Gerard Depardieu hace una pausa durante su juicio, en el que está acusado de agredir sexualmente a dos mujeres durante un rodaje en 2021, en el tribunal penal de París

Gerard Depardieu hace una pausa durante su juicio, en el que está acusado de agredir sexualmente a dos mujeres durante un rodaje en 2021, en el tribunal penal de París Gerard Depardieu

Examen a los protagonistas

Gerard Depardieu

Publicada

Grosero, rijoso y roñica

No ha sorprendido a nadie que al actor francés Gérard Depardieu (Châteauroux, 1948) lo hayan vuelto a juzgar por haber violado a dos mujeres hace unos años, ya que el culebrón de las actividades rijosas de nuestro hombre lleva décadas emitiéndose y ha perdido el factor sorpresa, siempre necesario para mantener el interés del pueblo.

Solo entre 2004 y 2022, Depardieu fue acusado de violaciones y tocamientos por trece mujeres, lo cual convierte a Errejón y Monedero en simples aprendices de sobón. Parece que el hombre no se puede controlar y en cada rodaje aprovecha para meterle mano a una o varias mujeres del equipo.

Él siempre lo niega todo y nunca falta algún personaje destacado de la realidad francesa que sale en su defensa. La anterior ocasión en que lo pillaron con el carrito del helado, Emmanuel Macron se puso de su parte (recordando tal vez que se le había concedido la Legión de Honor, puede que en reconocimiento a su capacidad sobrehumana para la ingesta de vino y salchichón).

Ahora se ha tenido que conformar con Brigitte Bardot, que tampoco está mal. Según B.B., que asegura no ser feminista, como si hiciese falta aclararlo (solo se trata con animales y con gente del partido de Marine Le Pen, aunque no sé si es capaz de distinguirlos), lo que hay es mucha histérica suelta y asegura que no hay que ponerse así porque un tío te toque el culo. A ella se lo tocaron mucho antes de que se convirtiera en la vieja de los gatos y siempre le pareció lo más normal del mundo, según ha declarado.

Francia siempre ha considerado a Depardieu un tesoro nacional, aunque él no haya hecho gran cosa para ganarse el título, aparte de ser, eso sí, un actor más que notable (aunque al estar hecho un fanegas, el papel que mejor le cuadra es el de Obélix: su interpretación de Maigret, aunque la película de Patrice Leconte estaba muy bien, se veía lastrada por toda aquella humanidad moviéndose con precaución durante todo el metraje para no darse un morrón: me sigo quedando con Jean Gabin, fornido, pero no tan gordo).

Como muestra de amor a Francia, sus quejas por los impuestos que tenía que pagar como ricachón dejaban bastante que desear. Y cuando se hizo amigo de Vladimir Putin, estableció su residencia en Saransk (república rusa de Mordovia), se hizo con la nacionalidad rusa en 2013 y protagonizó un bautizo ortodoxo en 2020, la cosa ya fue para echarle de comer aparte y retirarle la Legión de Honor.

Ahora le han caído cuatro años de cárcel por dos violaciones, condena que no cumplirá no se sabe muy bien por qué. Y caso de tener que cumplirla, siempre podría huir a Rusia y rodar películas con Steven Seagal, otro gran amigo de Putin que también ha ganado peso a lo bestia durante los últimos años.