Olga Sánchez, CEO de Axa, en una fotografía corporativa

Olga Sánchez, CEO de Axa, en una fotografía corporativa Cedida

Examen a los protagonistas

Olga Sánchez

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Axa acaba de agrupar parte de su operativa en Cataluña en una de las dos torres que presiden el skyline de la Zona Franca de Barcelona. La multinacional aseguradora francesa ha querido así subrayar su compromiso con la región. 

Es de reconocer la inversión que está haciendo la cotizada con el territorio. Eso sí, ese esfuerzo sería más loable si cabe si la integración de la centenaria Agrupació Mutua, una mutua catalana con miles de afiliados y un siglo a sus espaldas, hubiera sido menos desastrosa. 

Axa engulló a Agrupació, parte del grupo Gacme, y desde entonces, todo han sido problemas. Tarjetas que no van, cargos que se derivan a otras cuentas o mutualistas que se quedan sin asistencia médica --o la tienen que abonar-- por los errores en la fusión. 

Se trata de una situación inapropiada para una firma del tamaño de Axa. No es de recibo que permita que ocurra algo así. Debería haber pedido disculpas desde el minuto uno, y no lo hizo. Trató de minimizar la situación --y el sufrimiento de miles de mutualistas, muchos de ellos de edad avanzada-- y, ahora, finalmente, musitará unas disculpas por carta, como ha explicado este medio

Algo a todas luces insuficientes a la luz de lo vivido desde que se iniciara la integración allá en 2023. Axa ha actuado tarde y con poca contundencia, desaprovechando una oportunidad.