitalicio. "Es muy joven", aseguró en la Ser. Como si con la edad se dejaran de tener principios.

La propia carta que el republicano compartió explicando los motivos, añadiendo que en adelante se ocupará de la cadena hotelera familiar y otros proyectos académicos, tanto como profesor como haciendo un doctorado, ha abierto, de hecho, un debate sobre los privilegios de las máximas autoridades autonómicas, en este caso de Cataluña, que a Mas no le parece que vaya con él.

Es el único junto a Quim Torra --Pasqual Maragall también, pero adecuada a las necesidades de su enfermedad neurodegenerativa-- que sigue cobrando este generoso salario que sale del bolsillo de los contribuyentes, aunque otros tantos sigan manteniendo la oficina que por ley les pertoca como hará el propio Aragonès.

Mas, en un primer momento estigmatizado por los recortes que perpetró su Govern y posteriormente como líder de una Convergència que abandonaba la moderación y el catalanismo clásico para embarcarse en el rupturismo y el caos, dejando a Cataluña a su suerte y con una resaca que aún hoy pagan los ciudadanos, ahí sigue.

Coche oficial, nómina y despachazo en el paseo de Gracia. Tal vez por eso no quiera ser el candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona como los de Puigdemont le piden encarecidamente.