El abogado Benet Salellas

El abogado Benet Salellas Glòria Sánchez Europa Press

Examen a los protagonistas

Benet Salellas

Tranquilo, Santos, yo me hago cargo

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Cuando el número tres del PSOE, el reputado cleptómano Santos Cerdan, tuvo problemas para encontrar en Madrid o en Barcelona un abogado que se encargara de sus problemillas con la justicia, dio en Gerona con un leguleyo dispuesto a echarle una mano (previo pago de su importe, claro está: ¡será por dinero!), el proactivo Benet Salellas (1977), hermano del actual alcalde de la ciudad por la CUP, Lluc Salellas, y patriota de piedra picada que también pasó una temporada por la CUP, hasta que se quitó de ese vicio juvenil.

Hay que reconocerle al señor Salellas que hace falta valor para asumir la defensa de alguien que ha sido pillado con las manos en la masa y al que solo le falta llevar clavado en la frente un letrerito que ponga LADRÓN Y CORRUPTO. En el caso de Salellas, se añade un problema más. Al tratarse de un independentista que lleva toda la vida defendiendo a enemigos del estado, sus correligionarios se han ofendido por el hecho de que ahora defienda a un peso pesado del PSOE opresor y españolista (sin reparar en que Cerdán también es un enemigo del estado, ¡y mucho más peligroso y dañino que los políticos del prusés!). A lo que hay que sumar la caída en desgracia de su hermano con ciertos fundamentalistas del partido que no han visto bien que el alcalde de la CUP haya desalojado a unos okupas de su domicilio porque no era su domicilio. O sea, que tenemos a los hermanos Salellas en la cuerda floja del independentismo, vilipendiados por defender a un español, el uno, y por echar a unos okupas, el otro.

Personalmente, creo que al buen Benet le sentará bien cambiar un poco de clientela. Pasar de delincuentes patrióticos a delincuentes a secas le ayudará a afianzarse más en la realidad, y si logra ahorrarle unos añitos de trena al ínclito Cerdán, todo eso que se llevará éste (y él, si corre su fama de conseguidor de imposibles y defensor de causas perdidas). Si no lo logra, sus visitas a Madrid le alejarán un poco de sus ambientes indepes, que deben atufar a sacristía y a pies, y le permitirán codearse con las altas (y sobre todo las bajas) esferas madrileñas.

Los que le afean la conducta al pobre Salellas deben de ser los mismos que ponen verde a Gabriel Rufián por haberse instalado a perpetuidad en la capital del reino, donde se ha convertido en (lo que él cree que es) un estadista. Pero esa gente no se da cuenta de que una ciudad que ha convertido a un gañán de Santa Coloma en parlamentario español puede tener una benéfica influencia en la carrera de nuestro emprendedor abogado gerundense, quien igual, a partir de ahora, se da cuenta de que es un aburrimiento estar defendiendo siempre a héroes de barretina, all i oli y porrón y que estaba obligado a ampliar el foco de su actividad para no morirse de tedio y asco. Cerdán y Salelles.

¿La extraña pareja? No tan extraña.