El diputado del Grupo Mixto José Luis Ábalos, durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 17 de diciembre de 2024

El diputado del Grupo Mixto José Luis Ábalos, durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 17 de diciembre de 2024 Fernando Sánchez / Europa Press

Examen a los protagonistas

José Luís Ábalos

Torrente en el Congreso

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Desde que la UCO metió la pata con la tasación de su chalet en Colombia, tomando por dólares lo que eran pesos, José Luís Ábalos (Torrente, Valencia, 1959) está que se sale y va sobradísimo, como si un error de la Guardia Civil bastara para desactivar todas las acusaciones que penden sobre él a causa de sus más que probables mangancias.

La otra tarde lo vi en dos canales de televisión, Cuatro y La Sexta, jactándose de haber comprado un casoplón en Colombia por 750 euros y tratando a patadas a los periodistas que lo entrevistaban por teléfono. A la de La Sexta le aplicaba un tratamiento chulángano de empleada de una barra americana que le hubiese salido respondona (no es que ella le tratara con excesiva amabilidad, pero tampoco la merece, ¿no?).

Ábalos llevaba días callado, atendiendo probablemente a los consejos de su abogado, pero con lo del error de la UCO se había venido arriba y parece que le apetecía maltratar a unos cuantos seres humanos (puede que hablara en más canales, pero ya no me enteré: con dos monólogos delirantes de nuestro hombre ya tuve bastante).

Reconozco que me divierte Ábalos porque todo en él es esperpéntico y remite a lo peor de España. Puede que estuviese predestinado a ser así. No en vano nació en un sitio llamado Torrente (como ese policía alcoholizado y putero que se inventó Santiago Segura y con el que es fácil identificar a nuestro hombre) y su segundo apellido es Meco (como en Alcalá Meco, conocido presidio en el que podría acabar el señor exministro).

Juraría que no se había visto en el PSOE un gañán semejante desde los tiempos de Luis Roldán. Si todavía existiera la revista Interviú, puede que hubiésemos llegado a ver imágenes festivas de Ábalos con sus amiguitas, esas muchachas voluntariosas a las que colocaba en trabajos en la Administración a los que no tenían ni que acudir para cobrar. Lo hizo durante años, sin que jamás saltaran las alarmas. Con su amigo Koldo puso en marcha innumerables chanchullos, pero puede que Koldo lo amenazara con no enseñarle sus catálogos de furcias si se negaba colaborar con él.

Cuando el PSOE se deshizo de él, nuestro héroe se pasó al Grupo Mixto, consciente del frío que hace cuando no estás aforado. Aunque nadie le cree, insiste en proclamar su inocencia. Y semana a semana se va convirtiendo en una aparición habitual en los telediarios, en una especie de Torrente caído en desgracia, mientras todos vemos cómo su corrupción se hace extensiva a sus exmujeres, sus hijos, sus amantes… Todo lo que toca este hombre deviene corruptela.

Supongo que cuando lo empapelen lo sustituirán por Koldo en los telediarios. Agradecería a la justicia que se diera un poco de prisa, ya que lo de Koldo es muy prometedor y lo de Ábalos no da más de sí: sacó petróleo del error de la UCO, pero es poco probable que haya más errores.